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Gabriel Pereyra

Gabriel Pereyra

Columnista

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Netflix y el divorcio de los uruguayos con algunos monopolios

Llegan de a oleadas, inmateriales, ominipresentes, servicios de todo pelo y color, y el usuario está de fiesta
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03 de noviembre de 2015 a las 10:16

La historia reciente de los monopolios estatales en el país es bastante conocida. El intento del gobierno blanco (1990-1995) de privatizar algunos servicios y desmonopolizar otros fue derribado por un plebiscito (apoyado por el Frente Amplio y por el expresidente Julio Sanguinetti), en el que los uruguayos les dieron a algunos servicios públicos el grado de "soberanía". "Defender la soberanía", decían sus detractores. En ese contexto deviene un intento de los partidos tradicionales por cambiar la estructura de un Estado que ellos mismos habían montado.

La actitud "estatista", defensora de los públicos y de las empresas públicas, pasó entonces al discurso del Frente Amplio, que es para algunos analistas la representación moderna del viejo batllismo.

Luego ni el propio Frente pudo con las leyes del mercado y desmonopolizó el servicio de basura en Montevideo y privatizó Pluna.

Algunos monopolios son hoy como una especie de ente testigo o de motivo de justificación para otros monopolios. Un aparato de teléfono de línea fija es hoy un artículo casi decorativo.

Entonces la tecnología llegó y barrió a un montón, entre ellos a algunos monopolios privados.

El dirigente del gremio del Taxi, el pro mampara, Óscar Dourado puso el grito en el cielo por la llegada del servicio de transporte Uber. Los usuarios de los taxis montevideanos saben la calidad del servicio que les brindan. ¿Cuántas veces el cinto roto? No hablo del resto de las cosas que pasan en el taxi, ya lo hicieron otros y muy bien.

El gobierno se apresta a regular el funcionamiento de Uber y otros servicios, actividades que mueven dinero que puede ser gravado.

Algo similar pasa con Netflix y Spotify, los servicios legales de películas y música, que llevaron a los dueños de los canales de televisión a pedir que también sean gravados por la DGI.

Lo de los canales de TV es una historia en sí misma en esto de los monopolios. Al principio de la historia, tres grupos económicos recibieron la concesión de los canales de TV abierta. Cuando llegó la TV por cable, el presidente Luis Lacalle, aunque pretendía desmonopolizar servicios estatales, generó en los hechos un monopolio privado al concederles los principales canales cable a los dueños de la TV abierta.

Cuando llegó la TV digital, también abierta, los canales privados pidieron a la izquierda que siguiera comportándose como hasta entonces, respetando las ondas estatales que se les concedió y frenando el crecimiento en Uruguay de los medios extranjeros, como fue el caso con el grupo Clarín o DirecTV.

Pero esta vez el Frente concedió dos canales más a privados y otros a organizaciones sociales. El tema está en el CTI y no sé si se salva. No están dadas las condiciones para efectuar el apagón digital y el encendido de la TV abierta –no importa si analógica o digital– ha caído drásticamente en los últimos 10 años.

Nadie parece muy interesado en iniciar un negocio que podrá dar una cierta cuota de poder, pero que, como negocio, fenece.

El virus de los servicios que brinda internet está impactando también en la TV por cable. ¿Quieren gravar a Netflix? Que lo graven, aun así miles y miles seguirán utilizando ese servicio de streaming, porque la grilla de la TV para abonados –salvo los servicios prémium– también está quedando caduca.

Por otro lado, le hicieron una denuncia a Cuevana que, a diferencia de Netflix, es un sitio web pirata. Como en todo este proceso en el que el usuario ha ido cobrando poder, los defensores del monopolio llegan tarde al trancazo.

Cuevana está en caída y los usuarios están emigrando por miles hacia otros servicios, también piratas, que mejoraron en cantidad y calidad. Y todo con un par de clics ¿Habrá una ley genérica para frenarlos a todos? ¿Cómo controlarán que hoy no cancelen un servicio y mañana se abran 10, con otros nombres, en otros servidores, en otros rincones del planeta? Es un tsunami que se viene. Y los defensores de los monopolios buscan salvar lo que se pueda. Van armados con un colador.

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