Nacional > PALACIO SALVO

Un edificio con los bolsillos rotos

Aunque es patrimonio histórico, no hay dinero para mantenimiento. Comisión negocia con IMM para usar dinero de la contribución inmobiliaria en obras
Tiempo de lectura: -'
10 de octubre de 2015 a las 05:00

El Palacio Salvo es propiedad de una sociedad anónima y en vez de propietarios tiene accionistas. Funciona como una empresa, pero lejos de generar riqueza el Salvo sufrió durante muchos años las consecuencias de administraciones que no lograron estabilizarlo financieramente, que inviertieron poco en su mantenimiento y que, en cambio, fueron generando deudas. "Desde el punto de vista de la preservación, (el Palacio Salvo) es la dama más violada de la historia de la humanidad", opinó el publicista José María Reyes, que vive en el piso 18.

El constante ir y venir de los ómnibus, el temblor de las comparsas en época de carnaval o el retumbar de las manifestaciones que se hacen en 18 de Julio han dejado su huella en la fachada del Palacio; cada 10 o 15 días hay algún desprendimiento del revoque. Cada trozo de fachada que cae es un pedazo de historia que se pierde.

En 1996 el edificio fue declarado patrimonio histórico nacional y a partir del año 2000 la IMM lo exoneró de pagar la contribución inmobiliaria, con la exigencia de que se realizaran obras para mantener su valor patrimonial. Sin embargo, la comuna retiró el apoyo en 2005, al comprobar que el mantenimiento realizado no era el adecuado. Esta decisión no quedó del todo clara en la comisión directiva del Salvo, que continuó sin pagar por los siguientes siete años. Cuando asumió el nuevo directorio, en 2012, descubrió que el edificio tenía una deuda acumulada de $ 75 millones por no pagar el tributo. Luego de renegociar la deuda, esta quedó reducida a $ 23 millones.

El vicepresidente de la actual comisión directiva, Aníbal Andrade, aseguró a El Observador que se están pagando $ 700 mil mensuales para subsanar esa deuda, que espera que quede saldada dentro de 10 meses. A eso se le suman los gastos actuales de contribución: según Andrade, la de 2015 se encuentra al día y se está negociando la exoneración de 2014 a cambio de quitar la cartelería y los aires acondicionados de la fachada.

Pero hay más. En 1980 la administración pidió un préstamo al Banco Hipotecario para hacer trabajos de mantenimiento en la fachada y la deuda continúa hasta el día de hoy.

La situación hace que los aportes mensuales de los vecinos –que van de $ 2.500 a $ 10 mil, dependiendo de la cantidad de acciones que tengan– apenas alcancen para cubrir las cuotas y pagar a los 14 funcionarios que trabajan en el edificio. "No quedan recursos para mejorar el Salvo", advirtió el vicepresidente de la comisión.

La ley 14.040 que crea la Comisión de Patrimonio Histórico prohíbe en su artículo 8 la modificación arquitectónica de los monumentos y establece la obligación de realizar tareas de conservación. También detalla que la comisión deberá fiscalizar las obras y tendrá la opción de contribuir con hasta el 50% del valor de los trabajos, siempre que "las circunstancias lo aconsejen". El artículo 21 expresa que los monumentos históricos de propiedad particular quedarán exonerados de los adicionales de la contribución inmobiliaria siempre y cuando sus dueños los preserven.

Sin embargo poco de esto se concreta en la realidad del Salvo, dado que la comisión no recibe fondos que pueda volcar en el mantenimiento. El presidente de Patrimonio, Nelson Inda, explicó a El Observador que buscan alternativas para conseguir apoyos para los monumentos históricos. Una de las opciones es replicar lo que hacen otros países del mundo, en los que las empresas aportan al mantenimiento de estos edificios a cambio de exoneraciones tributarias.

El único apoyo económico que recibió el Palacio Salvo hasta ahora fue la exoneración de la contribución inmobiliaria, aunque fue solo durante unos años. La propuesta de la administración actual es que el dinero que el edificio paga por contribución se vierta en obras de recuperación. Esto, explicó Andrade, estaría controlado por un comité especializado en patrimonio.

Empuje cultural

Durante muchos años el Palacio Salvo fue anfitrión de artistas y personalidades de todo tipo. La poetisa Idea Vilariño, el escritor y comunicador Ruben Castillo y la cantante María V. de Muller fueron algunos de los que eligieron el edificio para vivir y hacer sus tertulias con intelectuales de la época. Un grupo de vecinos del Salvo se reunió hace poco más de un año para analizar la forma de recuperar esas historias y mostrarlas a quienes están del otro lado del hormigón. "Aspiramos a que el Salvo recupere ese brillo y protagonismo cultural que tuvo en principio, a que se transforme en un lugar de puertas abiertas", dijo a El Observador la secretaria general de la nueva comisión de cultura, Alejandra Dixon, quien además de vivir en el edificio editó el libro de fotografías Divino Salvo.

Junto con el presidente de la comisión, el poeta Ignacio Suárez –quien también vive en el Salvo– se propuso como objetivo que el edificio ofrezca siempre alguna actividad a la cual la gente se pueda acercar. Una de las primeras medidas para llamar la atención fue empezar a prender las luces de la pasiva una vez que atardece. También se empezará a escuchar La Cumparsita en la entrada del edificio cada mediodía, como homenaje al lugar donde el tango sonó por primera vez. Sin embargo, el mayor desafío para la nueva comisión es que los propios vecinos se involucren con la iniciativa. "Algunos no tienen esperanza, pero hay otros que la van recuperando", aseguró Dixon.

87 años de hormigón armado

El Palacio Salvo se empezó a edificar en la década de 1920, por encargo de los hermanos José, Ángel y Lorenzo Salvo. Su familia había emigrado de Italia a mediados de 1860 y había alcanzado a hacer mucho dinero a partir de un emprendimiento textil. Cuando los hermanos Salvo vieron el Palacio Barolo, en Buenos Aires, se enamoraron del proyecto y pidieron a su arquitecto, el italiano Mario Palanti, que diseñara uno similar para Montevideo. Para construirlo tuvieron que tirarse abajo las edificaciones que ya estaban, como sucedió con La Giralda, la confitería de lujo donde se escuchó La Cumparsita por primera vez. Por su altura de cerca de 100 metros, una vez construido se transformaría en el edificio más alto de América Latina y el más alto del mundo en hormigón armado.

    Comentarios

    Registrate gratis y seguí navegando.

    ¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

    Pasá de informarte a formar tu opinión.

    Suscribite desde US$ 345 / mes

    Elegí tu plan

    Estás por alcanzar el límite de notas.

    Suscribite ahora a

    Te quedan 3 notas gratuitas.

    Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

    Esta es tu última nota gratuita.

    Se parte de desde US$ 345 / mes

    Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

    Elegí tu plan y accedé sin límites.

    Ver planes

    Contenido exclusivo de

    Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

    Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

    Cargando...