Ana Belén Ropero Lara
The Conversation
Las dietas denominadas "detox" proliferan como champiñones sobre el suelo fértil de Internet desde hace tiempo. Como en tantos otros casos, los efectos beneficiosos que muchas prometen carecen de todo fundamento científico. Y como siempre, antes de hacerlas, lo mejor es consultar a un especialista.
Las dietas "detox" argumentan que continuamente introducimos toxinas en nuestro cuerpo. Y que para devolverle la salud necesitamos desintoxicarlo de vez en cuando. Sin embargo, muchas de ellas utilizan los términos “toxinas” o “detoxificar” de forma deliberadamente ambigua.
Suelen ser recomendadas para compensar periodos de excesos alimentarios, como las fiestas navideñas. Y pueden variar desde ayunos absolutos a ingesta exclusiva de batidos o jugos de verduras comerciales durante unos días. También es habitual recomendar el uso de diuréticos, laxantes o alimentos con propiedades “limpiadoras”.
Además de desintoxicar nuestro cuerpo, las "detox" prometen pérdida de peso y una amplia variedad de efectos saludables. Reducir la inflamación, mejorar el sueño, la piel o el pelo son solo algunos de ellos.
Pero a lo largo de los últimos años, numerosos nutricionistas han desmentido esos supuestos beneficios. Repetir hasta la saciedad que no necesitamos dietas para desintoxicar nuestro cuerpo, que para eso tenemos al hígado, no parece ser suficiente.
Como tantas veces en nutrición, la falta de cultura científica de la población es el mejor aliado frente a las falsedades. Porque permite que cualquier afirmación publicada en algún foro social reciba credibilidad automática. A partir de aquí, el papel de los especialistas se invierte y se centra en demostrar que esos efectos no son ciertos.
Como ya comentamos en otro artículo, el método científico no funciona así. Es responsabilidad de quienes afirman o sugieren esos beneficios el aportar evidencias que los sustenten. De no ser así, están engañando e incluso estafando al consumidor.
Desde aquí, proponemos someter a escrutinio la información que nos proporcionan las webs sobre las dietas "detox" antes de creernos nada. Si cumplen las siguientes condiciones, más vale apagar la computadora y comerse unas frutas:
Suelen ser páginas de empresas que venden productos relacionados con esas dietas. Los batidos de verduras son los más habituales.
En ningún caso incluyen referencias a trabajos científicos para sustentar los efectos beneficiosos que enumeran.
Suelen atribuir toda una plétora de efectos beneficiosos además de propiedades detoxificantes.
No fomentan hábitos saludables. De hecho, normalizan los excesos alimentarios y tranquilizan nuestra conciencia con la promesa de un “reseteo” con sus productos.
Según una revisión de 2015, no existen investigaciones clínicas rigurosas sobre estas dietas. Los pocos estudios realizados presentan limitaciones metodológicas importantes que impiden obtener conclusiones sobre los efectos reales.
Otra revisión más reciente concluye que las dietas detoxificantes o a base de jugos tienden a funcionar porque provocan ingestas muy hipocalóricas durante periodos de tiempo cortos. Sin embargo, es habitual volver a ganar peso una vez que se retoma la dieta normal.
Lo peor del asunto es que estas dietas pueden suponer un riesgo para la salud. En 2015 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) emitió un informe sobre los riesgos emergentes en materia de seguridad alimentaria. Entre ellos se valoró las consecuencias del aumento de la ingesta de batidos de verduras crudas, que habitualmente se consumen cocinadas. Esto puede suponer un riesgo por el mayor contenido de ácido oxálico.
Este exceso de ácido oxálico podría aumentar la formación de piedras en el riñón y la uretra. Además, puede provocar pérdida de minerales en los alimentos y, por tanto, una deficiencia en la ingesta de calcio y hierro.
Los datos indican que los ayunos que habitualmente acompañan a estas dietas aumentan la absorción de ácido oxálico. Esto puede suponer un riesgo añadido si los batidos se consumen con el objetivo de perder peso.
El aumento de la ingesta de nitratos por el consumo muy alto de hojas verdes y la contaminación microbiana son riesgos adicionales.
No nos dejemos llevar por modas alimentarias sin sustento científico. Huyamos de afirmaciones fantasiosas y de efectos maravillosos.
Si necesitamos cambiar nuestra alimentación por motivos de salud, acudamos a un nutricionista-dietista. Son quienes evaluarán nuestra salud y nos recomendarán las estrategias más apropiadas para mejorar nuestra alimentación.
Si las razones para seguir esta o cualquier otra dieta “milagro” son estéticas, debemos ser plenamente conscientes de los riesgos para la salud que ello supone. Será nuestra absoluta responsabilidad.
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