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Notre Dame: réquiem por una catedral dañada y el debate que ya comienza sobre su reconstrucción

¿Cómo pudo suceder y cómo se debe reconstruir la icónica Notre Dame? Las polémicas, mitos y verdades tras el incendio
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19 de abril de 2019 a las 05:00

Se calcula que cada año 12 millones de personas visitaban la catedral de Notre Dame, uno de los templos católicos más reconocidos del mundo y, de hecho, uno de los monumentos más populares en todo el planeta. Si se filmara un video en cámara rápida de estas 33.000 personas en un día cualquiera, se verían como pequeñas hormiguitas que deambulan de arriba para abajo en las naves de esta construcción que tiene 850 años y que despierta curiosidad incluso entre quienes no son religiosos o tienen interés alguno en la historia. 

Lo que pasó el lunes 15 de abril fue una tragedia para la cultura mundial, pero también fue –advierten expertos– un consecuencia previsible de la propia historia de Notre Dame, así como ha sucedido con otras grandes obras de la humanidad. Piedra y madera, las materias primas medievales que se usaron para construir el edificio son a la vez la bendición (por eso se mantiene en pie luego de más de ochos siglos y a pesar de la repetida desidia humana) y la maldición si se las combina con la modernidad. La catedral necesitaba desde hace muchos años y, con urgencia, una reclamada restauración que por lo millonaria nunca llegó a hacerse y que se relaciona sobre todo con los efectos del paso del tiempo y la polución sobre estos dos materiales.

Pero aunque no se había encarado la gran obra, al momento del incendio sí se estaban realizando trabajos para renovar la famosa “flecha”, la aguja gótica que es uno de los íconos del propio ícono que es Notre Dame. Es bastante probable, aunque aún no hay conclusiones oficiales, que el fuego se relacione con estos trabajos y la chispa inicial podría ser consecuencia de una herramienta o de la colilla del cigarrillo de un obrero. 

Paradójicamente los esfuerzos por salvar la aguja gótica de 93 metros –que estaba en muy mal estado– pueden haber sido el principio de su fin.

Desde las primeras oleadas de humo hasta las tristes imágenes oscurecidas de la catedral con buena parte de su techo de madera quemado, todos seguimos minuto a minuto lo que sucedió, todos opinamos y tejimos mil y una hipótesis basadas en el aparente sentido común o en un escaso conocimiento de la realidad que rodea a estas moles históricas en las que nos reconocemos como cultura y sociedad.

Cuando el fuego se apagó, luego de que el presidente Emanuel Macron dijo que sería una causa común para Francia reconstruir Notre Dame y luego de que algunos millonarios se comprometieran a donar cientos de millones para su recuperación, fue tiempo de evaluaciones e incluso polémicas y contradicciones.

La historia y sus caprichos

Una catedral medieval de 850 años de edad es un monumento complicado de mantener. Y lo ha sido desde que logró terminarse, 200 años después de aquel día de 1163 en el que se puso su piedra fundacional en el corazón de París, en medio de la isla de la Cité, donde antes hubo una iglesia católica y antes un templo romano. 

La fe, la avaricia, la ignorancia  (la propia humanidad) se combinaron durante toda su historia para convertirla, para bien y para mal, en un punto neurálgico de París y el mundo. Por sus enormes naves pasaron nobles y plebeyos, reyes y mendigos, héroes, emperadores, revolucionarios y traidores. Allí fueron coronados reyes (Enrique VI), beatificaron a heroínas como Juana de Arco y Napoleón Bonaparte se convirtió en emperador, también allí. 

Uno de los altares luego del incendio

Fue, en buena parte, la ambición de Napoleón la que derivó en lo que fue la principal renovación que tuvo la catedral en su historia, en el siglo XIX, con el objetivo de devolverle el esplendor y magnificencia que le habían sido robadas por la Revolución Francesa. En esos años de tanta sabiduría e ilustración no valieron de nada los siglos de historia; Notre Dame fue convertida en un “templo de la razón” como consecuencia del rechazo a la religión de los revolucionarios, pero terminó como depósito de comida, en un estado lamentable. 

Fue en el siglo XIX cuando se hizo de nuevo la aguja que el lunes 15 vimos caer envuelta en fuego. “La flèche s’est effondrée” (“La fecha ha colapsado”) se escuchó y leyó en la televisión, en la radio, en los diarios y en las redes. Esa aguja de estilo gótico tenía unos cien y pocos años. ¿Era menos valiosa por eso? Los expertos dicen que no y en balances como este comienzan a generarse los debates sobre la nueva reconstrucción.

Desde mediados del siglo XIX la “flecha” permanecía estoica en lo más alto de Notre Dame; de hecho, desde hace años arquitectos y expertos en patrimonio habían señalado una y otra vez la necesidad de encarar una gran restauración de la catedral, afectada sobre todo por la polución de la ciudad. Pero solo se había logrado que se invirtieran escasos 6.7 millones de dólares en los trabajos acotados que se llevaban adelante cuando comenzó el incendio y que se limitaban al techo donde se ubicaban la flecha y una serie de estatuas. Notre Dame es propiedad del estado francés, no de la iglesia católica, otro tira y afloje que nunca ayudó a la asignación de presupuesto para mantenerla debidamente. 

El origen y las huellas 

Cuatro días antes del incendio, 16 estatuas religiosas habían sido retiradas desde una altura de 90 metros por medio de una grúa gigante. Nadie había visto de cerca a esas obras desde hacia el menos 150 años, cuando Marie-Heléne Didier –la mujer que llevó adelanto la gran reconstrucción de Notre Dame en el siglo XIX– había mandado instalarlas en ese lugar. 

Las 16 estatuas religiosas que fueron retiradas del techo de Notre Dame cuatro días antes del incendio

Didier fue una visionaria de 30 años contratada por el estado francés para restaurar la antigua catedral y reemplazar la aguja, luego de años de descuidos y olvidos. La flecha original había sido retirada de Notre Dame entre 1786 y 1791, luego de resistir los vientos de siglos que la habían dejado al borde del colapso. Cuando el arquitecto Eugene Emmanuel Viollet-le-Duc fue elegido en 1844 para lleva adelante la obra, se encontró con los destrozos de la Revolución Francesa; se habían robado las estatuas de reyes, que terminaron decapitadas en público, las campanas se fundieron para hacer cañones y la lluvia ácida había erosionado a tal punto la piedra medieval que las famosas gárgolas ya no podían siquiera reconocerse, según relata el historiador especializado en arquitectura M.F. Hearn en una biografía sobre Viollet-le-Duc.

El incendio
Terminaba la última misa del lunes 15 cuando sonó una primera alarma de incendio, a las 6.20 PM de París. Funcionarios subieron al llamado ático, donde estaba la estructura medieval de madera (allí se concentraba el gran riesgo), pero no vieron fuego. A las 6.43 sonó una segunda alarma. Para entonces ya había llamas en el ático.

 

También en el siglo XIX hubo tiempo para el debate. El arquitecto a cargo tenía muy claro su posición, aunque esta no era compartida por todos: era un gran defensor del gótico hasta el punto que consideraba a este estilo como una parte fundamental de la identidad francesa. En esa época ayudó a su causa la popularidad que tuvo la novela de 1831 de Víctor Hugo, de la que nació el famoso personaje del jorobado de Notre Dame, y en la que se describía una catedral en ruinas. 

En la mente de Viollet-le-Duc no había otra opción más que restaurar el monumental edificio a su estado original; esto implicaba no solo que se viera igual a como había sido construido en los siglos XII y XIII, sino que también se usarán las técnicas de aquella época, según explicó al Washington Post el profesor de historia medieval de la universidad de Columbia, Stephen Murray. El arquitecto dejó instalada una nueva “flecha” de madera recubierta en plomo para protegerla y, durante 25 años, se dedicó a restaurar la fachada oeste, lo que incluyó las campanas, las estatuas decapitadas y la sacristía. 

Fieles y prácticos

Como antes, ahora se revive el debate sobre qué tipo de reconstrucción merece Notre Dame. Ya se sabe que llevará de 6 a 10 años (aunque el presidente francés habló de 5). Ya se han mencionado cifras astronómicas (unos 800 millones de dólares) y ya se ha llamado incluso a concurso de propuestas. Pero persiste la polémica: ¿debe apegarse la renovación al plan original con el que se construyó “Nuestra Señora” o deben usarse nuevos elementos que sean incluso parte de la narrativa del desastre de esta semana?.

El País de Madrid consultó a expertos y no hay unanimidad. Carmen Lorenzo, directora del Escola Superior de Conservación y Restauración de Bens Culturais de Galicia, habló de lo que se denomina anastilosis, que implica recuperar el aspecto que tenía la catedral pero dejando evidencia en los lugares en que haya que usar nuevos materiales, a través de colores o tonalidades distintas. “Lo que no se puede hacer es como si no hubiese ocurrido nada”, dijo. 

Otros expertos señalaron que sería deseable utilizar nuevos materiales ignífugos, pero que no tendría sentido hacer copias de esculturas que se destruyeron, sino tal vez hacer nuevas con estilo contemporáneo. En el otro extremo, muchos consideran que es tan fuerte la iconografía de Notre Dame que habría que reconstruirla de la forma más fiel posible a lo que era. “Es el poder de la memoria colectiva que invalida cualquier modificación posible. Su manera tan indigna de morir hace desaconsejable hacer una versión: debe ser igual a antes del desastre”, dijo Francisco Daroca, patrono de la Fundación Arquitectura Contemporánea de España. 

En tanto ya comienzan a plantearse desafíos descomunales, entre ellos la falta de artesanos cualificados para realizar trabajos de este tipo, según evaluó un arquitecto que participó en la restauración del castillo de Windsor. “Encontrar suficientes artesanos capaces de trabajar la piedra, la madera, el plomo, el vidrio (...) es un desafío para el sector en toda Europa”, dijo a AFP Francis Maude.

Pero antes de preocuparse de qué tipo de restauración se hará y quiénes la harán, habrá que esperar varios meses para evaluar correctamente los daños. Una de las dificultades que señalaron varios expertos tiene que ver con la piedra calcárea que es el principal material de Notre Dame. “Expuesta a temperaturas de más de 800 ºC se descompone por reacción química (...) y es entonces difícil utilizarla de nuevo”, apuntó Maude.

El "rosetón" de 30 metros de diámetro es uno de los más grandes existentes

El miércoles sonaron al unísono las campanas de todas las catedrales de Francia para rendirle tributo a Notre Dame, a la misma hora en que se desató el incendio. El mismo día el gobierno anunció que invitará a arquitectos de todo el mundo para determinar si hay que reconstruir, y cómo, la aguja de la catedral. Con mucha suerte y dinero es posible que en 5 años, como mínimo, vuelvan a hormiguear esas 32.000 personas que cada día se asombraban con las bellezas góticas de esta catedral. Notre Dame sabe de gloria, pero aún más abandono y desidia. Tal vez esta vez sea el turno de la grandeza. 

Cómo se construyó el  bosque
El fuego quemó la armadura de madera del tejado de más de 100 metros de longitud, conocido como “el bosque” por el gran número de vigas que hubo que utilizar para instalarlo.
El armazón del techo de la catedral era una estructura “de leyenda”, cuya complejidad “asombró en la Edad Media” y sigue fascinando a los profesionales de hoy, dijo a AFP Thomas Büchi, carpintero suizo y presidente del grupo Charpente Concept.
Se necesitaron 50 años para preparar la madera. Comenzaron a cortar los árboles --unos 1.500- alrededor del año 1200. Luego se mantuvieron en el piso durante un año, la cabeza hacia el norte para que estuvieran alineados con las energías de la tierra. Después se les quitó la corteza y se los sumergió en una ciénaga durante 25 años, para proteger la madera de hongos e insectos.
En 1225, se sacaron del agua, se cortaron los troncos en vigas y se dejaron secar por 25 años.Teniendo en cuenta la esperanza de vida de la época, esto quiere decir que los que cortaron los árboles en su mayoría no vieron el armazón.
Una foto que dio miedo.

La imagen que tomó un dron hizo temer lo peor

En un hilo de Twitter @elbarroquista (experto en patrimonio) advierte que la situación es menos catastrófica de lo que podía parecer, porque Notre-Dame pasa de 40 m de altura y “no hay material que la llene de esa manera de brasas”. Lo que se ve es el fuego en el techo. 

Un hilo desmitificador

El propio desastre del lunes también puede analizarse desde diversos puntos de vista una vez que se apagaron las llamas. En un intenso hilo de Twitter, el llamado @elbarroquista, un integrante de Icomos (una ONG internacional que se dedica a la conservación de monumentos) da una serie de datos que vale la pena tener en cuenta:

-El incendio fue grave y puso en peligro la supervivencia de todo el edificio y su principal causa fue el mismo descuido del patrimonio histórico. “Monumentos que la ciudadanía da por seguros, piensa que son ‘para siempre’ y que poco se hace por conservarlos”, escribió en Twitter

-El monumento requería de urgente ayuda, según sus propios rectores, por su estado de conservación y deficiencias.

-Si bien todavía no hay posición judicial, todo apunta a que el fuego se inició en las obras que se desarrollaban en la aguja.

- Si bien el incendio fue enorme y generó pérdidas también tremendas, no debe darse lugar al “catastrofismo”. “Y es que la cosa era preocupante, pero no letal. ¿Por qué no?”

- Notre Dame ya sufrió otros incendios y destrucciones que hasta pueden haber sido peores que la del lunes, dice el experto, sobre todo en la Revolución Francesa.

- Casi todo lo que se ve en el exterior es producto de la gran restauración del siglo XIX.

- Otros grandes templos sufrieron destrozos de envergadura y pudieron ser reconstruidos, entre ellas la catedral de Nantes, que ardió en 2015.

-Sobre la foto que se tomó con un dron del techo en llamas de Notre Dame, El Barroquista advierte que la situación es menos catastrófica de lo que aparenta: “El alarmismo hizo creer que eso que vemos en esta imagen es la catedral entera que está ardiendo por dentro. Como si una catedral fuese el interior de un volcán y todo ese material fuese ‘la catedral’ quemándose en una especie de ‘sopa’ de lava. Pero eso no es posible. Porque Notre Dame pasa de 40 m de altura. No hay material que la llene de esa manera de brasas. No hay suficientes cosas dentro como para que eso que se ve sea ‘todo lo de dentro’ ardiendo. Lo que se ve en esa foto es precisamente lo contrario. Que el fuego NO estaba entrando”.

 

- Cuando por fin se vieron imágenes del interior de la catedral se confirmó que el principal daño estuvo en el techo de madera, buena parte del cual sí era del siglo XIII.

-Además de la reconstrucción del techo (el experto dice que estas bóvedas cayeron antes y fueron reconstruidas) otro de los temas preocupantes es el estado de materiales como la piedra (calentada y mojada) y expuesta a cambios de temperatura extremos.

 

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