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Un multimillonario y una admiradora de Thatcher son los finalistas en la carrera para convertirse en primer ministro

El exministro de Finanzas Rishi Sunak y la actual titular de Relaciones Exteriores, Liz Truss, competirán en la interna del Partido Conservador para suceder a Boris Johnson
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21 de julio de 2022 a las 05:00

Tras la despedida de Boris Johnson del Parlamento británico con un “¡hasta la vista, baby!” que despertó aplausos y abucheos, el Partido Conservador anunció los dos candidatos que finalmente competirán en la interna para sucederlo. Hasta el 5 de setiembre, fecha límite para anunciar al nuevo primer ministro, Rishi Sunak y Liz Truss tendrán tiempo para hacer campaña de cara a un escrutinio en el que están habilitados para votar unos 150 mil afiliados que enviarán su voto por correo.

Rishi Sunak, que en dos años y medio pasó de ser casi desconocido a liderar la carrera por suceder a Johnson, fue el primer ministro de Finanzas británico de origen asiático y es el diputado más rico del Reino Unido, cargo en el que prestó juramento sobre el Bhagavad Gita, el libro sagrado del hinduísmo.

Su arribo al gobierno de Johnson no fue una sorpresa. Sí su meteórico ascenso al puesto de ministro de Finanzas con solo 39 años, luego de la inesperada renuncia de Sajid Javid, un peso pesado. Sunak ejercía como su segundo en el puesto de secretario del Tesoro.

Solo dos meses después de asumir, estalló la pandemia. Lejos de las apasionadas polémicas que despertaba y despierta todavía hoy Johnson, Sunak consiguió al apoyo de la población y se consolidó en el cargo. Gracias a su masivo paquete de ayudas se convirtió en uno de los miembros más populares del gobierno, mientras Johnson era duramente criticado por su gestión de la crisis sanitaria.

Considerado durante mucho tiempo como la mano derecha de Johnson, es visto ahora en el círculo del saliente primer ministro como el hombre que lo traicionó al anunciar su renuncia el 5 de julio, precipitando otras sesenta dimisiones y, en última instancia, la caída del líder conservador.

Más allá de las internas, Johnson y Sunak son el día y la noche. Mientras la gestión del primero ha sido calificada de improvisada y caótica, el segundo se muestra súper organizado y meticuloso. Frente al cabello alborotado y al aspecto desaliñado del primer ministro, Sunak aparece siempre bien peinado y vestido con elegante ropa de marca.

Al igual que el resto de los conservadores, Sunak es un decidido militante del Brexit. Exbanquero de Goldman Sachs, acaparó los titulares con sus apariciones en las ruedas de prensa y la puesta en marcha de medidas drásticas para atajar el declive de empresas y trabajadores.  Casi una celebridad de sonrisa franca, solo cinco años después de haber asumido como diputado en la Cámara de los Comunes.

Alejado de los escándalos y las interminables polémicas que caracterizaron a Johnson y muchos miembros de su gabinete, se diría que la crisis del gobierno ni lo rozó. Hijo de una pareja de origen indio que emigró a Reino Unido, donde nacieron él y sus tres hermanos, Sunak nació en 1980 en la ciudad portuaria de Southampton, en la costa sur de Inglaterra. “Crecí viendo a mis padres servir a nuestra comunidad con dedicación” suele decir en las entrevistas.

Su padre, un médico de familia del  Servicio Nacional de Salud, y su madre, propietaria de una farmacia, pudieron darle una educación privilegiada. El joven Sunak se codeó con la élite inglesa en el Winchester College, un elegante internado privado para varones, y en las universidades Oxford y Stanford, donde empezó a involucrarse en proyectos educativos y programas de voluntariado. Después trabajó en Goldman Sachs, que dejó para armar su propia empresa de inversión.

Fue en California, cuando asistía a la universidad de Stanford, donde conoció a su esposa Akshata Murty, con quien tiene dos hijas y se  casó en 2009 en una boda de varios días en Bangalore, la capital del estado de Karnataka, en el sur de la India. Un centro de la industria de alta tecnología de la India y famoso por sus parques y vida nocturna.  Murthy, que estudió francés y economía en Estados Unidos, es hija de Narayana Murthy, un multimillonario empresario indio cofundador de la gigantesca consultora tecnológica Infosys. Es la sexta persona más rica de la India.

Sunak durante mucho tiempo fue visto como el sucesor natural de Johnson. Sin embargo, su popularidad comenzó a caer cuando, tras el levantamiento de las restricciones por el coronavirus, cortó las ayudas y comenzó a subir impuestos y cargas sociales en un contexto marcado por la disparada inflacionaria. "Para mí, ser conservador significa ser responsable del dinero, tanto del dinero de la gente como de las finanzas públicas", se justificó Sunak.

Su imagen también se vio dañada por un escándalo: el ventajoso estatus fiscal de su multimillonaria esposa, registrada como "no domiciliada" en el Reino Unido pese a vivir con Sunak en un apartamento oficial en Downing Street. Aunque el estatus de "no domiciliado" es legal, la revelación fue mal recibida por los británicos, que veían desplomarse su poder adquisitivo al mismo tiempo que el Sunday Times ubicaba a la pareja en la lista de las grandes fortunas del país con un patrimonio estimado en 730 millones de libras (US$ 910 millones de dólares).

De izquierda a derecha

Admiradora de la primera ministra Margaret Thatcher, a la que interpretó de niña en una obra del colegio, la jefa de la diplomacia británica, Liz Truss, espera ahora sucederla como la tercera mujer que toma las riendas del gobierno en el Reino Unido.

Al igual que Thatcher, apodada la "dama de hierro" por la mano dura con que gobernó el país de 1979 a 1990, Truss, de 46 años, es una defensora del libre comercio y entró en la campaña para suceder a Johnson encarnando al sector más derechista del Partido Conservador.

En 1996, con apenas 21 años, se unió al partido durante uno de los más difíciles períodos de la formación conservadora, que se enfrentaba entonces al arrollador avance del Nuevo Laborismo, encarnado por el por entonces altamente popular Tony Blair. Comparada con Thatcher por su radicalización ideológica, Truss no solo no elude la analogía, convencida de que le granjea simpatías y adherentes, sino que además saca a relucir los dichos de antiguos colaboradores, según los cuales cuando ella se empeña en algo, "lo único que la diferencia de un rottweiler es que el perro acaba soltando a su presa".

Desde hace casi un año es ministra de Relaciones Exteriores y llegó a imitar a Thatcher posando con un gorro de piel ruso en la Plaza Roja en febrero pasado durante un viaje a Moscú para intentar disuadir al presidente Vládimir Putin de la invasión a Ucrania.

El viaje, además de las bromas desatadas por las fotos, terminó en un fiasco diplomático. Sus críticos señalaron en esa ocasión que cayó en la trampa de su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, al decir que ella "nunca" reconocería la soberanía de Moscú sobre dos ciudades rusas cercanas a Ucrania, Rostov y Voronezh, cuya pertenencia a Rusia nadie discute.

Junto a Johnson, Truss ha impulsado el masivo apoyo del Reino Unido a Ucrania, con sanciones económicas a Moscú de una escala sin precedentes. También se destacó por su postura, primero conciliadora y luego intransigente, con la Unión Europea en las delicadas negociaciones sobre los acuerdos posbrexit para Irlanda del Norte.

Su nombramiento en el ministerio de Relaciones Exteriores fue tanto un espaldarazo como un medio por parte de Johnson para controlar las ambiciones de Truss. Mostrándose leal hasta el final, ahora tendrá que lograr un delicado equilibrio para no aparecer como la heredera directa del controvertido líder conservador.

Cuando llegó al poder en julio de 2019, Johnson confió a Truss la cartera de Comercio Exterior.  En este puesto, que le permitió familiarizarse con los canales diplomáticos, se convirtió en la cara de las negociaciones comerciales de Londres tras el Brexit. Todo un cambio de rumbo para una mujer que había defendido la permanencia británica en la Unión Europea durante el referéndum de 2016, antes de variar de postura y afirmar que veía oportunidades económicas en el Brexit.

En los últimos meses, Truss se había concentrado en forjar nuevas alianzas de libre comercio y concluyó acuerdos con Japón, Australia y Noruega. Sus críticos, sin embargo, afirman que estos tratados solo reintroducen las ventajas perdidas con la salida de la UE y que Truss no logró el gran acuerdo comercial con Estados Unidos, que Londres tanto ambiciona.

Nacida el 26 de julio de 1975, casada y con dos hijas, "Liz no tiene miedo de decir lo que piensa, y cree que liberar a la gente de los gravosos trámites burocráticos para crear y hacer crecer las empresas es la clave de nuestro futuro económico", dice su página web.

Tras una década en el sector privado, fue primero concejala en el sureste de Londres y luego diputada en 2010 por la circunscripción de South West Norfolk, en el este de Inglaterra. En 2012 entró en el gobierno y ocupó una serie de carteras, primero como secretaria de Estado de Educación y luego como ministra de Medio Ambiente de 2014 a 2016. También se convirtió en la primera mujer ministra de Justicia y, posteriormente, en secretaria jefa del Tesoro.

Los escándalos no han sido ajenos a su carrera. El más destacado: una relación extramatrimonial de 18 meses mantenida con un diputado tory, también casado, que dinamitó la relación del legislador, pero no la de Truss, que sobrevivió a la furia de los conservadores electores de su circunscripción de South West Norfolk.

Una historia que ya casi nadie recuerda. Sí, en cambio, su intervención en el congreso anual conservador de 2014, ocasión en la que condenó con dramatismo que el Reino Unido importara dos tercios del queso que consume. Su frase, "esto es una vergüenza", circuló en las redes como memes que todavía son utilizados como argumento para cuestionar su idoneidad y capacidad, el gran talón de Aquiles que le imputan sus críticos.

Truss creció en un entorno de izquierda. En la prestigiosa Universidad de Oxford, donde se licenció en política y economía, presidió el grupo eurófilo liberal-demócrata, que en su momento apoyó un segundo referéndum sobre el Brexit. Según admitió, escandalizó a sus padres, un profesor de matemáticas y una defensora del desarme nuclear, a los que acompañaba a las manifestaciones cuando era niña, al acabar adoptando posturas muy de derecha.

Su reconocida habilidad con las redes sociales, en el que pone en evidencia su humor mordaz y una astuta originalidad para lanzar dardos a sus oponentes, también le trajo críticas entre sus propios compañeros de bancada, que rebautizaron las siglas en inglés de su cartera, DIT (Department for International Trade), como "Departamento de Instagram de Truss".

Por lo pronto, sus ideas ultra liberales y la experiencia política acumulada en los diferentes cargos que ocupó le valieron la estima del ala derecha del Partido Conservador y la convirtieron en una estrella emergente entre los defensores del Brexit y la rebaja de impuestos. "Mi filosofía personal", dijo una vez al periódico The Guardian, "es dar a la gente la oportunidad de tomar sus propias decisiones".

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