Consejo de Seguridad de la ONU

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Una nueva realidad internacional requiere de un cambio en el Consejo de Seguridad de la ONU

Un primer paso vital debería ser remodelar el Consejo de Seguridad de la ONU para que refleje las realidades económicas y militares del siglo XXI, muy distintas a las del final de la Segunda Guerra Mundial
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19 de junio de 2023 a las 05:03

Distintas versiones periodísticas en Estados Unidos afirman que, finalmente, la administración Biden estaría dispuesta a dar un primer paso para reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, incluso con la incorporación de nuevos miembros permanentes. Este hecho marcaría el reconocimiento por parte de Washington que su dominio de la escena internacional ya no es absoluto.

Uno de los indicadores de la actual situación de cambio en las relaciones de fuerza internacionales se puede observar en la reacción de los países en temas como el de la guerra entre Rusia y Ucrania. indicador gráfico de que Estados Unidos ya no toma automáticamente las decisiones en temas importantes es la reacción mundial a la guerra entre Rusia y Ucrania, indica el miembro del Randolph Bourne Institute, Ted Gale Carpenter.

A pesar de la intensa presión de Washington, prácticamente ningún otro gobierno fuera de la OTAN y el bloque tradicional de aliados de Estados Unidos en la región de Asia-Pacífico ha estado dispuesto a acompañar la política de sanciones a Rusia y mucho menos a enviar ayuda militar a Ucrania. 

La decisión de la administración Biden de incautar activos rusos en dólares depositados en Estados Unidos ha provocado que varios países celebren acuerdos económicos en otras monedas y dejen de depender tanto del dólar como moneda de reserva mundial. Además, Rusia, China e Irán han desarrollado lazos políticos, económicos y militares mutuos notablemente más estrechos a partir de la imposición de las sanciones a Moscú.

Según Carpenter, el tema de Ucrania también ha servido como catalizador para un mayor activismo diplomático por parte de países que no se contentan con automáticamente el ejemplo de Washington. En el primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, la República Popular China (RPC) ofreció un plan de 12 puntos para poner fin al derramamiento de sangre. 

A fines de abril de 2023, Beijing ofreció un plan modificado de 10 puntos. El presidente brasileño, Lula da Silva, sugiere crear un grupo de países, “una coalición de paz”, que incluya a India, China e Indonesia, así como a Brasil, para mediar en las conversaciones de paz entre Moscú y Kiev.

Las manifestaciones de comportamiento independiente por parte de otras grandes potencias no se limitan al tema de Ucrania. La República Popular China desempeñó un papel importante para ayudar a resolver las tensiones de larga data entre Arabia Saudita e Irán. Estos acontecimientos confirman que Estados Unidos ya no mantiene una hegemonía mundial absoluta, tanto diplomática como militar. 

Otras potencias están dando un paso al frente para perseguir sus propias iniciativas, sin ceder ante Washington. De hecho, lo están haciendo a pesar de las claras expresiones de descontento de Estados Unidos.

Carpenter remarca que, en función del reconocimiento de esa nueva realidad, un primer paso vital debería ser remodelar el Consejo de Seguridad de la ONU para que refleje las realidades económicas y militares del siglo XXI, muy distintas a las del final de la Segunda Guerra Mundial. La expresión institucional de un concierto moderno de grandes poderes significa que todos los actores principales deberían tener un asiento en la mesa.

En lo que se refiere al poder de veto, es esencial que todos los miembros permanentes tengan el mismo estatus. Una de las principales deficiencias del plan informado por la administración Biden es que los nuevos miembros no disfrutarían de la prerrogativa de ejercer el veto sobre cualquier acción del Consejo. Tal “reforma” crearía una distinción indebida entre miembros permanentes de “primera clase” (los cinco originales) y de segunda clase (los más nuevos).

Japón, con la tercera economía más grande del mundo y un ejército moderno muy capaz, es una opción obvia para sumarse al Consejo. Sin embargo, India, con la población más grande del mundo, una economía en rápido crecimiento y un arsenal nuclear, es casi tan importante. Al mismo tiempo, parece demasiado para Europa tener siempre dos escaños, con la perspectiva de un tercer escaño, si se agrega Alemania, con la cuarta economía más grande del mundo.

Un compromiso equitativo podría ser crear un "asiento europeo" que rotaría entre Gran Bretaña, Francia y Alemania, las tres principales potencias económicas y militares de la región. Sin embargo, diluir el estatus actual de Gran Bretaña y Francia podría ser un motivo de ruptura, y no vale la pena sabotear la creación de un nuevo concierto viable de grandes potencias sobre ese tema.

Los nuevos miembros permanentes de otras partes del mundo representan una complicación aún mayor. Se puede argumentar razonablemente que Brasil debería tener ese papel ahora, dada su creciente prominencia económica y diplomática. La opción más obvia para un asiento en Medio Oriente sería Turquía, aunque el rechazo tanto de Irán como de los estados árabes es seguro. También se debe considerar un asiento para Pakistán, que posee armas nucleares, sobre la base de su importancia para la seguridad, así como la representación de una gran potencia para el mundo musulmán.

Otra potencia en ascenso, Indonesia, debería ser considerada sobre la base de las capacidades económicas y militares. Para África, tal vez un asiento rotativo entre Nigeria y Sudáfrica sería la opción más viable. Si esos asuntos no se pueden resolver en una primera ronda de ampliación del Consejo, debeían ser las principales prioridades para una ronda posterior dentro de una o dos décadas.

Excepto por la posibilidad de diluir los roles de Gran Bretaña y Francia, todos los demás miembros permanentes actuales del Consejo de Seguridad de la ONU deberían conservar sus asientos. Ese es un punto importante porque ha habido una serie de sugerencias poco consistentes para “expulsar” a Rusia. La última propuesta en ese sentido se reflejó en un artículo de opinión del Wall Street Journal del 22 de mayo de Bernard-Henri Levy. Su esquema es especialmente irritante ya que implica dar el asiento de Rusia a Ucrania, una potencia de tercer nivel con un tamaño de población y una producción económica similar a la de Sudán. Incluso sin ese elemento, los intentos de expulsar al país con el segundo arsenal nuclear más grande del mundo aparecen como extraordinariamente imprudentes.

Un Consejo de Seguridad renovado tendría que mostrar cierto respeto por el concepto de esferas de responsabilidad. No es razonable insistir en que todos los temas deben abordarse a nivel mundial con la expectativa de un consenso, indica Ted Carpenter. 

Algunas potencias tendrán intereses sustancialmente mayores en juego en ciertas regiones. Es comprensible que China y Japón tomen la iniciativa con respecto a los problemas en el Este de Asia, China y Rusia en Asia Central, Estados Unidos y Brasil en América Latina, y así sucesivamente. Solo en los casos en que los intereses de dos o más grandes potencias estén en juego y en peligro de colisionar, el Consejo de Seguridad ampliado debería involucrarse. El respeto a los intereses prioritarios de las principales potencias específicas en regiones específicas debería ser la norma.

Carpenter considera indiscutible que la modernización del Consejo de Seguridad de la ONU requeriría años de negociaciones a menudo complicadas y una voluntad inusual de compromiso por parte de los cinco miembros permanentes existentes. Pero tal esfuerzo debería comenzar. La desaparición de la Unión Soviética como el único rival estratégico serio de Estados Unidos le dio a la hegemonía política y militar de Estados Unidos una nueva vida, y sin embargo, estaba claro incluso para el renombrado columnista del Washington Post Charles Krauthammer cuando acuñó la frase sobre el nuevo “momento unipolar” de Estados Unidos, afirmando que la hegemonía revivida de Washington no duraría indefinidamente. 

Krauthammer había usado el término "momento" deliberadamente. El “contrato de arrendamiento” prolongado de la hegemonía de Estados Unidos  está claramente a punto de expirar, y es necesario dar los pasos iniciales para establecer un nuevo orden global que contemple esa realidad.

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