Imaginemos que un gobierno decidiera poner un impuesto al humo que sale por el caño de escape de los vehículos. Las protestas no se harían esperar. “Con lo que sale cargar combustibles, el Estado pone además un impuesto al humo?”, cabe imaginar a ciudadanos indignados. Pero lo cierto es que esas emisiones de gases tienen un costo colectivo que se traduce en veranos donde se producen menos alimentos, huracanes más frecuentes, ascenso en el nivel del mar.
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