Se fue de Treinta y Tres a conocer el mundo y hoy vende lana uruguaya en EEUU

A los cinco años sus padres lo dejaron en lo que en ese entonces era el Consejo del Niño y allí se crió hasta que tuvo 17. Antes no había tenido vínculo con el campo, pero cuando comenzó secundaria cursó la Escuela Agraria y luego se mudó a la capital para estudiar en el Instituto Alfredo Vásquez Acevedo (IAVA).

Al culminar sus estudios se fue del país para conocer el mundo y en 2001 se radicó en San Francisco, Estados Unidos, donde después de un tiempo se casó con Nikki Waters, con quien hoy tiene tres hijos y una empresa vendedora de lanas teñidas llamada Laneras Yarn Company.

Una lana incomparable

En EEUU Joao (o Jay, como le dicen en ese país) y Nikki trabajaron con caballos Gypsy pero luego decidieron cambiar de rubro. A Nikki le encanta tejer y un día, hace ya tres años le planteó a Joao la idea de teñir lana con una técnica desarrollada por ella misma que le da a cada madeja mezclas de colores únicos y particulares.

Sin saber mucho del rubro, más de lo que había conocido en la Escuela Agraria, él comenzó a buscar productores uruguayos que pudieran venderle lana. Se puso en contacto con Lanas Trinidad y con una hilandería en Montevideo. Sabía que la lana se podía hilar en cualquier otra parte del mundo, incluso en EEUU con costos menores, pero su intención era darle una mano a los productores que se han dedicado por varias generaciones al mejoramiento de la lana uruguaya, por lo que eligió trabajar con materia prima local. 

“Empezamos sin saber mucho sobre el agro, pero la mejor lana sale de Uruguay, porque el suelo uruguayo la hace incomparable”, contó a El Observador y agregó que por eso buscó apoyar a la producción local, además de tener una conexión con sus raíces.

Hoy tienen más de 200 colores de teñido desarrollados y producen en base a pedidos, no tienen una tienda, sino que venden online al por mayor. Importan lana de diferentes razas como Merino, Corriedale o Ideal y de establecimientos de diversos departamentos y para Joao, “el protagonista de este negocio está en el campo”.

“Los criadores son el primer eslabón de nuestro negocio y es importantísimo reconocer su esfuerzo en el mejoramiento de la lana”, expresó.

Una madeja a US$ 34

Para lograr los colores “jugamos con las torsiones”, contó Joao, ese “hilado no tradicional”, como lo llamó, es lo que hace que cada madeja tome el color de una forma diferente, explicó.

Las madejas de 100 gramos de lana Merino se comercializan a US$ 30 y las más caras, que son de una mezcla entre lana Merino y seda se valorizan en US$ 34, lo que para Joao “en Uruguay es una locura”.

Para este emprendedor, la textura de la lana Merino uruguaya y la norteamericana “son como la noche y el día”, porque las condiciones del suelo de Uruguay son óptimas para que los ovinos den un producto “incomparable, suave, eso que la gente valora”, comentó. 

Según dijo, comercializando las lanas uruguayas en EEUU busca “presentar la nobleza de la lana y representar a los criadores uruguayos que han dedicado toda una vida a mejorarla”.

Con tres años en el mercado, Laneras Yarn Company tiene planes de expandirse en el mundo y en busca de ese objetivo es que las lanas de se han expuesto ya en varias exposiciones en EEUU.