Camilo dos Santos

Lacalle y el fino límite entre estirar una racha positiva y hacer una moña de más

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10 de abril de 2020 a las 14:17

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El estilo de juego que tiene un director técnico determina cada uno de los pasos de su equipo en la cancha y eso se aprecia sobre todo cuando va ganando, porque debe optar entre cuidar el resultado o seguir atacando sin preocuparse por los flancos que puede dejar abiertos. Luis Lacalle Pou dejó claro esta semana qué tipo de DT será y de eso te quiero hablar en esta nueva edición de EnClave, la newsletter de análisis político de El Observador Member.

 

Una jugada que fue arriesgada y salió bien

El fin de semana del 21 y 22 de marzo fue extremadamente duro para Lacalle. Por primera vez Uruguay tiene un presidente con redes sociales que, como contó alguna vez, las maneja él personalmente casi en su totalidad. 

Por esos días Uruguay ya cumplía una semana de su primer caso de coronavirus y el Sindicato Médico del Uruguay presionaba muy fuerte al gobierno en procura de que se decretara una cuarentena general obligatoria. 

Ese planteo público caló hondo en buena parte de la sociedad que empezó a sumar presión. Pese a que había tomado medidas mucho más radicales que la mayoría de los países para el momento en el que se encontraba el avance del virus en Uruguay, en un país tan “Estadocéntrico” eran muchos los que le reclamaban al gobierno que los obligara a quedarse en sus casas. 

Lacalle sintió esa presión por las redes sociales y hasta por los mensajes que recibía, directa o indirectamente, de propios y extraños. 

Por si faltaban condimentos, en la mañana del lunes 23 el expresidente Tabaré Vázquez reapareció en escena. En una entrevista radial se sumó a quienes pedían la cuarentena general.

La historia es conocida: a la noche de ese lunes Lacalle Pou dio una de sus mejores conferencias de prensa y con una argumentación muy contundente logró acallar a los que pedían la cuarentena. No se los escuchó más con ese reclamo. El mensaje fue: el Estado no va a usar la fuerza para eso. Pero sí le pidió a todos los que pudieran que se quedaran en sus hogares. 

El presidente jugó fuerte y asumió un riesgo muy importante. Si el virus tomaba la dimensión que adquirió en muchísimos países y el sistema de salud colapsaba, hoy estaría ante una crisis política e institucional muy severa. 

No sucedió eso. Las cifras de Uruguay vienen muy controladas, tanto en casos positivos confirmados (algo que puede ser cuestionable si no se realizan muchos tests), como en la cantidad de internados, algo que sí no puede generar ningún tipo de dudas.

Es cierto que todo puede cambiar de un momento a otro, que estamos aún en una fase temprana en la evolución de la circulación del virus y que la temperatura recién ahora empezó a bajar en esta parte del mundo. 

Pero de lo que no quedan dudas es que hasta el momento la estrategia de Lacalle Pou le viene saliendo muy bien. Al menos en lo sanitario, que es la prioridad número uno para todos.

Con crédito a favor

Lacalle apostó fuerte y viene ganando. Esos resultados sanitarios obtenidos (equilibrados además, con el hecho de que hay motores de la economía aún prendidos) también traccionan hacia un respaldo político importante a su figura, tal como han demostrado las encuestas de opinión pública de Equipos y Opción divulgadas en las últimas dos semanas. El levante en la popularidad de los presidentes un fenómeno que se da en muchos países ante esta crisis. 

Lejos de cuidar ese resultado, Lacalle redobló la apuesta. En términos deportivos, mandó a dos delanteros más a la cancha en busca de estirar su racha positiva y aprovechar el capital político que le da el éxito de la jugada anterior. 

¿Qué hizo esta semana? Empezó a abrir de a poquito el grifo del confinamiento. Anunció que el miércoles 22 de abril, unos 10 mil alumnos de 973 escuelas rurales del interior del país (excluyó al área metropolitana) podrán volver de manera voluntaria a las clases. 

Es un comienzo muy reducido. Se trata de menos del 2% de los alumnos de todo el sistema educativo. Pero es una señal de esperanza tras el anuncio de la semana anterior de la suspensión por tiempo indeterminado. ¿Por qué es arriesgado entonces si abarca a tan pocos alumnos de zonas donde no hay casos comprobados de infectados? 

En primer lugar porque donde haya un nuevo vector importante (como el inicial del casamiento o como el del Vilardebó) le caerá una responsabilidad importante.

En segundo lugar porque no se sabe cómo reaccionará el resto de la población a la primera señal de libertad. Si luego de Semana Santa la gente empieza a salir más de sus hogares, todo lo que venía resultando muy bueno se puede desmoronar.

 

El segundo delantero

Natalia Gold

No solo en la crisis del coronavirus arriesgó Lacalle esta semana. Este jueves, a través de sus redes sociales, anunció que enviaría ese mismo día a los legisladores de todos los partidos el proyecto de ley de urgencia que había postergado por la emergencia sanitaria. 

¿Cuál fue el argumento para retrasar el envío de una ley que iba a entrar hace tres semanas? Que el Parlamento no podría analizar este proyecto con los plazos perentorios que tiene cada cámara con todas las restricciones de movimiento y funcionamiento que tienen los legisladores. Una ley de estas características requiere que cientos de delegaciones pasen por el Parlamento para dar sus argumentos a favor y en contra de una iniciativa con más de 500 artículos.

La señal que dio Lacalle al postergar la ley en la tercera semana de marzo fue muy buena y contribuyó a acorralar al FA a un lugar incómodo de oposición. No tenía mucho con qué criticar al gobierno, debía mantenerse alineado ante la crisis sanitaria y tuvo que recular en algunos planteos de sus dirigentes más radicales.

Con esta decisión de enviar el proyecto “en unos días”, borra con el codo toda esa actitud conciliadora. Y así de rápido reaccionó el Frente Amplio.

Es cierto que le envió el proyecto a todos los legisladores antes de que empiecen a correr los plazos constitucionales, pero eso no evita que las condiciones para discutir una “ley ómnibus” de estas características sean malas. 

Con las dos señales fuertes de esta Semana Santa el presidente no solo busca aprovechar el crédito positivo que tiene en la ciudadanía sino también retomar el intenso ritmo que tenía prepandemia. 

Lacalle demostró esta semana que será un DT de los ofensivos, que irá al ataque. 

Por ahora todo le viene saliendo muy bien y eso le da confianza, pero el límite entre continuar la racha positiva y hacer una moña de más, a veces, es muy fino. 

 

La semana traducida

Esas dos movidas del presidente fueron los episodios más relevantes de los últimos siete días. Pero, a diferencia de lo que sucede tradicionalmente en Semana Santa, este año hubo otros episodios que requieren destaque y análisis.
 
→ Si bien el Poder Ejecutivo está administrando muy bien la situación hay un punto que recién este jueves logró mejorar: la cantidad de tests diarios que realiza. El secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, es -sin duda- el personaje principal para que el gobierno haya logrado manejar la crisis sanitaria. No solo por lo bien que comunica sino también por un rol clave en la articulación política. Se podría decir que esta semana cometió su primer error: tal vez cansado luego de tantos días de trabajo intenso se enojó cuando los periodistas le preguntaron sobre la baja cantidad de tests y pidió "hablar de lo grande” y no “de 'cositas' chicas”. 

La cantidad de tests diarios que se realicen no es un tema menor. Es un aspecto clave para controlar la pandemia y también para la toma de decisiones políticas. ¿Cómo sabe el gobierno que en las zonas rurales donde abrirá las escuelas no hay casos confirmados si no se han hecho tests aleatorios allí? Puede haber muchos infectados asintomáticos y si no se mejora el testeo nunca se sabrá.  

AFP

El gobierno había anunciado que para la semana pasada aumentaría la cantidad de tests para superar los 900 diarios. Eso no lo logró cumplir ningún día. Es más, hubo varias jornadas con cifras muy muy bajas. 

Si bien había una directiva del Ministerio de Salud Pública (MSP) que abría el grifo a los tests, los prestadores de salud a través de las direcciones técnicas de las instituciones no terminaban de darle libertad a los médicos para ordenar más testeo. ¿Qué había en el fondo? Un tema de dinero. Temían tener que asumir el costo de cada uno de los exámenes. 

Delgado se recompuso rápido del error y terminó solucionando un tema que debía haber resuelto el MSP con autonomía. Al día siguiente de esas declaraciones lideró una reunión con todos los prestadores de salud y las gremiales médicas que empezó a solucionar el problema. El gobierno le dejó claro a todos los actores que los tests se pagarían como una prestación más del Fonasa. Santo remedio. Lo que parecía que no se podía hacer porque las mutualistas no los indicaban empezó a cambiar. De los 177 test realizados el lunes, el jueves se pasaron a hacer 681. 

 
→ Lacalle no solo dio señales esta semana sobre el coronavirus con el anuncio de las escuelas rurales. En la misma conferencia del miércoles también dedicó un buen rato a explicar cómo está el gobierno tomando las decisiones sanitarias, las económicas y las sociales. Lo más relevante de toda la explicación que dio es entender cómo cree el gobierno que deberá ser la salida a la crisis económica que provocará la pandemia. Que hay y habrá una crisis no lo duda nadie y el gobierno no lo niega. El director de la OPP, Isaac Alfie, lo dijo con todas las letras: la recesión golpeará a Uruguay. El asunto es cómo y por cuánto tiempo. Lo que Lacalle dejó claro es que el gobierno dejará de preocuparse por el déficit fiscal y pondrá todos los recursos que se necesiten con dos estrategias bien claras: asistir a las personas más vulnerables con ayuda social y soltar la cincha de los impuestos a las empresas que puedan generar más puestos de trabajo. Eso lo único que genera a corto plazo es más déficit porque el Estado dará más plata y recaudará menos. 
 
→ A nivel político el gobierno sigue con una postura dialoguista. Esta semana el presidente recibió a una delegación del PIT-CNT que le presentó una propuesta muy similar a la que había realizado el Frente Amplio la semana pasada de una renta de emergencia para todos los trabajadores informales que no estén cubiertos por el seguro de paro del BPS. Lacalle dijo que no estaba de acuerdo con el formato de la propuesta, pero sí con el fondo del asunto. Allí el gobierno tiene un asunto a resolver: cómo ayudará a estos sectores más allá de la canasta de $1.200 que anunció la semana pasada. El presidente dijo que hay mucho entrecruzamiento entre las prestaciones y que esa partida de $1.200 no necesariamente sería por única vez. 

Soy Gonzalo Ferreira, editor jefe de El Observador. Podés escribirme a este mail por sugerencias y comentarios. Muchas gracias por llegar hasta acá.
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