Viaje hacia las raíces

La pradera, los gauchos y el folclore. En 1935, esa fue la respuesta a la primera pregunta que se planteó el incipiente Ballet Nacional del Sodre (BNS): ¿qué es lo nuestro? ¿Qué, a través de los movimientos europeos del ballet, podía simbolizar lo nacional? Partiendo de ese imaginario, la compañía, bajo el mando de Alberto Pouyanne, realizó su primera puesta en escena, Nocturno Nativo, centrada en un poema homónimo de Víctor Pérez Petit y la música de Vicente Ascone.

De ese espectáculo inicial, que abrió la puerta a casi un siglo de éxitos, sólo queda hoy un puñado de fotografías, programas, el poema y la partitura, así como la pregunta que lo disparó todo, aquella que, inexorable, continúa retumbando en la mente de los uruguayos. Los encargados de resolver la incógnita, luego de ochenta años, fueron el coreógrafo Martín Inthamoussú y el músico Juan Campodónico, integrante de Campo, convocados por el director del BNS, Julio Bocca, bajo la idea de revivir y celebrar Nocturno Nativo. El nuevo resultado, Nocturno, se presentará del 13 al 23 de agosto en el Auditorio Adela Reta como parte cúlmine del espectáculo Episodios Nocturnos Coreográficos, que también integrará otros dos segmentos: Episodios sobre un mismo tema y One & Other.

Sin embargo, este Nocturno se despoja de las imágenes gauchezcas de su antecesor, tanto en su estética como en la historia que busca relatar. "Partimos de la misma duda y la respuesta que encontramos en nuestra búsqueda artística fue muy distinta", comenta Campodónico a El Observador. En esta oportunidad, el dramaturgo Gabriel Calderón hizo una reinterpretación de la pieza de Pérez Petit para generar distintos poemas para los momentos musicales e interpretativos de la pieza. "Hicimos un proceso similar, pero llegamos a otra música y a una coreografía totalmente nueva", explica Inthamoussú. Aunque la forma difiere, el sentimiento se mantiene. "La obra es un trayecto en búsqueda de identidad", agrega el coreógrafo. Un descubrimiento de la esencia que subyace a lo urbano, en el que el objetivo es "llegar a lo nativo en el sentido metafórico, que es lo más puro que hay en un ser humano", sostiene.

La indagación no es contenida únicamente por la temática, sino que el proceso mismo de la obra fue producto de la exploración artística. Para Campodónico, todo empezó poco después de unirse al proyecto, en unas vacaciones a un paraje descampado de Rocha. "Un día me desperté en la mitad de la noche y escuché sonar el monte, toda la vida que tenía. Volví de ese viaje con un montón de fotos y ese fue nuestro punto de partida, esa cosa enmarañada que tiene el monte nativo". Las composiciones, interpretadas junto a Campo e integradas con otros dos temas al disco Nocturno de la banda, transmiten la progresión de la ciudad a la naturaleza, haciendo un trayecto que recorre momentos clásicos, con cuerdas, segmentos secuenciados "que reflejan la dureza del cemento", y tonadas milongueras, "que evocan esos sonidos típicos de nuestra música". En lo "nativo", en cambio, la textura de la naturaleza palpita a través del crujido de las ramas, el gorjeo de los pájaros.

A partir de esa música, Inthamoussú desarrolló una secuencia de danza en la que una multitud de bailarines emulan el tumulto de la ciudad y luego la maraña del monte en un desorden perfectamente calculado que incorpora piezas estilizadas con protagonismo de uno, dos o cuatro bailarines. Para el coreógrafo, Nocturno está marcado por un "encuentro entre varios estilos", un lenguaje de "ballet contemporáneo". "Durante la obra uno puede reconocer elementos del ballet clásico más hacia el comienzo", agrega, aludiendo a la sofisticación de la urbe, "pero esos elementos no desaparecen del todo al final", cuando un contacto con la tierra que tiende más a la danza contemporánea. La búsqueda, sin embargo, logró trascender la danza, la sonoridad, y hablarle a sus creadores sobre la misma condición del ser humano, más allá de las fronteras geográficas. "Creemos a partir de toda esta investigación que todos los seres humanos hacemos un viaje en un momento de nuestra vida y volvemos a la raíz de lo que realmente somos, llevado a la metáfora de lo urbano versus lo nativo".