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Punto muerto en la salud, acelerador en la economía

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30 de octubre de 2021 a las 05:03

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Una lectura del informe sobre América Latina y el Caribe, del Fondo Monetario Internacional (FMI), con la mirada puesta en Uruguay, permite valorar la gestión del gobierno de Luis Lacalle Pou en torno a las políticas para atacar las múltiples crisis derivadas de la pandemia y, a la vez, apreciar mejor la importancia de la LUC, además de la necesidad de impulsar más reformas estructurales. 

Sin hablar en particular de nuestro país, el documento, titulado Perspectivas económicas: las Américas. Un largo y sinuoso camino hacia la recuperación, difundido el jueves 21, no deja margen de duda acerca de la mejor ruta para fortalecer la economía y ayudar a que cicatricen de la mejor manera posible las heridas que ha dejado el covid-19. 

El empuje renovador del presidente se vio perjudicado por la gestión que impuso el nuevo coronavirus. Luego se sumó el ambiente de incertidumbre por el movimiento opositor contra la LUC, una ley de urgente consideración que recoge un conjunto de transformaciones que atacan ciertos problemas endémicos de la economía y que estaban en el programa de gobierno. 

El FMI advierte que la pandemia dejará “secuelas a largo plazo” en la región y por ello es clave que los países adopten políticas de mediano plazo que signifiquen “un compromiso creíble con la sostenibilidad fiscal”. 

Eso supone más eficiencia en el gasto público, lo que incluye reasignaciones que favorezcan a los sectores más vulnerables. O, dicho de otro modo, demostrar seriedad con respecto a la prudencia fiscal, consciente de que los recursos son muy limitados, mucho más por los desembolsos públicos realizados durante los peores momentos de la pandemia.

Las reformas estructurales deben atender dos problemas endógenos: la falta de productividad y de competitividad.

La transformación de la economía requiere de planes de capacitación laboral pensados en nuevas ocupaciones; una reconversión de aptitudes profesionales para facilitar la reasignación de la mano de obra desde sectores estancados o en declive hacia otros más dinámicos.

Otro componente clave es la mejora de la educación, en cuyo caso el FMI hace hincapié en lo más urgente por la pandemia: ampliar el horario escolar; más capacitación a los docentes; y programas extracurriculares para paliar los problemas de aprendizaje durante el período de la enseñanza virtual.

La LUC, que podría caer si se alcanzan las firmas para convocar a un referéndum, incluye diversas medidas que pueden ubicarse en la dirección que recomienda el organismo internacional: una regla fiscal, una gestión pública más transparente, mejora en el mercado de los combustibles derivados del petróleo y una nueva institucionalidad en la educación apropiada para concretar transformaciones.

Sin duda que se necesitan más reformas estructurales, no solo para reforzar el crecimiento, sino para estar mejor preparados ante serios riesgos externos, regionales y nacionales, como nos advierte el FMI.

La decisión del gobierno de dejar por ahora en “punto muerto” el fin de la emergencia sanitaria, dado el comportamiento del covid-19 en varios departamento del país, como graficó el presidente, nos habla solo de la perilla sanitaria. Pero hay otro perilla, la de la economía, que, muy por el contrario, hay que ponerla en movimiento, más aún, es necesario apretar el acelerador. 

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