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Opciones de productos uruguayos y ecológicos para decirle adiós al plástico

Comerciantes y emprendedores uruguayos coinciden en que creció el mercado de productos ecológicos con la regulación que cobra las bolsas plásticas
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29 de mayo de 2019 a las 05:02

La ley 19.655 de uso sustentable de bolsas plásticas, que se pondrá en vigencia el próximo 30 de junio (pero que en parte ya se aplica desde el 1º de abril), busca desestimular el uso del plástico, “promover su reúso, reciclado y otras formas de valorización”.

Se exige que las bolsas expendidas en comercios y supermercados sean biodegradables o compostables; es decir que no pueden tener fibras plásticas y deben descomponerse al entrar en contacto con elementos químicos naturales y activarse con agentes biológicos, como el agua o el calor.

Dicen que de pequeñas ideas surgen grandes negocios, y el cuidado del ambiente y esta nueva normativa han captado la atención de emprendedores que comenzaron a crear lo que se podría llamar un mercado del no plástico. Varias empresas uruguayas encontraron un negocio en la venta de productos sustentables que lo sustituyen.

“Sin duda esto empezó a abrir la puerta a pequeños y grandes negocios”, opinó Paola Maldonado, una emprendedora que trabaja con productos de bambú. Además, destacó programas de apoyo a los llamados emprendimientos B, como es el programa Oportunidades Circulares del Proyecto Biovalor, ejecutado por los ministerios de Industria, Energía y Minería; Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y Ganadería, Agricultura y Pesca. Una empresa B es aquella que logra tener un triple impacto: económico, social y ambiental.

Maldonado agregó que varias empresas empezaron a transitar un camino de prácticas ecológicas y que por eso se necesitan más herramientas que estimulen a que aparezcan otros tipos de productos y servicios.

Bolsas Greenpacto

Las primeras bolsas que vendía Greenpacto se producían con polietileno combinado con aditivos oxobiodegradables, que en 36 meses se quebraban en pequeñas partículas de plástico. La empresa se puso a la par de la reglamentación, y ahora comercializa bolsas que son biodegradables y compostables, que en contacto con humedad y calor pueden desintegrarse en solo seis meses.

El fundador de la empresa, Enrique Caillabet, tiene 20 años de experiencia en el sector de productos de polietileno, y hace cuatro que decidió trabajar con materiales que fueran más amigables con el planeta. Acerca de la ley, Caillabet opinó que aún “todo está muy verde” y dijo que el adelanto de fecha de la implementación, por parte del Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu) “no estuvo bien”.

“Nosotros adelantamos producción y nos quedamos con stock. Nuestros clientes se quedaron con bolsas porque la gente cambió la forma de llevar la mercadería”, comentó el titular de la empresa. Dijo además que las bolsas con el sello de “biodegradable” que circulan hace unos años en los supermercados locales están hechas con una mezcla de polietileno y aditivos oxobiodegradables, que hace que el material se descomponga, se reseque y termine quebrándose en minúsculos pedazos de plástico que, sin verse fácilmente, aún siguen existiendo como tales.

Para la mesa, Compostables Uy

La empresa uruguaya Compostables Uy ofrece una línea de 80 productos hechos a base de plantas; entre ellos vasos, platos, cubiertos, sorbitos y bolsas. Por las características del material –que a la vista parece plástico– cuando entran en contacto con humedad, microorganismos y calor se compostan en 120 días.

Algunos se hacen con bagazo, que es el resto de la caña de azúcar; otros con ácido poliláctico de maíz (PLA), un bioplástico que deriva de la planta de maíz, y otros se producen a base de papel con certificación FSC (Forest Stewardship Council), que se la da a bosques sostenibles que cuentan con un buen estado ambiental y además favorecen el desarrollo socioeconómico de la zona en la que se encuentra.

El fundador de la empresa, Alberto Nogues, dijo que nota un pequeño cambio en el consumo de plásticos, aunque no son todos los casos: “Por el lado de las bolsas es ley, y cuando algo se impone la gente baja la cabeza y lo hace. Por otro lado la mayoría de las empresas con las que nos hemos contactado se entusiasman con los productos que ofrecemos pero siguen usando plástico porque es más barato”.

Según Nogues, empresas de todo el mundo sufren actualmente una presión para reducir el nivel de uso de plásticos en sus productos. Dentro de las razones que nombró el vendedor, destacó los 17 objetivos de desarrollo sostenible de ONU, que incluyen “acción por el clima”, “energía asequible y no contaminante”, “ciudades y comunidades sostenibles”, “vida submarina” y “vida de ecosistemas terrestres”.

Dijo también que los consumidores uruguayos se están dando cuenta de que existen nuevas alternativas de consumo que son más amigables con el ambiente y que eso también hace que crezca la demanda, que al final es lo que impulsa la creación y producción que hace avanzar el mercado del no plástico.

Macetas naturales de Laboratorio X

Laboratorio X nació en 2018 de la mano de Paola Maldonado y Lucía Gago, dos emprendedoras que crearon un hilado a base de fibra de caña de bambú uruguayo.

Maldonado, que continúa sola con el proyecto, ideó macetas biodegradables, creadas a partir de un subproducto, tipo aserrín, que se genera de la extracción de la fibra de caña. A diferencia de las macetas de plástico, estas permiten que las raíces de las plantas puedan entrar en la tierra sin esfuerzo, ya que en contacto con la humedad, el recipiente tarda de 10 a 15 días en desintegrarse.

Estas macetas naturales se pueden comprar en forma individual o en un pack que incluye la maceta, una bolsa hecha de papel mineral con tierra orgánica y semillas orgánicas. “El cobro de las bolsas de plástico impulsó que mucha gente empezara por no usarlas tanto, pero algunos también comenzaron a volcarlo en otros aspectos de su vida diaria”, comentó la emprendedora y agregó que la movida ecologista está abriendo paso a nuevos mercados.

“Veo que muchas personas han empezado a dejar el plástico, por ejemplo usando botellas de vidrio. Pero depende de la cultura, del conocimiento y de los medios que tengan para adquirir otro tipo de productos” agregó. Sobre el mercado de materiales alternativos, Maldonado considera que existen oportunidades de negocio y que, más allá de quienes diseñan e investigan, la movida del no plástico empezó a generar una inquietud en otros actores que comienzan a demandar nuevos productos.

La emprendedora contó que este año está investigando y realizando prototipos de nuevos materiales que puedan seguir potenciando el uso del bambú, y que trabaja en alianza con el vivero Bambú del Este, el proyecto de apoyo a emprendedores Zhú Innovación en Bambú y la empresa Panda Uy.

Un mercado en el cañaveral de Panda Uy

Panda Uy ofrece amplificadores de sonido, separadores de ambiente, carpas para niños, ceniceros y exhibidores, todos hechos a mano con un recurso renovable y de rápido crecimiento: la caña de bambú.

Analaura Antúnez está a la cabeza de esta empresa que busca agregar valor a la caña de bambú a través del diseño de productos diferenciales. La emprendedora también está, junto a Gabriel Arenares y José Burlando al frente de Zhu Innovación en Bambú, un proyecto que busca apoyar a quienes crean empresas para trabajar con caña de bambú uruguaya.

Antúnez destacó que existen empresas que, cada vez más, están buscando generar un impacto que vaya más allá de lo económico. Y considera que las empresas B “crecieron muchísimo” en el último tiempo.

Productos hechos de fibra de bambú, como utensilios de cocina, son comunes de ver, se consiguen en muchos supermercados, y son importados desde China. Sobre este tipo de objetos, la emprendedora dijo que en Uruguay aún no existe una manufactura tan desarrollada como para producir “con esa terminación”.

“Mi desafío siempre fue cómo competir contra China, pero yo quiero hacer las cosas que China no puede”, comentó. “A la cabeza del chino que hace 1.000 productos en dos horas yo elijo pensar otro tipo de producto más artesanal”, explicó.

La caña de bambú crece con facilidad y es un recurso renovable que, según Antúnez, si se sabe aprovechar y cuidar, puede crecer durante años. La emprendedora, desde su lugar, intenta incluirlo en el mercado y además enseñar a otras personas a trabajar con ese material porque es una buena alternativa a los productos plásticos. Exhibidores para fruta hechos por esta empresa pueden verse en los supermercados Disco.

No es papel film, es Wabee Sabi

Para envolver diferentes alimentos y recipientes, la empresa Wabee Sabi ofrece una tela de algodón cubierta por una mezcla de resina de árbol, cera de abeja y aceite de jojoba. Basta darle calor con las manos para que, en unos segundos, se amolde al producto envuelto.

Este emprendimiento uruguayo creado por Tomás Jolivet y Brian Díaz insertó en el mercado una alternativa, de origen natural, al uso del clásico papel film, mientras aprovecha la cera de abeja que los apicultores suelen descartar. Estos envoltorios sirven para conservar alimentos frescos, como queso, pan, frutas o verduras. Si bien no contiene sustancias que puedan contaminar los alimentos, no es recomendable que se usen para envolver carne cruda.

Díaz comentó que la empresa viene en crecimiento y que, actualmente están implementando nuevos planes de marketing porque "es un producto nuevo en el mercado y la gente no se anima o no se involucra con él con tanta facilidad".

El emprendedor coincidió en que cada vez hay más conciencia entre los consumidores sobre el uso de objetos plásticos y dijo que este nuevo mercado "recién se está empezando a despertar", aunque todavía "sigue faltando mucha más fuerza" de parte de los consumidores para darle un empujón.

Sobre la regulación de venta de bolsas plásticas dijo que fue un pasito, pero lo calificó de "endeble", porque "en muchísimos supermercados y almacenes cobraron las bolsas por unas semanas y ahora dejaron de hacerlo". Comentó que como país vamos encaminados, de forma lenta, a una mejora en términos ecológicos y que la solución está en la cultura y la educación. "Hoy en día, en los colegios los niños reciben y trabajan temas de medio ambiente desde los 10 años, y les fascinan. Eso lo encuentro sensacional" agregó.

Los Wabee Sabi se pueden doblar y apilar sin riesgo de rotura, además esta ecológica alternativa para guardar alimentos se puede lavar con agua y jabón y de esta manera se reutiliza después de seco. Se venden en paquetes de a tres con diferentes medidas y llegan a tener una vida útil de un año si se les de un cuidado apropiado.

Sorbitos de bambú Mambú

Nicolás Benech y Agustín Merli también encontraron una oportunidad de negocio en el auge del eslogan “no más plástico” y hoy la aprovechan a través de la venta de sorbitos hechos de bambú.

Benech los descubrió en Filipinas y en una charla con Merli decidieron importarlos para ofrecerlos en el mercado uruguayo. Hace un mes crearon la cuenta de Instagram de la marca, Mambú –que hoy tiene 1.500 seguidores– y comenzaron a venderlos a su principal público: los restaurantes y locales gastronómicos. Luego, debido a las crecientes consultas de usuarios de Instagram, comenzaron a hacer envíos a consumidores finales.

“En Filipinas la gente sale a tomar algo y lleva su sorbito de bambú en el bolsillo. Sería ideal que eso pasara acá”, dijo Merli. Un sorbito de Mambú puede rendir hasta mil usos, siempre y cuando se enjuague y se deje secar, además se adapta a todo tipo de bebidas, tanto calientes como frías.

Cada sorbito cuesta $ 35. Al consumidor final se venden de a 10, mientras que en negocios gastronómicos la cantidad varía dependiendo de lo que demande cada cliente.

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