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Los desafíos del INIA

"Es de esperar cambios reales en los enfoques del instituto", expresó Pablo Carrasco
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29 de mayo de 2020 a las 21:52

Por Pablo Carrasco, especial para El Observador

Hace apenas unos días, las nuevas autoridades han sido ungidas en el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), y no se trata de cualquier cambio de dirigencia, sino aquella que forma parte de un gobierno que ha decidido tomar al toro por las guampas y cambiar en serio la innumerable cantidad de falencias acumuladas en todos los ítems sobre los que tiene influencia.

Siendo así, es de esperar cambios reales en los enfoques del instituto. Y cuando digo reales hablo de asumir protagonismo en un cambio tecnológico imprescindible y acompasado a los nuevos paradigmas de la producción, una realidad que ya está consumada en la demanda.

Para comenzar, el INIA atiende las más variadas disciplinas y en su vasta mayoría me declaro ignorante, por lo que solo me referiré a la ganadería vacuna, rubro líder de las exportaciones del Uruguay y en donde mi posición ha sido hasta ahora crítica, reconociendo saludables iniciativas aisladas de técnicos excepcionales y muy capaces en los últimos años.

Para comenzar, yendo desde lo general a lo particular, el cuerpo de nuevos líderes deberá decidir si será parte de la tripulación de las carabelas de Cristóbal Colón en materia tecnológica, asumiendo los riesgos y pagando los costos de aprendizaje, o si estarán dispuestos a abordar el Apolo XI en un viaje sin certidumbres, con apenas unas ecuaciones detrás suministradas por brillantes matemáticos.

Será su primera definición ya que, hasta aquí, ese lugar lo han tomado los emprendedores pagando todos los costos y marcando el camino a sus colegas, dejando para el instituto que ellos mismos financian la “validación” de las tecnologías exploradas. Esto ocurrió con la siembra directa, con el engorde a corral, con la forestación y en este momento con el Pastoreo Racional Voisin.

En segundo término, la adecuación de la tecnología a la necesidad de los productores ha sido una constante preocupación del INIA y esta vez no parece ser la excepción.

Para ello, hace ya tiempo se ha recurrido a los Consejos Asesores Regionales integrados por productores que supuestamente funcionan como cable a tierra. Aquí, y esto cabe para casi todas las actividades gestionadas por los productores, existen varios problemas. Para empezar, los productores reclutados para actividades que no son el foco de su emprendimiento y en un ámbito disperso geográficamente se realiza a partir de la disponibilidad de tiempo, de su cercanía geográfica con la ciudad y por supuesto de su voluntad de servicio a la comunidad. Siendo todas dotes que embellecen a los participantes, ninguna de ellas asegura la demanda por innovaciones o la fuente de cambio imprescindible. Su representatividad es incuestionable, pero esta cualidad de por sí no los hace parte de la solución en la medida que hablamos de un sector estancado desde hace décadas.

¿Saldrán de esta población las iniciativas que sacudan la modorra de los 100 kilos de carne por hectárea, y que se han convertido en el karma del sector? ¿No sería apropiada la respuesta de Henry Ford a quienes le cuestionaban su individual iniciativa de inventar el automóvil: “Si les hubiera preguntado, me habrían pedido un caballo más veloz”?

Claramente, los emprendedores, los “diferentes”, los porfiados, los arriesgados están fuera del radar del instituto. Sus iniciativas se canalizan por cuenta propia o por la agrupación de colegas concretando para el país caminos tecnológicos de gran utilidad y que nunca pasan por el INIA, algo que el instituto debiera preguntarse seriamente.

Finalmente, el INIA deberá mirar hacia adentro y, como decía un amigo, si es bajo los efectos del alcohol mejor, para ver que en ganadería los paradigmas universalmente aceptados pueden ser cuestionados, que las vacas sagradas no son tales y que la mente totalmente abierta podría ser una buena receta. Los efectos del alcohol son pasajeros, pero quien sabe no dejan cambios estructurales en su resaca. Eso si, si toma, no maneje. 

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