Pese a algún leve cambio, la estructura del primer programa de la tercera temporada de
no se apartó demasiado de sus homónimos anteriores. Más allá del cambio de la plaza Independencia por la pista de atletismo, este reestreno mostró la primera etapa del casting de selección de concursantes, que redujo a 40 la lista de candidatos, y que en la próxima entrega se reducirán a la lista final de 18.
El programa alcanzó una cifra de 14,2 puntos de rating, según la consultora Kantar Ibope. Eso equivale a 181.000 espectadores en Montevideo, una cifra que se mantiene dentro de lo habitual para el programa, uno de los éxitos de audiencia más constantes de los últimos años en la pantalla local.
Unos 2.500 aspirantes se presentaron al primer casting, de los cuales fueron elegidos los 100 platos. Esos fueron degustados por el jurado, que seleccionó 40. Los concursantes pasaron a una segunda instancia de prueba, mano a mano con el jurado integrado por
Lucía Soria, Laurent Lainé y Sergio Puglia, momento en el que el programa pasó a enfocarse en las historias personales de los candidatos.
Hijos y abuelos entraron a algunas de las pruebas para dar un empujón emotivo a algunas historias, se presentaron concursantes que llegaron desde el exterior (como Alfonso, un peruano que apostó por uno de los platos insignia de la
cocina de su país, el ceviche, y se llevó uno de los delantales), otros fallaron por el nerviosismo –hubo quienes revelaron incluso que el interés por la cocina llegó por este reality show–, mientras que otros impresionaron con sus habilidades a la par de sus historias personales.
Se produjo también una situación curiosa cuando Guillermo Tramontín, uno de los 40 candidatos, optó por devolver su delantal luego de que Puglia se lo entregara. Bioquímico de profesión, eligió darle prioridad a la defensa de su tesis de maestría, que coincidía con la próxima instancia del programa.