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26 de diciembre 2021 - 5:02hs

Por Victoria Morelli
Miembro del Consejo Directivo de Adpugh

 

Actualmente, las habilidades soft (o habilidades blandas), son competencias transversales que los colaboradores precisan para un buen desempeño laboral. Demostrar empatía, regular las emociones, tomar decisiones en contextos de incertidumbre y resolver conflictos en los equipos de trabajo, son algunos ejemplos de las competencias que poseen gran importancia para las empresas. Sin embargo, estas habilidades no necesariamente se aprenden con un título universitario, y además conforme va creciendo una persona las puede desarrollar en diferente grado.

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En particular, durante los meses de pandemia estas habilidades sociales marcaron la diferencia en los equipos de trabajo, y por tanto muchas empresas comenzaron a incluir acciones concretas en sus planes de bienestar organizacional para fortalecerlas. Problemáticas vinculadas con el teletrabajo desde el hogar, la sobre información, y la multitarea como respuesta a los diferentes canales de comunicación, fueron abordadas desde el lente del estrés laboral, la concentración y la posibilidad de decidir cómo reaccionar.

Precisamente en este contexto, es donde la práctica de Mindfulness comenzó a ser especialmente considerada por las empresas uruguayas, siendo una aliada en las acciones de bienestar organizacional.  

Mindfulness o también atención plena, no es algo nuevo. John Kabat Zinn, quién emprendió el desafío hace treinta años de traer esta práctica a nuestra cultura occidental, la define como “prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”. Este desafío implicó reinterpretar y adoptar a nuestra vida cotidiana los aprendizajes de la meditación oriental obteniendo beneficios constatados en los últimos tiempos por la neurociencia.  

Es interesante darnos cuenta que Mindfulness es una habilidad con la que todas las personas contamos, y que aplicamos naturalmente al realizar actividades tales como practicar un deporte o bailar al ritmo de una canción.

La práctica de Mindfulness implica la intención de estar presente en la vida cotidiana, re- conectar con lo que está sucediendo en este momento presente.  Involucra, por ejemplo, participar en una reunión de trabajo, donde nos damos cuenta que nuestra mente nos distrae, y re-enfocarnos en la escucha atenta de lo que el equipo está planteando, o cuando estamos en una conversación difícil, darnos cuenta que una emoción desagradable nos invade y lograr no reaccionar, sino generar el espacio para tomar la decisión de cómo responder de forma asertiva.

Desarrollar esta habilidad implica un entrenamiento y Mindfulness toma la meditación como una de las formas de practicar la contemplación del momento presente. Se entrena la capacidad de observar las sensaciones físicas, los pensamientos, y las emociones que se experimentan en el aquí y ahora.  Se propone realizar esta observación sin juzgar o querer cambiar algo de lo que está sucediendo. Por ejemplo, durante una práctica formal podemos observar la respiración, desarrollando así la capacidad de prestar atención y mantener la concentración.

¿Por qué practicar de esta forma? Realizar una actividad de forma repetida tiene un impacto a nivel cerebral generando cambios en su estructura y por lo tanto en nuestra forma de funcionar. Por ejemplo, al estar realizando una práctica formal de Mindfulness puede suceder que mi mente me pida que me levante a buscar una bebida porque siento sed. Entonces me doy cuenta de este pensamiento, y de las sensaciones físicas y emociones que estoy experimentando. Sin embargo, me mantengo en mi posición de meditación, aceptando y observado este estímulo que me pide que reaccione de forma inmediata. Luego, este comportamiento de no reacción se puede dar en otra situación muy distinta, por ejemplo, cuando estoy en una reunión, y mi mente me distrae o quiere ir hacia otro tema.  Primero logro darme cuenta de este pensamiento, y luego con intención vuelvo a enfocar mi atención en lo que me está planteando un colaborador en la reunión.

La práctica de Mindfulness no sólo toma como recurso la meditación, sino que también utiliza lo que se conocen como prácticas informales. Esta práctica consiste, por ejemplo, en observar y ser consciente de nuestro cuerpo, pensamientos y emociones durante la práctica de un deporte, o simplemente al realizar un hábito cotidiano como puede ser tomar una ducha. De esta forma también se fomenta el cambio a nivel cerebral, construyendo el hábito de contemplar el  momento presente sin reaccionar y sin juzgar, aceptándolo tal cual es.

La neurosciencia ha demostrado que la práctica de Mindfulness genera cambios a nivel de las competencias soft: desarrollando la habilidad de reconocer impulsos, autorregular emociones y escuchar atentamente; aumentando la concentración y la claridad mental para tomar decisiones más asertadas; disminuyendo errores y síntomas de estrés. Como resultado de la práctica de Mindfulness, los colaboradores encuentran un camino para desarrollar y fortalecer estas habilidades tan necesarias para el trabajo.

La evidencia de los cambios se experimenta en la vida cotidiana, en la conversación con un cliente, en una reunión de equipo, y en otras tantas oportunidades en que la vida cotidiana invita a responder con atención plena.

 

 

 

 

 

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