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29 de abril 2024 - 5:00hs

En un futuro (no tan) lejano, la refinería de La Teja de ANCAP ya no destilaría petróleo crudo. Esa es la aspiración de la Estrategia Climática de Largo Plazo del Poder Ejecutivo, en principio, para 2050. Pero antes, deben suceder muchos cambios previos, no solo en la refinería, sino a nivel de demanda de consumo de combustibles a nivel local y mundial, que hagan que eso sea posible. 

Consciente de que debe apuntar hacia allí al futuro, ANCAP tiene diseñados planes a corto, mediano y largo plazo, con el objetivo final de transformar La Teja en una bio-refinería. Hace unos años, al comenzar a pensar este plan, ANCAP definió su programa como una “transición responsable”, lo que implica “prepararnos para el futuro en muy largo plazo mientras no descuidemos los objetivos y las obligaciones legales que tenemos de suministrar la energía del país” explicó Alejandro Pedezert, jefe de ingeniería de procesos de ANCAP. 

El país asumió el compromiso, en la segunda NDC (contribución determinada a nivel nacional) del acuerdo de París, de presentar para 2028 el primer plan de reconversión. De todos modos, en ese camino a largo plazo, ya están identificados los primeros pasos, que son los que tiene sentido comenzar a implementar ahora. Estos son la producción de biogasoil (RD) para uso en automóviles y camiones diésel y biojet (SAF) para aviones.

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El proyecto se puede impulsar por tres factores. En primer lugar, porque el país ya produce mucha materia prima que sirve para obtener esos biocombustibles a través de un proceso llamado HEFA (por sus siglas en inglés), que es el hidrotratamiento de grasas y aceites. 

En segundo lugar están las capacidades y recursos propios que ya tiene ANCAP junto con Alur que pueden contribuir a este proceso. De parte de Alur, la posibilidad de incentivar la producción de este tipo de cultivos y los activos industriales que tiene para la obtención de las grasas y aceites necesarios para alimentar a la refinería, y que sean certificadas como sostenibles. En tanto ANCAP ya produce hidrógeno “gris” que tiene una intensidad de carbono asociada baja, que a su vez genera la mitad de emisiones que el hidrógeno gris utilizado en otras partes del mundo “por lo tanto es una ventaja competitiva” explicó Pedezert.

ANCAP Alejandro Pedezert, Ingeniería de Procesos de ANCAP

Y por último, está el componente de mercado: en el mundo desarrollado se están dando incentivos y regulaciones para impulsar el uso, sobre todo, del SAF. Este aspecto es fundamental, ya que son combustibles más costosos que los fósiles y sin algún tipo de incentivo (u obligación) es poco probable que el mercado esté dispuesto a pagar la diferencia. 

Actualmente se está completando el estudio de factibilidad y según estimaciones de la empresa, para 2028 se estaría en condiciones de comenzar a producir. “Aunque falten cuatro años, es lo más inmediato” en términos de transformación energética, aclaró Pedezert.

A pesar de eso, Uruguay está adelantado en este camino, ya que todos los compromisos internacionales, como el NDC del Acuerdo de París, son para 2030. Si bien hay un mercado incipiente sobre todo en Europa y Estados Unidos, “esperamos que para 2030 el mercado sea mucho más líquido; la ventana de oportunidad está en pegar primero” afirmó Pedezert. Y agregó que la posible producción de este tipo de biocombustibles sería con foco en su exportación. 

Otra ventaja que tiene este proyecto es que se integra con la refinería en términos de servicios y colocación de producto y otros, pero “puede funcionar como unidad productiva casi independiente” aclaró Pedezert. Esto es clave, teniendo en cuenta el aspecto esencial que ANCAP de continuar cubriendo la demanda de combustibles del país, que actualmente es de combustibles fósiles.

Camino a sustituir el crudo

A más largo plazo aún, con miras de empezar a proyectarse en 2030, y aún en una fase de estudio muy preliminar, ANCAP estudia alimentar a la refinería con un material residual. Uno de los materiales a estudio son los residuos plásticos recuperados de los residuos urbanos sólidos. Esto permitiría a ANCAP “colaborar en dos sentidos” con el país: en hacer más sostenible el transporte a nivel local y también de colaborar con uno de los desafíos que tiene el país que es la disposición final de residuos plásticos. 

Con este proceso se podrían producir nafta circular para la industria petroquímica (que fabrica el plástico que genera el residuo) y Supergás circular, Gasolina circular y Gasoil circular.

Si bien la empresa es “solo un instrumento” en una política energética que debe ser definida por el estado. “ANCAP tiene capacidad de reaccionar y tiene los medios para hacerlo; podemos colaborar en la política nacional y ser un actor líder, pero acompañamos el camino que quiera recorrer el país” aclaró.

Volviendo al inicio, la clave, sea cual sea el combustible que se use para alimentar la refinería, es en hacer esa transición de forma responsable, sin descuidar las demandas del mercado. Esa es “una de las principales decisiones estratégicas y de las más difíciles de tomar en este momento” explicó Pedezert: “a partir de cuándo yo me tiro a ser más sostenible, y en qué condición voy a estar de utilización de la refinería en ese momento”.

La eficiencia de la refinería actual

Mientras se desarrolla esa transición, y con el objetivo de “hacer más eficiente lo que hacemos ahora” la planta de La Teja viene realizando en los últimos años varias modificaciones a su refinería para mejorar la eficiencia de todos sus procesos. Según estudios internacionales en los que participa, comparada con refinerías similares, de toda América (incluyendo Estados Unidos y Canadá), La Teja tiene buenos índices. 

La refinería de ANCAP se ubica en el primer o segundo cuartil en que se divide el ranking en casi todos los índices, lo que significa que tiene un activo “que se está usando eficientemente” explicó Pedezert. Incluso, en los últimos 5 años, ANCAP logró bajar la intensidad de las emisiones emitidas por litro refinado un 20%, por lo tanto la refinería “emitió un poco menos, pero produciendo aún más, porque fue más eficiente”. 

Este es un aspecto clave que Pedezert entiende que no se debería descuidar nunca, más allá de los planes a futuro, porque ser eficiente siempre es favorable económicamente: “si ahorrás emisiones, ahorrás energías y por lo tanto, ahorrás costos”.  

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