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Rusia enfrenta golpe económico después de cerrar frontera con China

La decisión de cerrar la frontera llega en medio de un auge comercial entre las dos naciones

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06 de febrero de 2020 a las 15:33

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Por Henry Foy

Durante los últimos cinco años, la frontera rusa de 4.000 kilómetros con China ha sido una de las muestras triunfales favoritas de Rusia frente a los países occidentales que han impuestos sanciones contra el Kremlin. Los funcionarios rusos han expresado que no les importa que el Occidente lleve sus finanzas y su inversión extranjera directa a otra parte, ya que tienen a Pekín de su lado.

Las fronteras grandes y expansivas son excelentes cuando quieres aumentar el comercio con una economía gigante que necesita importar grandes cantidades de lo que tú produces: energía. Pero no son tan positivas cuando se ha desatado una epidemia de un virus viciosamente contagioso en el otro lado, y nadie está seguro de cuán profundo podría ser el golpe financiero o cuánto durará.

Sin Pekín, la economía relativamente robusta de Rusia estaría en mucho peor estado. Las sanciones occidentales –impuestas por primera vez en 2014 después de que Moscú invadió y anexó Crimea desde Ucrania– eliminaron la mayor parte del financiamiento de EEUU y la UE a muchas de las principales empresas rusas, redujeron el comercio con Europa y enfriaron el clima de inversión del país.

STR / AFP

Pero a medida que los dólares se agotaron, llegaron los renminbis. Los inversores chinos rescataron proyectos de gas que de otro modo se habrían derrumbado y compraron participaciones en grandes empresas de infraestructura. Animados por la amistad entre los presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin, los comerciantes comenzaron a aprovechar los nuevos cruces fronterizos conectados por ferrocarril y carretera.

Pero a medida que se extendió el coronavirus, Rusia se movió para cerrar casi todos esos mismos puntos de control la semana pasada, además de cancelar las visas electrónicas chinas y prohibir la entrada de los principales grupos turísticos al país. También cerró el tráfico a través de la frontera entre Rusia y Mongolia, una ruta alternativa para la entrada de productos chinos hacia el oeste de Rusia.

Afortunadamente, las relaciones comerciales han avanzado mucho desde hace tres décadas, cuando a través del llamado “comercio de maletas”, el negocio de importación y exportación se realizaba por miles de individuos independientes que llevaban bolsas de productos chinos a Rusia para vender en las esquinas.

En cambio, el comercio entre los dos países, que aumentó 25% en 2018 para superar US$100 mil millones, está basado en tres pilares principales. Primero, el petróleo y el gas, bombeados hacia el sur a través de enormes oleoductos o enviados en petroleros, representan aproximadamente 70% de las exportaciones rusas a China. En segundo lugar, casi todo el resto son recursos naturales en bruto o maquinaria, que alimentan la industria manufacturera de China. Y, tercero, en la dirección opuesta, desde China hacia Moscú, hay una gran cantidad de productos terminados, principalmente productos electrónicos y ropa, que se transportan en camiones o vagones de tren, en lugar de ser transportados a mano.

EFE

De estos, los dos primeros corren el mayor riesgo a corto plazo. Si bien el cierre de los cruces fronterizos sin duda afectará el movimiento de los envíos a pequeña escala, el daño potencial a las exportaciones de energía de Rusia es mucho mayor.

Los precios del crudo ya han bajado 15% desde el pico de principios de enero, y la demanda china de combustible solo seguirá cayendo a medida que las medidas de cuarentena se mantengan o se extiendan, con órdenes a los ciudadanos para que se queden en sus hogares.

La reducción de la producción o el cierre temporal de las fábricas chinas también afectará la demanda tanto de combustible como de materias primas excavadas del suelo siberiano y apiladas en vagones de tren que viajan a través de la región del Lejano Oriente de Rusia.

El rublo de Rusia, sensible tanto al precio mundial del petróleo como a las tensiones geopolíticas, cayó más de 3% la semana pasada. El principal índice bursátil del país perdió 2.5% en el mismo período, liderado por las compañías de petróleo y gas.

Los funcionarios rusos, interesados en mantener estrechas relaciones con sus socios chinos, han hecho todo lo posible para enfatizar que sus medidas son todas “extraordinarias y temporales”. Pero no es difícil imaginar que algunos en Pekín se sientan un poco molestos por la respuesta bastante dramática de Rusia frente a la epidemia, especialmente dado el apoyo que le ha brindado China a Rusia desde que se introdujeron las sanciones.

Por ahora, algunas ciudades orientales rusas se han quejado de estantes vacíos de frutas y verduras en las tiendas, debido a la falta de envíos de China, y Rusia dice que solo dos personas –ciudadanos chinos en ciudades ubicadas al extremo este de Moscú– han confirmado que son portadores del virus en el país.

Pero hasta que se mitigue la epidemia en China, es probable que Rusia sea una de las víctimas potencialmente significativas, conforme se archivan o se reducen silenciosamente los pronósticos del crecimiento comercial para 2020. Como dicen en Moscú: “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”.

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