27 de octubre 2025 - 3:39hs

Múltiples lecturas se harán sobre el resultado de las elecciones 2025. Pero hay una indiscutible: Javier Milei consiguió un triunfo categórico, inesperado incluso para los más optimistas de la Casa Rosada, que lo deja en la antesala de una oportunidad histórica.

El 40,7% de los votos en todo el país que sacó La Libertad Avanza lo deja muy cerca de otra muy buena elección de un oficialismo en los últimos años, que fue la del Cambiemos de Mauricio Macri en 2017 (41,75%).

La comparación puede no ser la mejor, porque unos meses después, la gestión económica de la administración macrista entró en un tobogán que terminó con la pérdida de la elección presidencial dos años después. Sin embargo, Milei tiene a su favor que en la primera mitad de su mandato hizo el ajuste fiscal que no se había hecho en su momento.

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El libertario arranca esta etapa con una macroeconomía que sigue en estado delicado (la necesidad de pedirle ayuda a Estados Unidos es el reflejo de eso), pero con las cuentas públicas ordenadas. El desafío económico por delante estará en lograr una sostenida baja del Riesgo País para lograr regresar a los mercados de crédito para rollear las deudas (como hace cualquier economía normal), despejar así el frente financiero y que se consolide un crecimiento económico genuino que repercuta en la microeconomía.

El desafío del estilo político

El gran interrogante que se abre hacia adelante es si el gobierno de Milei logrará entrar en un círculo virtuoso de acuerdo y negociación con los sectores dialoguistas para conseguir lo que el propio Presidente en su discurso anticipó como “el Congreso más reformista de la historia argentina”.

Reforma laboral y tributaria ya fueron explicitadas. La previsional vendría después. La penal fue presentada en plena campaña. La lista se puede ir ampliando, al punto de que Milei se entusiasmó y reflotó la agenda del deslucido Pacto de Mayo que se firmó en 2024 con casi todos los gobernadores.

El Congreso se volvió tierra fértil para el Gobierno, sobre todo considerando haber atravesado dos años siendo una franca minoría parlamentaria. Ahora deberá seguir trabajando para conseguir acuerdos, pero se garantizó la fuerza necesaria para neutralizar las embestidas opositoras.

Milei ya le envió una señal a los gobernadores dialoguistas, a quienes invitó a “discutir en conjunto” los acuerdos necesarios. Música para los oídos de los mercados, que no solo esperaban ver respaldo social al Presidente, sino también su capacidad de convocar a negociaciones más amplias.

La otra cara de la sorpresa electoral es que el peronismo, pero sobre todo Cristina Kirchner, perdió gran parte de su peso en el Senado. Pasó de un bloque de 34 a 28, la cifra más baja para un bloque peronista que se recuerde desde el retorno de la democracia. Así, pierde impulso para construir mayorías y reserva casi todo su poder en seguir teniendo más de un tercio que puede bloquear temas importantes, como la designación de nuevos jueces de la Corte Suprema.

La muñeca política del Gobierno también estará en ver si logra perforar en esa bancada, donde influyen algunos gobernadores que tendrían más beneficios en negociar con el Ejecutivo nacional que mantenerse siempre cerca de Cristina Kirchner.

Múltiples lecturas del resultado

El rol de Cristina Kirchner y su espacio en general es, precisamente, una de las lecturas que más se escuchó desde que se conoció el batacazo electoral. “Ganó el miedo”, es la lógica repetida.

Gran parte del electorado no kirchnerista, se sostiene con este argumento, decidió darle su respaldo una vez más a Milei ante el temor que significaba la posibilidad de que el kirchnerismo pudiera volver al poder.

Más allá de todos los escándalos por los que debió atravesar el Gobierno en estos últimos meses, y de un estilo que genera rechazó en una porción de electorado, un 40% de los argentinos que fueron a las urnas le dieron su respaldo.

La otra lectura que viene ganando consideración es que la crisis económica que tanto se repite desde los medios y la dirigencia opositora quizás no es tan severa como se la presenta. O, por lo menos, hay un porcentaje importante de la sociedad que valora la baja de la inflación y prefiere seguir apostando al cambio de modelo económico.

Hasta inclusive el rol de la boleta única, que hizo su debut estelar a nivel nacional, también se sumó a las lecturas que se hicieron del resultado. Es que la sospecha de que la boleta tradicional, sumado a déficits en la fiscalización, facilitaba la quita de puntos cruciales dieron tela para celebrar el nuevo sistema de votación.

Sea cual fuera la interpretación que impere (probablemente haya una conjunción de cosas, sobre todo de las primeras dos), la clave hace adelante estará en la interpretación que haga el presidente Milei.

Si 2024 fue el año del envión, en el que el gobierno parecía una topadora y conseguía sancionar leyes clave en el Congreso a medida que bajaba la inflación, 2025 fue el del tropezón. Escándalos, malas decisiones políticas, derrotas parlamentarias, y consecuentes crisis económicas fue un combo que pintaba como explosivo para sus chances electorales.

Sin embargo, las urnas le dieron un nuevo respaldo a Milei. Contundente e inesperado. Por eso la pregunta que muchos se hacen es si seguirán vigentes los aprendizajes de los tropezones 2025 o el triunfo electoral puede nublar la visión. La primera señal que dio fue el discurso para celebrar la victoria, con tono moderado, saco y corbata. Y dejó un saldo positivo. La pelota quedó del lado de Milei, que deberá demostrar si puede aprovechar la oportunidad.

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