En el año 2014 a María (32) le diagnosticaron un cáncer de cuello de útero y tuvieron que extirpárselo para extraer el tumor y luego hacerle quimioterapia. Durante todo el proceso y transcurso de la enfermedad le pasaba solo una cosa por la cabeza: no podría ser madre. Con esa preocupación le recomendaron conservar sus ovocitos para el futuro. “Ese sueño me dio fuerza para enfrentar todo el tratamiento”, contó María a El Observador.
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