Te invito a leer esta edición especial de Pícnic! Invierno, en honor al frío que ya se instaló oficialmente por fecha y hora, pero que ya se coló en nuestras vidas desde hace días. Para llevarle la contra a las bajas temperaturas te propongo que hagas una caminata de sonidos. ¿Qué es eso? Algo tan sencillo como planear un recorrido cualquiera (por tu barrio, por el parque más cercano, por el bosque de la costa, por la playa y un largo etcétera) con un solo objetivo: escuchar los sonidos de la naturaleza y del ser humano. Si lo hacés caminando, te servirá también para sumar ejercicio y aire libre a los beneficios de esta práctica que ayuda a bajar las revoluciones, a darte un respiro y a meditar en movimiento.
Fue un compositor canadiense quien comenzó a hablar en los años 70 de “caminatas de sonidos”. R. Murray Schafer y su colega Hildegard Westerkamp temían que los sonidos mecanizados de la vida moderna quedaran tan en primer plano que terminaran apagando los que se generan en un ambiente natural, incluyendo nuestra propia respiración, latido del corazón y tantos más. La propia Westerkamp diseñó uno para el Parque Queen Elizabeth de Vancouver, que lleva desde el estacionamiento a las fuentes de agua y caminos interiores.
Para probar su teoría hice una prueba tan sencilla como parar el auto en el Parque de los Aliados y caminar unas pocas cuadras respirando y escuchando. Pronto el ruido del tráfico desapareció y me di cuenta que nunca le había prestado atención al sonido del agua de la fuente. La brisa entre las hojas sonó más fuerte que alguna bocina que seguro tocaron pero no oí. Es una experiencia renovadora y no requiere más que unos minutos. Algunas claves:
-buscá los diferentes niveles de sonidos. El más alto suele tapar al resto si no hacés un esfuerzo por pasarlo a un segundo plano.
-detectá los sonidos de lo que no ves: pájaros y otros animales, viento, hojas sobre la calle, agua que corre.
-prestá atención al ritmo, el volumen y el tono que están presentes en todos los sonidos.
-Escuchá también tus sonidos: tus pasos, tu respiración, tu mano sobre cualquier textura.
También la tecnología puede facilitar una linda caminata de sonidos a través de auriculares en los que escuchamos recorridos de audio pregrabados. Se me ocurre que una visita guiada de sonidos naturales por el Jardín Botánico podría ser una experiencia hermosa (tiro la idea). En realidad se la tomé prestada a la compositora ganadora del premio Pulitzer, Ellen Reid, quien creó obras musicales para espacios naturales desde California hasta Grecia y tiene una app para recorrer parques de todos esos lugares.
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