Me es difícil entender algunas cosas que son bellas. O mejor dicho, me cuesta muchas veces entender -más aún en tiempos en que somos hijos del consumo, que parece resolverlo todo- qué es lo realmente considero bello. Qué me provoca la verdadera belleza. Saberlo como para poder reconocerla. Es que estoy tan influido por ese bombardeo constante de merchandise, de ofertas y de cosas que "necesito" que a veces pienso que es cada vez más difícil conectar con lo bello y que me voy entumeciendo.
Trato de todas formas, de asirme de alguna cosa cuando encuentro, o sospecho que encuentro, una pequeña muestra de contacto con esa belleza real, que ahora mismo, siendo las 3 de la mañana, no puedo bajar a palabras.
Pero sí puedo usar un ejemplo. Durante esta semana, un amigo me pasó un documental sobre Zinedine Zidane, enteramente musicalizado por los escoceces de Mogwai. Pensaba verlo de a ratos, como me pasaba con la música de Mogwai. Pero, tal como me pasó en el concierto de ellos del domingo pasado, con los primeros segundos de la película me quedé prendado.
Siempre me emocionó mucho el estilo futbolístico de Zinedine Zidane. Lo digo desde mi simpatía madridista pero mucho más desde mi fanatismo futbolero. Le vi pisadas imposibles, pases perfectos. Le vi el compromiso, la mesura y la estampa en cada tranco por cualquier campo de juego. Lo vi convertirse en mi antihéroe favorito tras aquella gran final de Copa del Mundo en 1998. Lo vi empalar una volea perfecta en una final de Champions.
Pero como fanático de la música, nunca había visto un video o una película con un sonido que conectara tan bien con la entidad Zidane, con el hombre Zidane, con el caudillo futbolístico Zidane. Con la belleza del fútbol de Zidane. Y en ese momento se me apareció la conexión: los cinco músicos de Mogwai (la banda en general, vamos) tiene mucho de antihéroe de tiempos actuales: su música no hace concesiones ni en volumen ni en extensión ni en retorcimiento. Sin embargo, hay algo en sus climas y en la personalidad de sus músicos, encabezados por el (también pelado) Stewart Braithwaite que conecta con el mítico "Zizou".
En definitiva nada, que Zidane: A 21st Century Portrait es una emocionante y (sí) bella película de fútbol y música que, para mi sorpresa, define mejor a Zidane que casi todas las biografías y entrevistas que ha dado. Y que lo vi y lo primero que me pareció fue bello. Lo segundo fue comprobar como la música de una inolvidable banda de rock podía amplificarme y revivirme, en sus intervenciones dentro de esa película, esos felices años de fútbol por TV cable, prendido cada sábado para ver a ese número 5 al que todavía echo en falta.
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