La transición energética global es inevitable pero será mucho más lenta de lo esperado. Según el informe anual Energy Transition Outlook 2025 de la empresa noruega DNV (Det Norske Veritas), el mundo alcanzará emisiones netas cero de dióxido de carbono recién en 2093, casi medio siglo más tarde que el objetivo establecido en el Acuerdo de París. Para ese momento, el calentamiento global se habrá estabilizado en 2,2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, superando ampliamente la meta de 1,5 grados.
El reporte, que analiza el sistema energético mundial mediante simulaciones basadas en datos actuales, concluyó que las emisiones globales de CO2 alcanzarán su punto máximo en 2025 y comenzarán un descenso gradual a partir de 2026. "La energía relacionada con las emisiones está alcanzando su punto máximo en 2025 y comenzará a caer a partir de 2026", señala el documento de 130 páginas publicado esta semana.
DNV es una firma de certificación y asesoría técnica fundada en 1864 que emplea a más de 12.000 personas en 100 países. A diferencia de otros informes que presentan múltiples escenarios posibles, el Energy Transition Outlook ofrece una única proyección que considera "el escenario más probable" basándose en tecnologías probadas, tendencias políticas actuales y cambios de comportamiento observables. "El ETO es un pronóstico basado en simulaciones que refleja cómo se comporta el sistema energético bajo un escenario más probable. No es un camino de mejor caso ni una solución optimizada en costos", aclaran sus autores.
La transición es real pero insuficiente
A pesar de que las proyecciones quedan lejos de los objetivos climáticos internacionales, DNV sostiene que la transición energética está en marcha y no se detendrá. "Enfrentados a estos desarrollos, un observador casual podría concluir que la transición energética está estancada o en reversa. Ese definitivamente no es el caso. La transición energética está avanzando", afirma el documento.
El informe proyecta que los combustibles fósiles reducirán su participación en la matriz energética primaria mundial del 80% actual al 36% en 2060. Este cambio representaría una caída de más del 1% anual durante casi cuatro décadas. "Por estándares históricos, ese ritmo de cambio no tiene precedentes", señala el reporte.
Sin embargo, esta velocidad resulta contradictoria: es demasiado lenta para evitar lo que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) define como cambio climático peligroso, pero lo suficientemente rápida como para generar disrupciones masivas en la industria de combustibles fósiles y provocar turbulencias en los países exportadores.
La firma noruega sostiene que tres tecnologías clave ya alcanzaron la madurez económica necesaria para impulsar la transición: la energía solar fotovoltaica, la eólica terrestre y las baterías. "Son ahora tan económicas que superan en competitividad a la energía fósil en un número constantemente creciente de áreas", destaca el documento.
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Uno de los hallazgos más contundentes del informe se refiere al futuro del carbón. A pesar de que el consumo global de este combustible se encuentra actualmente en niveles récord, DNV no tiene dudas sobre su destino: "A pesar de los máximos actuales, la demanda de carbón está al borde de un precipicio".
El reporte argumenta que el retiro del carbón y su reemplazo por alternativas con menores o nulas emisiones de carbono representa la oportunidad más accesible para lograr reducciones rápidas y profundas de emisiones. Esta transición será particularmente importante en Asia, donde China e India concentran la mayor parte del consumo mundial de carbón.
Según las proyecciones de DNV, las emisiones de China alcanzarán su pico en 2030 y luego descenderán al 85% de los niveles de 2024 para 2060. En el caso de India, las emisiones crecerán rápidamente hasta la década de 2030, se estabilizarán y luego comenzarán a descender a partir de 2040, terminando un 38% por debajo de los niveles actuales en 2060.
La barrera del "presupuesto de carbono"
El concepto de "presupuesto de carbono" se refiere a la cantidad máxima de CO2 que la humanidad puede emitir para mantener el calentamiento global por debajo de ciertos umbrales. Según DNV, estos presupuestos se agotarán mucho antes de lo necesario para cumplir los objetivos del Acuerdo de París.
"Proyectamos que el umbral del presupuesto de carbono de 1,5°C se agotará en 2029 y el presupuesto de 2,0°C en 2052", señala el informe. Estas fechas implican que el mundo superará el límite más ambicioso de París en apenas cuatro años y el límite de 2 grados en menos de tres décadas.
La firma noruega calcula que, extendiendo su proyección hasta 2100 con eliminaciones modestas de carbono, el mundo alcanzará emisiones netas cero de CO2 a principios de la década de 2090, lo que resultará en un calentamiento de 2,2 grados Celsius para finales de siglo.
La inteligencia artificial, una incógnita
Uno de los factores de mayor incertidumbre en las proyecciones energéticas futuras es el consumo eléctrico de la inteligencia artificial y los centros de datos. DNV revisó más de 50 publicaciones recientes sobre el tema y encontró estimaciones para 2030 que varían entre 210 y 7.900 teravatios hora (TWh), un rango extraordinariamente amplio que refleja la enorme incertidumbre sobre el desarrollo de estas tecnologías.
"Nuestra proyección se encuentra en el extremo inferior de las estimaciones del caso base. Hacia 2040 y más allá, hay fuentes limitadas para comparar y probablemente incertidumbres mucho mayores", reconoce el informe. La firma asume que la IA no será completamente inmune a la "paradoja de la productividad" que ha caracterizado históricamente a las inversiones en tecnología de la información, citando la famosa frase del economista Robert Solow: "Se puede ver la era de las computadoras en todas partes excepto en las estadísticas de productividad".
El informe también destaca que las proyecciones de crecimiento económico para las próximas décadas son más bajas que las estimadas previamente, lo que reduce la presión sobre el sistema energético pero agudiza el desafío social del desarrollo desigual entre regiones.
DNV reconoce en suma que su proyección "difiere en muchas formas del futuro que queremos ver desplegarse", pero sostiene que ofrece la estimación más honesta de hacia dónde se dirige realmente el mundo. "Considerando las prioridades sociales actuales, creemos que esta brecha no puede, de ninguna manera factible, cerrarse mediante avances tecnológicos y/o voluntad política para 2050. Por lo tanto, afirmamos que encontramos las emisiones netas cero de CO2 en 2050 fuera de alcance", concluye el documento.