Cuando se habla de cómo abordan las empresas la violencia de género, en general, se hace referencia a la violencia contra las mujeres en el ámbito laboral y a políticas internas que intentan prevenir y/o sancionar este tipo de situaciones, como es el caso de la maderera Lumin que cuenta con un protocolo en caso de acoso sexual laboral. Pero, ¿qué pasa si la mujer está viviendo la violencia en su propio hogar? Si bien alguien puede argumentar que eso excede la responsabilidad de la organización, la realidad es que estas no son entes abstractos, están compuestas por personas y las personas no dejamos en la puerta de nuestros trabajos nuestros problemas personales. Además –si lo pensamos desde una perspectiva menos humana y enfocada en el negocio– esas situaciones de estrés, miedo, angustia e inseguridad constante, también afectan el desempeño y la productividad de las personas.