El presidente estadounidense Donald Trump tomó una polémica decisión al otorgar un perdón presidencial al exsheriff de Arizona Joe Arpaio, que enfrentaba un cargo de desacato por ignorar una orden judicial que lo obligaba a cesar en su postura de detener libremente a personas que sospechaba que se trataba de inmigrantes ilegales sin tener prueba de ello.
La decisión de Trump marca una nueva reafirmación de su postura contra la inmigración ilegal, y compromete aún más su relación con la justicia estadounidense, con quienes ha chocado en repetidas ocasiones a lo largo de su gobierno.
Según publica el diario estadounidense The Washington Post, se trata del primer perdón que el magnate otorga en su presidencia, aunque marca como rareza que los perdones suelen otorgarse al final de los mandatos y no al comienzo como en este caso, planteando la interrogante de su Trump utilizará con más frecuencia que sus antecesores este recurso.
Arpaio, de 85 años, fue elogiado en un comunicado de la Casa Blanca, en la que agradecen su servicio al país como militar y como agente policial, un cargo que ha ejercido durante 50 años. "A través de sus años como sheriff, Arpaio ha continuado su labor protegiendo al público de los azotes del crímen y la inmigración ilegal", señala el comunicado.
El veterano agente agradeció al presidente a través de Twitter, "por ver mi condena como lo que es: ¡una caza de brujas política impuesta por los remanentes del sistema judicial de Obama!". Arpaio enfrentaba seis meses de prisión, en un juicio programado para el 5 de octubre.
La decisión de Trump ha sido criticada por sus opositores, que lo consideran un apoyo abierto al racismo, y por lo que se estima como una defensa a un personaje resistido por su postura abusiva y discriminatoria.
Según el Washington Post, el perdón para Arpaio se ejecutó a toda velocidad, y sin que el sistema judicial ejerciera su habitual análisis de la solicitud, lo que fue tomado como un ataque al sistema legal del país.