La reunión del Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela, que se realiza este jueves 7 en Montevideo, en la sede del Poder Ejecutivo, copatrocinada por el gobierno de Tabaré Vázquez, es el epílogo de una estrategia de política exterior equivocada y que ya está dañando la buena imagen de Uruguay en el mundo.
La posición de “imparcialidad” de la administración del Frente Amplio acerca de la crisis venezolana no convence a nadie por más esfuerzo que ha hecho la cancillería que encabeza Rodolfo Nin Novoa para explicar que Uruguay no apoya a ninguna de las partes y que su intención es encontrar una salida negociada.
La “equidistancia” de Uruguay en el problema venezolano es considerada como un espaldarazo al régimen chavista y un rechazo al papel que asumió Juan Guaidó como presidente encargado, aprobado por la legítima Asamblea Nacional. Es que, como dijo el propio Guaidó en una carta que envió al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y a Vázquez, la neutralidad respecto al conflicto interno del país caribeño significa “estar del lado de un régimen que ha condenado a cientos de miles de seres humanos a la miseria, el hambre, el exilio e incluso la muerte”.
Ni siquiera el tibio paso de Uruguay de la última semana de pedir la realización de elecciones libres, y no solo la necesidad de un diálogo entre las partes, ayudó a mejorar la difícil situación en la que quedó el país, como refleja una carta pública de un grupo de 21 diplomáticos de carrera retirados, difundida por el diario El País el martes 5, que cuestiona la posición de neutralidad del gobierno.
En defensa de la estrategia uruguaya, alguien podría argumentar que el Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela está integrado por naciones democráticamente intachables, como Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, España, Suecia, Reino Unido. Pero todas ellas intentan que se concrete una negociación al tiempo que reconocen a Guaidó como presidente encargado.
El plan de ayuda humanitaria, que lidera Guaidó con el apoyo de la mayoría de la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza y el invaluable apoyo de Colombia, y la exigencia de que se realicen elecciones libres como establece la constitución venezolana son los dos caminos más apropiados para que Maduro abandone el poder, al que se aferra a punta de fusiles y haciendo sonar tambores de guerra. La administración de Vázquez sabe de sobra que el camino del diálogo es casi imposible por el ambiente de polvorín político en un escenario de una economía de guerra por pura responsabilidad del régimen chavista, aunque nunca va a reconocerlo.
Mientras el gobernante Frente Amplio impulsa una salida negociada y en paz, y comienza a ejecutarse el plan de ayuda humanitaria, al que se resiste el gobierno chavista, la agencia Reuters reveló que 400 exsoldados rusos están en Caracas –un hecho sin precedentes– supuestamente para proteger a Maduro, quien en estos días anunció la creación de 50 mil “unidades populares de defensa” para proteger el régimen.
La reunión en Montevideo será a todas luces un fracaso porque, como reconoce el propio canciller Nin Novoa, son “difíciles” –para no decir imposibles– las gestiones para encontrar una salida negociada.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá