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7 de octubre 2024 - 15:00hs

Se trata de ser parte. Hoy, esa sensación se paga. Se paga bien. Generar comunidad es alcanzar el éxito. Lograr que la gente quiera ser parte provoca estas cosas: llena un Antel Arena. Levanta grupos de amigos que festejan un chiste de Migue Granados como si fuera un gol. Familias que aplauden la bienvenida de un productor de streaming como si fuera Mick Jagger. Pasan músicos destacados por el escenario. El aplauso es constante. El festejo. El despliegue es caro, llama la atención. Lo logró un programa de streaming. ¿La cancha de pádel de la tercera década del siglo XXI? En este caso, si esa analogía sirve, se trata de la cancha de pádel más masiva y exitosa del momento. La de los mejores números.

Olga, el canal de streaming que Migue Granados creó hace un par de años y que encabeza la reconfiguración del sistema mediático de la región, trajo su espectáculo Olga y las bandas eternas al escenario del Antel Arena el pasado sábado. Las entradas no estaban agotadas, pero las sillas vacías eran más bien esporádicas y la plata invertida por los espectadores se hacía sentir en sus expresiones desaforadas de euforia. Gestos de los que Granados, Lucas Fridman y Tefi Russo, los conductores del programa Soñé que volaba que es la espina dorsal del canal, parecían alimentarse.

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“¿Qué es Olga para vos?”. Esa pregunta se contestó en la previa, micrófono mediante, entre el público. El que preguntaba era Martín Reich, también parte del programa. De jogging rojo, a nadie parecía llamarle la atención que estuviera en cueros. El código se comparte y se entiende así: Olga es eso. Quienes están allí saben que él no se pone una remera jamás, así como saben otras cosas que pasarán, como por ejemplo esos extrañísimos versos de la canción que sube a cantar Benjamín Amadeo en un momento, que se quedará en el escenario hasta el final como una suerte de animador más. El cuarto conductor.

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Es raro el show de Olga. No tiene forma, pero todos extienden a la perfección sus límites. Y, de nuevo, su código. No es un programa del canal de streaming. No es un evento en vivo al uso. Tampoco tiene un orden claro. El público sabe que si llega el momento de las “preguntas Betty” de Russo, tendrán que contestar sobre sus rutinas masturbatorias y/o si antes de limpiarse con el bidet se pasan papel higiénico o no. Que si aparece ese personaje denominado Goni, hay un falsete que introduce un momento bizarro. Que si le abren la cancha a “Saba”, los siguiente veinte minutos estarán destinados a leer una serie de nombres inventados mientras un documento de Drive se proyecta en una mega pantalla y la gente se ríe como desquiciada. Que hay un momento en que seis afortunados deberán competir entre ellos, fingir su muerte, y tal vez llevarse un auto de regalo.

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Si hay algo más cercano a lo tradicional en la propuesta en vivo de Olga son sus números musicales, que de paso dan cuenta de la fuerza de convocatoria que tiene el producto de Granados: pasan Mateo Sujatovich de Conociendo Rusia —una de las bandas indies del momento en Argentina—, pasa el Negro Rada junto a su hija Lucila y Facundo Balta en un momento de pura fiesta, pasa la murga Agarrate Catalina en reiteradas ocasiones, pasa la propia familia Granados —Migue, Pablo, María— a cantar Seminare y La rueda mágica —¿un anticipo de otra de sus transmisiones temáticas?—, cierra la fiesta el Fata Delgado con un Antel Arena que no deja de bailar.

En esa ensalada de registros, son pocas las caras que se mantienen impávidas. En general son acompañantes que, al principio, se mueven con timidez, y que después, entre un público heterogéneo pero que oscila entre los veinteañeros y los cuarentones, se contagian. Es que al final los chistes, aunque estés afuera, aunque no termines de entender de qué va esto, te llegan. O en realidad lo que llega es el entusiasmo colectivo, esa idea, de nuevo: la de ser parte de algo grande. Al fin y al cabo, todos queremos estar en la comunidad. Vivir una en la que valga la pena estar. Olga creó una inmensa, son muchos los que se sienten parte, y hace algunas noches lo demostraron con ganas, gritos, vasos de cerveza volcados, brazos en alto e historias de Instagram que se encadenan sin fin.

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Temas:

Olga Migue Granados Antel Arena

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