Juan Samuelle

Sector ovino jugado a que la vacuna funcione y que la gente vaya a restaurantes y renueve su vestuario

Si a mediados de enero los precios de la lana confirman el repunte del último trimestre, puede ser que los productores valoren la resistencia del ovino a la sequía y el sector pueda pensar en un 2021 de recuperar el crecimiento

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01 de enero de 2021 a las 12:00

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Si hay un rubro del agro que ha padecido la adversidad en el 2020 que acaba de concluir ha sido el ovino.

Para la lana el confinamiento significó el final de la demanda. Los industriales optaron por la cautela, hacer uso de sus stocks y esperar para comprar. En Australia los remates siguieron, pero el desbalance entre lo ofertado y la mínima demanda llevó a que los precios se desplomaran y la comercialización quedara para la mayoría de las lanas en un plano nominal. Así para los productores laneros la situación –a excepción de quienes producen lanas superfinas– es la de elegir entre no vender y acumular bolsas de lana en los galpones o los que vendieron hacerlo a un precio muy bajo, en muchos casos el más bajo en 10 años, al menos eso marcó el Indicador de Mercados de Australia.

La caída en la venta de prendas de vestir y otros materiales que usan a la fibra golpeó en los primeros nueve meses del año con particular dureza. Pero en el último trimestre, factiblemente la proximidad de la vacuna y la aparente mejora que ocurrió en algunos lugares del mundo permitieron una recuperación del precio internacional, que de todos modos cerró 18% por debajo del precio de arranque del año.

Fuerte caída y leve rebote

El comienzo del año había sido de firmeza, con un arranque en US$ 11,29 por kilo que incluso subieron a US$ 11,34 en la segunda jornada de remates. El mercado iba en leve alza, observando los avatares del conflicto diplomático entre Estados Unidos y China. Luego, ya en la segunda quincena de enero, los precios tomaron una clara tendencia a la baja que no frenó hasta comienzos de setiembre, a un precio poco más de la mitad del de comienzos del año, marcando un mínimo de US$ 6,31 el 2 de setiembre. A partir de allí empezó una gradual recuperación que derivó en un cierre del año en US$ 8,74.

Para la fibra es el segundo año de caída consecutiva, desde un esplendoroso 2018 en el que parecía que el interés del público por las fibras naturales y las restricciones productivas de Australia acosada por la sequía generaban una combinación ganadora. En junio de 2018 la fibra alcanzó el mayor precio de su historia, con el indicador australiano en US$ 15,47 por cada kilo de lana limpia. Los productores de lana fino Merino, pero también Ideal en algunos casos, vendieron el kilo de vellón a más de US$ 10 y retuvieron tanto vientres para generar más corderos como borregos y capones para producir más vellones de lana. Ya en 2019 muchos productores quedaron esperando los US$ 10 que nunca llegaron. China y Estados Unidos enfrentados generaban dudas respecto a la marcha de la economía mundial. Y ya a comienzos de 2020 las dos potencias acordaban condiciones comerciales, pero la pandemia mantenía a la gente en sus casas.

El caso de la carne ovina

En el último trimestre del año la recuperación del precio de la lana trajo algo de esperanza, pero el mercado de la carne ovina y de los animales en feria se vio saturado. La faena de ovinos en 2020 creció 18%, de 800 mil a 950 mil animales. Un aumento particularmente fuerte en el mercado de corderos. Pero el mercado estuvo particularmente trabajoso para los vendedores. Mientras en noviembre el precio del ganado gordo vacuno caía y por la sequía aumentaba la oferta, esa fue la prioridad para la industria. Luego, en diciembre, el consumo de corderos fue menor al esperado. Un cordero se consume en una reunión de bastante gente y eso no es lo que se puede hacer en tiempos de pandemia.

La faena de ovinos ha subido, lo que es una señal de desánimo preocupante, dado lo menguado del stock ovino. Cerrará el año casi exactamente en un millón de animales, la mayor desde 2014, 200 mil más que el año pasado. En el último trimestre fue 32% mayor a la de igual trimestre de 2019 y en el caso de los corderos estuvo más de 40% por encima. El precio  por kilo mayorista en diciembre cayó por debajo de US$ 5, a US$ 4,70, el más bajo para diciembre (época de zafra) desde 2010. El precio al productor bajó de US$ 4 por kilo al empezar el año a un cierre sobre los US$ 3 por kilo de carcasa.

Muchos se cuestionan seguir siendo ovejeros

Todo eso hace a que el 2021 sea un año importantísimo para el ovino. Muchos productores se cuestionan sobre la continuidad con el rubro, que ya viene golpeado por las pérdidas que causan robos y depredadores. Al mismo tiempo, hay una proliferación de tecnologías, desde la genética al control biológico de la bichera, que parecen mostrar un futuro promisorio. Y los consumidores post pandemia tendrán muy probablemente una preferencia marcada por fibras naturales.

En conclusión, el precio bajó y muchos productores quedaron doblemente desanimados, tanto por la faceta lana como por la de carne. La recuperación de la lana en el último trimestre de 2020 ha sido destacable y a medida que la vacunación se vaya generalizando en los países desarrollando podría retomarse la vida normal.

En Australia se ve una buena perspectiva para la fibra, particularmente pensando en el mediano plazo. El analista Chris Wilcox explicó al diario ABC que algunos agricultores han hecho el cambio a la agricultura, y otros han pasado de una empresa centrada en la lana a una oveja de doble propósito, para fibra y carne. Explicó que eso era una preocupación a largo plazo para la industria, pero que en el corto plazo podría evitar cualquier caída adicional en los precios. “Creo que veremos una modesta mejora en la producción durante los próximos dos o tres años, pero llevará bastante tiempo reconstruir nuestra majada dado que los precios de los corderos siguen siendo muy altos”, dijo. “Hay una mejor sensación de un futuro a largo plazo para la demanda de lana, especialmente porque tenemos bajos niveles de producción y no tenemos las reservas que teníamos a principios de los ‘90”, añadió.

En Australia, las proyecciones de producción de lana de la zafra 2021/22 mantienen la tendencia descendente a pesar de que las lluvias han llegado. Eso debería ayudar a una persistencia de la recuperación de precios a partir de mediados de enero, cuando vuelvan los remates. Dependerá de que se reactive la demanda, algo que en China parece empezar a ocurrir. China manda ahora tanto en carne como en lana, aunque para Uruguay la exportación de carne ovina a Brasil es de gran importancia. Esta semana los precios de los ovinos repuntaron de acuerdo a los consignatarios de ganado. Si a mediados de enero los precios de la lana confirman el repunte del último trimestre, puede ser que los productores valoren la resistencia del ovino a la sequía y el sector pueda pensar en un 2021 de recuperar el crecimiento. Particularmente si la vacuna en los países desarrollados y en China permite que la gente salga, vaya a restaurantes y renueve su vestuario. 

Se reactiva Europa de la mano del e-commerce

En un análisis titulado Breve panorama de la Temporada de ventas minoristas Otoño / Invierno, en la Unión Europea (UE), los analistas Raúl Richero (Richero y asociados) y Roberto Cardellino (DELTA consultores) dan cuenta de que “las ventas de ropa en la UE se han recuperado notablemente en el último trimestre del año y en el período previo a la Navidad. Esta recuperación ha estado impulsada principalmente por las compras online, que han dado un salto enorme, creciendo en 10 meses más que en los últimos cinco años. La contracara está en las grandes tiendas, entre otros minoristas “no esenciales”, experimentaron una tremenda desaceleración, disminuyendo un 25% en el primer trimestre y un 75% en el segundo. Durante todo el año, el comercio electrónico crecerá casi un 35%, mientras que se prevé que las grandes tiendas disminuyan sus ventas en más del 70%”.

El informe apunta que Inditex, propietaria de Zara y varias otras marcas, que comprenden en su conjunto al minorista de ropa más grande del mundo, reportó una “fuerte recuperación de sus operaciones” durante el tercer trimestre antes de más bloqueos en varios países. El grupo celebró un aumento del 76% en las ventas online en el período hasta el 31 de octubre y dijo que las ventas en las tiendas estaban mejorando “progresivamente”. Las ventas netas ascendieron a 6.100 millones de euros, una disminución del 10% en moneda constante en comparación con 2019.

El cambio en las pautas de conducta modifica la demanda por textiles. El informe señala que “el trabajo desde casa promueve mucho el uso de ropa informal. Es casi imposible ver a alguien con chaqueta y corbata en una reunión de Zoom. Todavía es demasiado pronto para emitir un juicio sobre esta tendencia, pero la ropa formal masculina como el traje de negocios tal vez esté disminuyendo, lo cual no sería una buena perspectiva para el consumo de lana”.

El camino de la lana uruguaya seguramente esté tanto por el lado de las finas y  superfinas, que lograron colocarse a precios interesantes aún en este año y en certificaciones tales como RWS (Responsible Wool Standard) o certificaciones de lana orgánica Global Organic Textile Standard  (GOTS), o como siempre ha sido el caso por la producción mixta de carne y lana. Pero todo eso si hay una recuperación de la vida normal que vuelva a dar impulso al consumo de uno y de otro. Mientras, el sector ovino es el que más ha sentido el impacto de la pandemia que marcado este 2020.

Juan Samuelle

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