El presidente tiene unos días para pensar qué lugar da a sus socios políticos y cuánto de sus propuestas integra a los planes de su gobierno, que es el gobierno de toda esa base partidaria amplia y multicolor. No tiene que hacerlo por la presión de una eventual fractura en la coalición, porque los partidos miembros tienen un incentivo determinante para permanecer aliados hasta el final: no hay 2024 sin 2021.
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