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Una escuela rural en pésimas condiciones y que tiene 15 años de deuda de alquiler

Los padres vienen denunciando la precariedad del edificio desde hace dos décadas
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27 de diciembre de 2018 a las 05:04

La escuela Nº 68 de Florida, en la localidad Pantanoso de Castro —a 34 kilómetros de Sarandí Grande—, es uno de los 1100 centros educativos rurales de Primaria en Uruguay. 

Fundada en 1927 por el estanciero Héctor Prandi, a la escuela Nº 68 primero asistieron sus hijos y los del personal de su establecimiento, pero con los años más niños de la zona empezaron a matricularse. Desde entonces, el Estado uruguayo pagó mes a mes por el arrendamiento del local a Prandi y, tras su muerte, a sus sucesores. 

Sin embargo, esa cuota mensual cesó en 2003, cuando falleció quien entonces era el propietario en la línea de sucesión. Así lo confirmó a El Observador su viuda, madre de los actuales dueños del local, quien pidió no ser nombrada en esta nota para preservar su identidad. 

La existencia de la deuda fue reconocida por el consejero de Primaria Héctor Florit. El jerarca dijo a El Observador que no estaba al tanto de los pagos pendientes hasta el viernes 21, cuando fue consultado.

De hecho, luego de contactar a la división Hacienda y al Departamento Notarial del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP), Florit constató que el último registro de un pago hecho a los arrendatarios data de 1984. Y “aunque lo intentaron”, las autoridades del órgano “no pudieron dilucidar” a qué se debe la falta de datos. 

No obstante, el consejero se preguntó por qué los actuales propietarios nunca denunciaron la situación. “En la nómina no hay expedientes: no figura ni un reclamo de compromiso de pago, ni una solicitud de renovación del contrato”, dijo. 

Si bien es cierto que no hubo un reclamo formal, Primaria sí fue alertada de la deuda. En 2016, los actuales propietarios contactaron al inspector regional, Pablo Silva, para saber si era posible cobrar el dinero de manera retroactiva. Silva aseguró a El Observador que les comunicó que debían elevar el reclamo a autoridades de mayor jerarquía dentro del CEIP, a través de un escribano. 

Los dueños del establecimiento donde funciona la escuela  Nº 68 aseguran que así se dispusieron a hacerlo. Sin embargo, cuando en 2018 constataron que la escribana a la que habían contratado nunca inició el trámite, se asesoraron con un nuevo profesional que actualmente está trabajando en el caso. 

¿Por qué recién en 2016 exigieron el dinero, luego de 13 años de no haber cobrado la cuota mensual? Los propietarios pretendían destinar el monto acumulado a una serie de obras imperiosas para el funcionamiento de la escuela, tras enterarse de que las autoridades de Primaria no habían dado una respuesta satisfactoria a las solicitudes reiteradas de los padres de los alumnos. 

Las carencias edilicias de la escuela  Nº 68 de Florida

La precariedad del local donde funciona esta escuela rural es conocida. Ya el 6 de agosto de 1997, el diputado frentamplista Julio Matos pidió ante la Cámara de Representantes que se implementaran “las reformas necesarias” para permitir “el normal desarrollo de la actividad educativa”. 

Señalamientos de este tipo se repitieron a lo largo de los años. Por ejemplo, el edil suplente del Partido Nacional Álvaro Melgarejo hizo un planteo ante la Junta Departamental de Florida en julio de 2016 que iba en el mismo sentido: “La escuela N° 68 de Pantanoso de Castro se encuentra con serias dificultades edilicias que perjudican a las seis niñas que concurren a clases además de la docente y la auxiliar de servicio. Se trata de un edificio muy añejo, el que muestra una serie de complejidades. Los padres de los niños han denunciado serias roturas en el techo. Las precipitaciones de los últimos meses desnudaron importantes averías donde las goteras se multiplican en los salones. A la humedad permanente en el edificio hay que sumarle las maderas apolilladas que sostienen el techo y que agudizan aún más esta situación”. 

Las palabras de Melgarejo fueron remitidas a la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz; a la directora de Educación Inicial y Primaria, Irupé Buzzetti; a la inspectora departamental de Educación Inicial y Primaria de Florida, Rosario Cora; al diputado nacionalista José Andrés Arocena; al intendente de Florida, Carlos Enciso, y a las autoridades de la escuela Nº 68 de Pantanoso de Castro.

Dos años después, la situación del centro de enseñanza apenas se ha modificado. Los reclamos de los padres que más se reiteran son tres: la falta de una auxiliar de servicio, la carencia de agua potable y agujeros en el techo que, cuando llueve, perjudican la dinámica de clase. 

Falta de una auxiliar de servicio 

La maestra a cargo de los siete niños que se matricularon en 2018 no pudo dedicar toda la jornada escolar (de cinco horas) a enseñar: también debió cocinar el almuerzo y asistir a los más pequeños. Estas tareas solían ser responsabilidad de la auxiliar de servicio. Sin embargo, cuando en 2016 falleció quien ocupaba el cargo en la escuela de Pantanoso de Castro, Primaria no buscó un sustituto. Esta información fue confirmada a El Observador por el inspector Silva.

Por su parte, el consejero Florit aseguró que “hay algunas escuelas rurales que no tienen maestra auxiliar", pero entiende que es un número "muy minoritario": 30 o 40. 

A su vez recordó que la última Rendición de Cuentas permitió al CEIP regularizar a 300 auxiliares de servicio que habían sido contratadas por comisiones de fomento de todo el país. “En este contexto, si hubiese posibilidad de una partida, se podrá considerar el caso de la escuela Nº 68 para el próximo año lectivo”, indicó Florit.

Goteras en el techo

A través de los agujeros en el techo, la lluvia se colaba de a gotas en la escuela. Ante la inacción de las autoridades, los padres de los siete alumnos pidieron la colaboración de vecinos de la zona a lo largo del año. Recién a comienzos de diciembre pudieron pagar por las chapas y la mano de obra necesaria para dar una solución provisoria. 


Carencia de agua potable 

Desde hace por lo menos dos años no hay agua potable en el centro de enseñanza. La instalación tiene un aljibe y un tanque para emergencias, pero esa agua no está apta para consumo. 

Luego de que los padres insistieran al inspector Silva, recién en 2018 la escuela se convirtió en “una de las tantas que reciben partidas para comprar agua embotellada” para beber y cocinar, según Florit. Esta es una cuota mensual de $800 que muchas veces no alcanza para comprar lo necesario, por lo que los padres de los alumnos tienen que reponerla.

Para las tareas de limpieza y el saneamiento, Primaria dispuso que se siguiera usando el agua del aljibe. Desde un principio esto implicó que el suministro de agua estuviese condicionado por el régimen de lluvia, y los padres de los alumnos se lo indicaron a Silva. 

A principios de este año, Florida declaró alerta por sequía: el aljibe de la escuela al norte del departamento estaba prácticamente vacío y Primaria debió encontrar una solución. Por eso, a partir del 12 de marzo, el Comité de Emergencia departamental entregó bidones de agua. En agosto, Primaria también otorgó una partida de dinero para pagar el combustible de un camión cisterna del Batallón Florida de Infantería N°1, que cada dos meses recargó el agua necesaria.

Según el inspector regional, en diciembre una arquitecta fue al predio para evaluar si es posible instalar un pozo semisurgente que normalice el régimen de agua potable. 
 

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