Diego Battiste

Llegó la hora de elegir: lo que dicen y lo que callan los candidatos

Un análisis a dos semanas de las elecciones internas

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14 de junio de 2019 a las 11:46

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Por si acaso, ¿sabés que el próximo domingo 30 de junio empieza el proceso electoral que terminará en noviembre eligiendo al presidente que te gobernará durante cinco años? Por las dudas, ¿sabés qué, cómo y dónde se vota? Se trata de las elecciones internas de los partidos en dónde habrá candidatos como para tirar a la marchanta. ¿Conocés, al menos, a los más importantes?, ¿te enteraste de las propuestas que, según dicen, pondrán en marcha si llegan al gobierno?

Si te queda alguna duda sobre el asunto, a partir de ahora te cuento algunas cosas que tal vez no sabías o se te pasaron de largo sobre las declaradas intenciones y los silencios de los principales dirigentes políticos.

Además, te recomiendo que te des una vuelta por Decisión 2019, nuestro especial sobre las internas en el que nos detenemos en lo que dijeron –y no dijeron los candidatos–, en sus propuestas, además de una guía para saber qué y cómo se vota.

Vamos a ver…

Lo que se viene

Si por Julio Sanguinetti fuera, la cosa sería muy sencilla a la hora de empezar a elegir al próximo presidente. “El balotaje se va a definir entre aquellos que de un lado creen que Venezuela es una democracia y los que de este lado creemos que es una dictadura”, dijo el dos veces presidente y precandidato colorado entrevistado por El Observador, apuntando contra los que en el Frente Amplio dudan acerca de cómo calificar al gobierno de Nicolás Maduro. Pero casi nada es tan sencillo y, antes de la segunda vuelta hay que pasar el trance de las internas y de las nacionales de octubre.

Y es casi seguro que, a muchos uruguayos, en ninguna de las tres instancias se les pase por la cabeza la decadencia del chavismo. Muchos menos les importará el país caribeño cuando el último domingo de este mes de junio tengan que decidir, primero, si sale al frío del invierno para participar de una elección que no es obligatoria, y luego, optar por alguno de los candidatos, particularmente por uno de aquellos que tienen una interna competitiva que coronará a un solo postulante y dejará a los otros por el camino.

A partir de los próximos renglones, le echaremos un vistazo a vuelo de pájaro a las principales promesas de los principales candidatos. Hay para casi todos los gustos y colores, y hay algunas iniciativas que si no supiéramos quién las lanza al ruedo podríamos equivocarnos al designarles un probable futuro ejecutor.

Por ejemplo, ¿quién quiere llevar la sede del Ministerio de Desarrollo Social al barrio Casavalle para que el ministro se codee con los que menos tienen? No, no es el Frente Amplio que creó esa repartición para focalizar sus planes contra la pobreza. Se trata del nacionalista Luis Lacalle Pou quien con este tipo de iniciativas puede seducir a un público progresista que le es mayoritariamente esquivo y cuyos reparos debe vencer si quiere ganar un eventual balotaje.

Por otro lado, ¿quién quiere sacar 2 mil militares de los cuarteles para convertirlos en policías y mandarlos a la calle a combatir el delito? No se trata de ningún derechista afecto a la mano dura. La iniciativa es del wilsonista Jorge Larrañaga quien se puso al hombro la campaña Vivir sin Miedo y juntó casi sin ayuda 400 mil firmas para plebiscitar la reforma junto a las próximas elecciones. Según las encuestas, cerca de un 70% de los uruguayos respalda esta propuesta de Larrañaga. Por eso no resulta raro que el multimillonario Juan Sartori, luego de repudiarla, haya avisado, sin pudores, que se pliega a la defensa de la reforma que también propone un aumento de penas y la posibilidad de realizar allanamientos por la noche.

Además, la necesidad de aumentar  la represión al delito ya dejó de ser tabú en una izquierda que insistía casi únicamente en la necesidad de atacar las causas.

El precandidato frenteamplista Mario Bergara dijo que esa concepción quedó en el pasado. “Nos costó entenderlo, y no se me mueve un pelo en reconocerlo. Ya lo estamos corrigiendo”, aseguró.

En esa línea, su compañero y favorito en la interna frenteamplista, Daniel Martínez, tiene entre sus principales promesas de campaña la creación de un Plan Integral de Combate al Delito, pomposo nombre que incluye duplicar a 10 mil las cámaras de vigilancia y fortalecer comisarías. En este último punto coinciden todos los precandidatos de la oposición, a contrapelo del plan desarrollado por el ministro Eduardo Bonomi que le sacó poder a esas reparticiones.

Los billetes y el Estado

En cuanto al manejo de la economía, los candidatos son prudentes. Demasiado para el gusto de los economistas independientes, quienes consideran que los políticos se están haciendo los distraídos y no dicen que para abatir el déficit fiscal habrá que aumentar impuestos y tarifas.

El caso es que el Estado gasta más plata que la que recauda y esa cuenta en algún momento habrá que pagarla. ¿Qué hacer? ¿Es necesario un ajuste fiscal? “No se puede contestar esa pregunta”, respondió (es un decir) Cosse entrevistada por El Observador y prefirió hablar de la necesidad de “dinamizar” la economía para generar fuentes de trabajo.

Bergara fue mucho más explícito, reconoció que el “déficit está duro de matar”, dijo que en algún momento habrá que meter mano en el régimen de jubilaciones y señaló que el recorte de gastos del Estado no soluciona el problema. Esto último lo dijo porque Lacalle Pou promete un “shock de austeridad” con el que se propone ahorrar unos US$ 900 millones.

Bergara (exministro de Economía y expresidente del Banco Central) tiene su principal cartera de votantes (por ahora son clara minoría según las encuestas que miden la interna del FA) entre aquellos que creen que el conocimiento del manejo de las finanzas es un activo fundamental.

Martínez, igual que su compañero, sostuvo que la austeridad “no va a cambiar los grandes números” aunque no ha abundado acerca de cómo terminar con los números en rojo.

Entre los blancos, Lacalle Pou y Larrañaga aseguran que si ganan no habrá aumento de impuestos ni de tarifas. Pero discrepan sobre los alcances del recorte del gasto del Estado. Como fue dicho, Lacalle Pou consideró fundamental poner al estado a “dieta estricta”, pero Larrañaga afirmó que, por más tijera que se meta, no basta para equilibrar las finanzas públicas.

Para eso propone, al igual que el colorado Ernesto Talvi, que todos los partidos acuerden una “regla fiscal” para comprometerse a no gastar más de lo que se puede.

“Quien no esté dispuesto a firmar este compromiso le va a estar mintiendo a la gente con respecto a su intención de bajar el gasto”, dijo Larrañaga.

Con bastante experiencia en estos asuntos, el expresidente Sanguinetti –quien impulsó la reforma del régimen de seguridad social en su segundo gobierno– avisó que habrá que hacer algún nuevo reajuste en defensa de las Afaps para que el sistema no colapse.

En tanto, el Partido Independiente de Pablo Mieres habla de lo que casi nadie quiere hablar: para ser efectiva, la reforma del BPS debe incluir una postergación de la edad de retiro de los trabajadores.

Más allá de matices, el batllismo parece haber ganado la batalla histórica acerca del alcance del Estado en la vida de los uruguayos.

Ninguno de los precandidatos cuestiona la presencia estatal en la salud, la educación y las políticas sociales y, en general, se promueve el fortalecimiento de esos servicios.

En todo caso, se propone vender locales estatales en desuso (Edgardo Novick) o dejar sin cubrir empleos públicos que queden vacantes (Sanguinetti). Ya casi nadie habla de privatizar empresas estatales como lo intentó sin suerte el Herrerismo en la década del ’90. Los sectores más liberales de los partidos hablan de mejorar la gestión dentro de las actuales estructuras,

El “Ogro filantrópico” –como lo bautizó ácidamente Octavio Paz– o “el escudo de los pobres,” según José Batlle y Ordóñez, goza de buena salud a pesar de sus achaques.

Los cuadernos

La educación, tal vez no tanto como la economía y la seguridad (que son los asuntos más requeridos por los votantes) también preocupa a los políticos.

Para Daniel Martínez allí no puede haber recortes posibles y propone aumentar sustancialmente el presupuesto en ciencia, tecnología e innovación. Cosse, su principal competidora interna, quiere que el 100% de las escuelas y liceos del país sean de tiempo completo.

Los blancos apuntan, entre otras cosas, a fortalecer al Ministerio de Educación y mejorar la formación docente (Lacalle Pou) y a impulsar un nuevo acuerdo nacional para reformar el sistema de enseñanza (Larrañaga).

Entre los colorados, Talvi es principalmente quien, desde hace años, insiste en que al país le va la vida en mejorar la educación en aquellas zonas vulnerables e impulsa la creación de 136 liceos públicos modelos en los barrios más pobres del país.

Las más publicitadas

Las principales propuestas del polémico millonario nacionalista Juan Sartori deben ser las más conocidas por la población dada la cantidad de dinero que invirtió en publicitarlas por todos los medios posibles: creación de 100 mil puestos de trabajo y medicamentos gratis para todos los jubilados a través de la tarjeta MedicFarma.

Esta última propuesta tiene una particularidad: los propios asesores del nuevo político reconocen que es inaplicable.

Techo, sexo y estatización

El comunista Óscar Andrade es de los pocos que priorizó en su programa a los que tienen problemas para conseguir un techo y propone duplicar la inversión en la construcción de viviendas. También va más lejos que sus competidores en los asuntos impositivos y quiere aumentar los impuestos al capital, al patrimonio y a las herencias.

De esta forma intenta nuclear los votos de los frenteamplistas que sienten que la coalición se ha ido moderando irremediablemente tras su arribo al poder. Andrade, un obrero de la construcción que mostró sus dotes de orador en el Parlamento, es el postulante del Partido Comunista (aliado al PVP y a la 711), una fuerza que si algo sabe es mover su maquinaria para competir con aquellos sectores que no se caracterizan por una militancia fervorosa.

Solo el izquierdista radical Gonzalo Abella (Unidad Popular) lo supera en su mirada crítica sobre el sistema capitalista. Es así que propone estatizar la banca privada, los servicios de gas, puertos y aeropuertos, y eliminar el secreto bancario

Allá, en el otro extremo, el católico nacionalista Carlos Iafligliola, pugna por eliminar la ley que le presta ayuda a la población trans y advierte que hay que echarle el ojo a la educación sexual que se presta en las escuelas.

Las alianzas

Pero a pesar de la lluvia de propuestas que se precipitan sobre el electorado, no basta con postular y es necesario ejecutar. Analistas de todos los pelos auguran que ningún partido tendrá la mayoría parlamentaria para aprobar sus ideas y, gane quien gane, estará obligado a pactar con sus adversarios más reconciliables.

Si gana, el Frente Amplio deberá salir a buscar algún voto solidario en aquellos partidos que le son menos esquivos. Por afinidad ideológica, el centroizquierdista Partido Independiente es una de las opciones. También habrá que ver si otras colectividades menores como el Partido Ecologista Radical Intransigente (Peri) de César Vega alcanzan representación parlamentaria. Dicho sea de paso, Vega impulsa la eliminación de la Cámara de Senadores para imponer en su lugar un consejo de ancianos que aconseje a los diputados.

En fin, que el FA no la tendrá fácil para conseguir aliados parlamentarios. Pero también la oposición atomizada tendrá que esmerarse para lograr acuerdos si alguno de sus integrantes llega a la presidencia. “Todos van a demandar cargos en el sentido leal; los gobiernos se integran con gente, no son abstracciones. No es un tema de cuotas”, dijo Sanguinetti a El Observador.

“Llegó el momento de que sea otra la coalición, con una nueva generación de líderes jóvenes que puedan cambiar el rumbo y encarar los desafíos del porvenir”, pareció responderle su correligionario Talvi por el mismo medio.

Entre los blancos, Larrañaga quiere llegar a un acuerdo mínimo, ya imposible, antes de las internas. Lacalle Pou no tiene apuro. El excomandante en Jefe del Ejército, Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto), ya le dijo que no a una concertación en Montevideo y parece perfilarse como un duro negociador.

Además, blancos y colorados desconfían de Edgardo Novick (Partido de la Gente) porque en su momento le dio los votos de sus ediles al entonces intendente Daniel Martínez para que pudiera aplicar parte de su plan de gobierno. Sartori, y no solo en este asunto, es un enigma.

Como penúltimo comentario, hay que decir que pese a la abundancia de propuestas y a la inflación de precandidatos (serán 27 en total), según la última encuesta de Factum el 39% de los uruguayos desconoce que este 30 de junio habrá elecciones internas.

En un exceso de ceguera, el enorme Jorge Luis Borges opinó que la democracia es un abuso de la estadística porque se consulta a la gente suponiendo, erróneamente, que la mayoría entiende de política. En realidad, el error tal vez lo cometan aquellos que, sabedores de lo que ocurre a su alrededor, abusan de su suerte dejando en manos de una minoría la elección de las circunstancias políticas que regirán su vida durante los próximos cinco años.

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