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Silicon Valley y la conquista del espacio

Emprender en la Tierra ya no es suficiente para los magnates tecnológicos. ¿Cuáles son los planes de los nuevos "astroemprendedores"?
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25 de marzo de 2017 a las 05:00
En la nueva carrera espacial ya no compiten actores tradicionales como la NASA o la Agencia Espacial Europea. Ni siquiera ya es una pulseada entre EEUU y Rusia. Conquistar la Luna, Marte y el espacio –en ese orden– es ahora el objetivo de una nueva generación de empresarios, cuyas ideas se fraguan al calor de la revolución tecnológica en Silicon Valley.

SpaceX, Blue Origin y Virgin Galactic son solo tres de más de mil proyectos de exploración espacial que han sido puestos en marcha recientemente por empresas tecnológicas. Elon Musk y Jeff Bezos, entre otros técnicos que estuvieron en las filas de Microsoft o Intel, han fijado sus objetivos más allá de la exósfera.

Uno de ellos es Paul Allen, cofundador de la firma de Windows, quien con menos publicidad trabaja con Burt Rutan en el desarrollo de Stratolaunch, el avión más grande del mundo, para realizar lanzamientos de cohetes desde el aire. Con ellos compite Naveen Jain, otro exingeniero de Microsoft, el primero en recibir el permiso del gobierno de EEUU para alunizar una sonda.

Cada uno tiene sus planes y al igual que sucedió con EEUU y la extinta URSS, uno quiere adelantarse al otro.

Primera parada: la Luna

El CEO de Amazon y dueño de la compañía de viajes espaciales Blue Origin, Jeff Bezos, tiene un nuevo destino para el envío de paquetes: la Luna. La idea no intenta ser un truco publicitario de su tienda online, sino un plan real para transportar equipos y suministros y construir un "futuro asentamiento humano".

Según un documento revelado por The Washington Post, Blue Origin insta a la NASA a respaldar "iniciativas con el sector privado para desarrollar un servicio de entregas en la Luna" a mediados del 2020.

Bezos dijo que "es hora de que EEUU vuelva a la Luna, esta vez para quedarse".

El documento filtrado muestra un plan para establecer un servicio de entrega de mercancías en el polo sur de la Luna, donde hay buenas condiciones de habitabilidad. Esa ubicación fue escogida porque está cerca de una fuente de agua y recibe mucho sol. Con el agua, el oxígeno e hidrógeno líquido se podrá crear el carburante para las naves que en un futuro se usarán para ir a Marte.

Richard Branson, por su parte, anunció que su empresa Virgin Orbit lanzará pequeños satélites al espacio exterior. El nuevo plan es llevar un satélite de hasta 200 kilos a una órbita sincronizada con el Sol o de más de 400 kilos a una órbita terrestre. Este irá unido bajo el ala de un avión portador llamado Cosmic Girl. A 35 mil pies de altura, el cohete será arrojado hacia el espacio. Espera realizar su vuelo inaugural este año.

Esta iniciativa se suma a Virgin Galactic, firma del magnate que ofrece vuelos espaciales suborbitales a los turistas que pueden pagar US$ 250 mil por asiento. En la actualidad, la compañía realiza pruebas con su vehículo SpaceShipTwo, su avión espacial. En diciembre de 2016, voló 10 minutos en modo libre sin motor sobre el desierto de Mojave. Dos años atrás se había realizado la primera prueba en la que murió el piloto luego de una falla durante el vuelo. El siguiente reto implica encender el motor de cohetes.

Las novedades de la competencia llegaron después del anuncio de Elon Musk, fundador de SpaceX, quien planea llevar los primeros turistas espaciales a un viaje alrededor de la Luna para fines de 2018. "Ya depositaron una suma importante", explicó en un comunicado. ¿Cuánto? No se sabe. Los privilegiados pasajeros volarán a bordo de la nave espacial Dragon 2, una cápsula que efectuará su primer vuelo sin astronautas hacia la Estación Espacial Internacional (EEI) este año y con pilotos de la NASA seis meses más tarde. Si todo sale bien, Musk batirá el récord del viaje en el espacio profundo para humanos: a más de 600 mil kilómetros de la Tierra. Y otro detalle: su paseo de ida y vuelta a la Luna se realizaría exactamente 50 años después de la misión del Apolo 8.

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Cohetes reciclados


Esta no es la primera vez que se superponen las visiones de estos hombres. Por ejemplo, SpaceX y Blue Origin han priorizado el desarrollo de los cohetes reutilizables, una tecnología destacada como la forma perfecta para reducir los costos de los vuelos espaciales y así ayudar a la humanidad a extender su huella hacia el sistema solar. Bezos ha hablado de una nueva "edad de oro de los cohetes".

Uno de los cohetes de Musk, el Falcon 9, consiguió en abril de 2016 despegar y aterrizar en una plataforma flotante en el océano sin destruirse después de cuatro intentos fallidos. Recientemente logró lo mismo al descender en el Centro Espacial John F. Kennedy.

El New Shepard de Blue Origin ya había conseguido tomar tierra después de llegar a los 100 kilómetros de altitud, lo que los expertos consideran la frontera del espacio. Antes de esto, ninguno de los cientos de miles de cohetes que exploraron el espacio había vuelto "de pie". En comparación, las naves de Blue Origin viajan a la mitad de velocidad y altitud y conservan su posición vertical.

"Ahora tenemos bajo nuestro resguardo, en nuestro centro de lanzamiento en el oeste de Texas, la más rara de bestias: un cohete utilizado", dijo Bezos en un comunicado.

Y agregó: "La reutilización completa es un cambio en las reglas del juego y no aguantamos la espera para cargarle combustible nuevamente y hacerla volar otra vez".

La clave de la tecnología está en los materiales empleados y la densidad de las paredes de los cohetes que evitan que se consuma en llamas durante la caída libre en su vuelta a la atmósfera. SpaceX y Blue Origin los hacen descender de forma controlada. Este truco depende de un software que manipula los propulsores y las solapas que ralentizan o impulsan al vehículo.

El Falcon 9 tiene un costo de US$ 61,2 millones, el precio más bajo de la industria. Reutilizar los motores del cohete y la estructura de una aleación de aluminio y litio puede hacer que los precios bajen aún más. Musk calculó que los cohetes reutilizables reducen la inversión de un lanzamiento en un factor de 100.

Blue Origin utilizó el New Shepard cinco veces antes de retirar ese vehículo a finales del año pasado. SpaceX reutilizó el Falcon 9 un total de ocho veces en misiones orbitales, de las que tres han vuelto a tierra firme y cinco a plataformas ubicadas en el océano.


SpaceX también trabaja en un gran cohete llamado Falcon Heavy, cuyo primer vuelo de prueba está previsto para mediados de este año. De 70 metros de alto y 27 motores, podrá desplegar 60 toneladas a órbita terrestre baja, equivalentes a un Boeing 737 lleno de pasajeros, tripulación, equipaje y combustible. De esta forma, se convertirá en el propulsor más potente desde el cohete Saturn V (el que operó hasta 1973) de la NASA. Su objetivo es ambicioso: impulsar la cápsula que llevará a los primeros turistas alrededor de la Luna y, más adelante, llevar seres humanos a Marte.

Blue Origin le sigue los pasos a SpaceX y también desarrolla su cohete superpesado, el New Glenn. Uno de sus seis motores ya ha sido ensamblado; dos más están en etapa de ensamblaje. El New Glenn será capaz de transportar hasta 50 toneladas de carga dentro de la órbita terrestre baja y, según aseguró Bezos, será hasta 30% más potente que el Falcon Heavy.

Hacia Marte y más allá

Musk y Bezos tienen visiones similares a largo plazo: establecer la próxima frontera. "Nuestra visión final es que millones de personas vivan y trabajen en el espacio", afirmó Bezos durante una conferencia. Y el CEO de SpaceX siempre ha sido sincero en que su sueño es colonizar (y morir en) Marte. Musk sabe, en teoría, cómo hacerlo: con un enorme cohete reutilizable para 200 pasajeros (de 122 metros de alto; solo para comparar, la Estatua de la Libertad tiene 46 metros) y el llamado Sistema de Transporte Interplanetario (ITS, por su sigla en inglés).

Si se cumple su plan, los primeros vuelos tripulados al planeta rojo podrían lanzarse en la década de 2020 y un millón de terrícolas podrían cambiar su dirección medio siglo más tarde. Según Musk, el ITS podría llevarlos más allá de Marte, siempre que tengan estaciones de servicio a lo largo del camino.

La NASA no envía astronautas a la Luna desde que las misiones estadounidenses Apolo finalizaron en 1972. Pero Musk, Bezos y sus compañías tecnológicas pueden conseguir que los niños nacidos en este milenio tengan la posibilidad de pisar el satélite; y que lo hagan muchos más que los 12 hombres que ya han caminado por su superficie.



Competidores


Elon Musk

Fundador de PayPal, Tesla y SpaceX. Su empresa ya transporta provisiones a la EEI y tiene como objetivo colonizar Marte. Este visionario pretende construir allí una ciudad. Ha dicho que el planeta rojo es un "buen lugar para morir".

Jeff Bezos

Fundador de Amazon y Blue Origin. Quiere encabezar la primera empresa de turismo espacial "low cost". La idea es diseñar cohetes reutilizables para vuelos suborbitales y orbitales. Quiere repartir paquetes en la Luna en 2020.

Richard Branson

Quiere llevar a los primeros turistas espaciales a 100 kilómetros de altura con Virgin Galactic, en un viaje de dos horas en el que experimentarán unos minutos de ingravidez. Los pasajes cuestan US$ 200 mil.

Robert Bigelow

Este hotelero, propietario de Bigelow Aerospace, construyó el primer módulo inflable de la EEI. También tiene en el horizonte el desarrollo de una estación espacial comercial en la órbita lunar para 2020.

Paul Allen

El cofundador de Microsoft está detrás de Vulcan Aerospace, empresa que construye el mayor avión del mundo: de 554 toneladas y alas de 117 metros, capaz de volar a la órbita terrestre baja.

Naveen Jain

Está convencido de que dentro de pocos años se podrá disfrutar de un fin de semana en la Luna. Exingeniero de Microsoft y ahora al frente de Moon Express, quiere explotar los minerales del satélite terrestre.

Jeff Greason

En Intel desarrolló el microchip Pentium; ahora, como consejero delegado de XCor planea lanzar vuelos privados al espacio. Para ello cuenta con el Linx, un vehículo reusable que despega y aterriza como un avión.


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