El multimillonario inglés Phil White protesta en Davos junto a Marlene Engelhorn heredera de la química alemana BASF

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Los herederos superricos que piden pagar más impuestos para democratizar al mundo

La heredera de BASF, la mayor empresa química del planeta, dice que nunca trabajó y vive como una reina, pero que eso no es justo
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25 de diciembre de 2022 a las 05:04

En mayo pasado los asistentes al Foro Económico de Davos contemplaron las habituales protestas de los grupos juveniles alternativos. Pero mezclados en la multitud, dos personas conocidas por varios del jet set financiero y económico mundial allí reunido, sostenían un cartelito con la inscripción: “en los impuestos confiamos”.

Uno de esos manifestantes era el multimillonario inglés Phil White, que hizo fortuna como consultor de negocios y hoy encabeza un grupo llamado Patriotic Millionaires. Quien lo abrazaba era Marlene Engelhorn, que en marzo, al morir su abuela, heredó la empresa química y farmacéutica alemana BASF, considerada la mayor corporación química del mundo. 

Ella lidera Iniciativa Taxmenow, un grupo alemán que preconiza que lo ricos deben pagar más impuestos y que los superricos, como ella, mucho más. Incluso, a los 29 años, manifestó que estaba dispuesta a deshacerse del 90% de su patrimonio para que lo administre el Estado.

La prensa no tardó en definirlos como “millonarios excéntricos”, pero White respondió de contrataque. “Es indignante que nuestros líderes políticos escuchen a quienes más tienen. Son precisamente quienes menos saben sobre el impacto económico de esta crisis y muchos de ellos pagan impuestos increíblemente bajos”.

Marlene Engelhorn, la otra millonaria en la protesta, dijo: “Como alguien que disfrutó de los beneficios de la riqueza toda mi vida, sé lo sesgada que está nuestra economía y no puedo seguir sentada y esperando que alguien, en algún lugar, haga algo”.

Este fin de año, concluida la fase crítica de la pandemiapero por el alza de precios de alimentos y la energía, otros 250 millones de personas serán empujadas a la pobreza extrema”.

Lo que reclaman en concreto estos supermillonarios es uncambio de sistema en materia de justicia distributiva. Y para ello ven un camino en que la gente de su propia clase pague impuestos más altos de modo que esas retenciones lleguen a los más pobres.

Hacerse rico

"En sentido estricto, hay tres caminos hacia la riqueza: ganancias, carrera u óvulo", resume un programa satírico alemán. Pero las herencias siempre han desempeñado un papel importante a la hora de determinar si alguien es rico o pobre.

"No he trabajado ni un día por mi herencia y no pago ni un centavo por ella. Ya es hora de que me hagan pagar impuestos", afirma Marlene Engelhorn, descendiente austro-alemana de Friedrich Engelhorn, fundador de la empresa química y farmacéutica alemana BASF, considerada la mayor corporación química del mundo.

Friedrich quien murió en 1902 dejando a sus descendientes una inmensa fortuna. Al morir el pasado 22 de septiembre su abuela Traudl Engelhorn-Vechiatto, de 95 años, el pasado 22 de septiembre, Marlene se convirtió en una de los dueños de la firma.

"Todavía no sé exactamente de cuánto dinero se trata porque aún no hemos leído el testamento, pero probablemente decenas de millones de euros", declaró poco después al diario francés Le Monde. Contó que su abuela se hizo rica al casarse con uno de los bisnietos de Engelhorn.

En el momento de su muerte, la revista estadounidense Forbes estimaba su fortuna en US$4.200 millones, gracias sobre todo a la venta de otra empresa familiar, Boehringer Mannheim, por US$ 11.000 millones a la empresa farmacéutica suiza Roche en 1997.

Desde entonces, la joven millonaria residente en Viena (Austria) ha hecho campaña a favor de los impuestos sobre la riqueza y la justicia distributiva.

Iniciativa Taxmenow

"No puede ser que en una democracia se desarrollen élites autoproclamadas. Para mí no es una cuestión de por qué lo regalo o no. Es una barbaridad que no se grave y se ponga a disposición del erario público", declaró al diario alemán "Frankfurter Rundschau".

Bajo ese pensamiento, Engelhorn cofundó en febrero de 2021 la iniciativa Taxmenow, una asociación alemana de personas adineradas que exige que los gobiernos se queden con una parte mucho mayor de su patrimonio heredado, argumentando que estas fortunas no ganadas deberían ser asignadas democráticamente por el Estado.

La propia asociación define como personas adineradas "aquellas que tienen un patrimonio igual o superior a 1 millón de euros" y no se limita a solo jóvenes millonarios, sino a todo tipo de personas.

Sus responsables recogen firmas para una petición para mejorar la justicia fiscal. De momento tienen 80.000 firmas, 62 de las cuales proceden de millonarios.

Entre otras cosas, solicita la reintroducción del impuesto sobre el patrimonio para activos valuados en millones y miles de millones de euros, limitación de las exenciones de los activos empresariales y otras normas especiales en los impuestos sobre sucesiones y donaciones, así como tipos impositivos progresivos en lugar de un tipo único para el impuesto sobre las plusvalías.

"Estamos convencidos de que una mayor justicia fiscal es el camino hacia una sociedad orientada hacia los valores del bien común, la igualdad de oportunidades y la cohesión", informa la asociación.

En ese grupo de millonarios que apoyan esta iniciativa se encuentra también el heredero alemán Antonis Schwarz, de 33 años, de la familia fundadora de Schwarz PharmaAG, que fue una de las 80 mayores empresas alemanas. En 2006, la familia Schwarz vendió su empresa farmacéutica por más de € 4.000 millones (US$ 4.221 millones).

Democratizar el mundo

Schwarz recibió una herencia millonaria cuando alcanzó la mayoría de edad y ahora reclama un impuesto sobre el patrimonio que grave los activos millonarios y multimillonarios, así como normas más estrictas contra la evasión y los trucos fiscales.

"Cuando se habla de familias muy ricas, les preocupan tres cosas: quieren aumentar su dinero mediante inversiones. Quieren minimizar sus impuestos. Y quieren pasar su dinero -libre de impuestos si es posible- a la siguiente generación. Luego educan a sus hijos para que hagan lo mismo", declaró Schwarz a la publicación austríaca Contrast.

Según estimaciones de organismos oficiales, el 1% de la población posee el 35% de la riqueza de Alemania. Mientras, el 40% no tiene ahorro alguno.

De esta manera, desde Taxmenow denuncian que los que tienen dinero tienen poder y hacen hincapié en que la actual legislación fiscal significa que no solo se transmiten enormes cantidades de riqueza, sino también poder, que se distribuye de forma dinástica.

El dinero de los más ricos no sólo les compra una vida de lujo sino, sobre todo, influencia en los negocios, medios de comunicación e incluso en partidos políticos. Preferiblemente en aquellos que ayuden a garantizar que no habrá impuestos de sociedades, impuestos sobre el patrimonio o impuestos de sucesiones más altos en el futuro.

Según los jóvenes millonarios, gravar la riqueza tendría el doble objetivo de aumentar los recursos públicos y quitar ese poder político a personas que no se lo han ganado democráticamente.

"Los negocios y la política están fuertemente entrelazados. Esto se hace mediante donaciones de los partidos y la adjudicación de puestos. En Alemania, es totalmente legal que las empresas paguen a los políticos. Es increíble la cantidad de dinero que hay en juego", critica Schwarz.

“Geld”

En esa línea Engelhorn escribió su libro "Geld" (Dinero) sobre la redistribución de la riqueza. En él describe a su clase como el 1% más rico de la sociedad que apenas tiene idea de la vida del 99% restante.

"Los superricos tienen que reconocer que sus privilegios son una injusticia por principio", escribe Engelhorn en "Geld".

En cualquier caso, indica, fortunas de cientos y miles de millones no tienen nada que ver con el trabajo. "Es mentira que el trabajo te haga rico. Si no empiezas tu vida en el 10% más rico de la sociedad, es muy poco probable que llegues a serlo. Con trabajo o sin él", admite Engelhorn.

No obstante, los impuestos sobre el trabajo son significativamente más elevados que los que gravan las herencias y donaciones millonarias.

Otro ejemplo: por la venta de Boehringer Mannheim a la farmacéutica suiza Roche, las autoridades fiscales alemanas no recaudaron ni un centavo porque su tío abuelo, Curt Engelhorn, había trasladado previamente la sede legal de la empresa al extranjero.

Como heredera de una de las familias más ricas de Austria, cuestiona precisamente eso: la transmisión de la riqueza en dinastías familiares. Lo califica de feudal, una reliquia de tiempos predemocráticos.

Un “cambio estructural"

En su opinión, los impuestos que los millonarios evitan pagar sobre fortunas y herencias millonarias hacen falta para guarderías, hospitales y tribunales. 

Según Engelhorn, no deberían ser los ricos quienes decidieran qué intereses y pasiones personales merecen sus millones heredados.

"No hace falta otra fundación", afirma al diario The New York Times. "Lo que realmente se necesita es un cambio estructural".

Austria, donde vive Engelhorn, abolió su impuesto de sucesiones y el de donaciones en 2008. Sin embargo, los herederos de una propiedad familiar están sujetos al impuesto de transmisiones patrimoniales. Este hecho sigue haciendo que, al menos en público, se siga hablando del impuesto de sucesiones, aunque en sentido estricto ya no exista.

El número de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que gravan la riqueza neta se redujo de doce en 1990 a cincoen 2020. Aunque el número de países de la OCDE que gravan las herencias es mayor, la cantidad recaudada representa el 0,5% de todos los impuestos.

"Con menos dinero en manos del 1% más rico, Europa es menos desigual que Estados Unidos. Pero en Europa, las fortunas familiares y el dinero antiguo son más frecuentes, y la riqueza, las conexiones e incluso las ocupaciones se transmiten de generación en generación", escribió TheNew York Times.

Más de la mitad de los multimillonarios europeos heredaron sus fortunas, mientras que en Estados Unidos lo hizo un tercio, según un estudio del Instituto Peterson de Economía Internacional.

 

 

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