CEO de OpenAI, se ha consolidado como una de las figuras más influyentes a nivel mundial por ser la cabeza visible de la empresa que está impulsando la revolución de la inteligencia artificial generativa. Su rol lo sitúa en el epicentro de un cambio tecnológico con profundas implicaciones económicas, sociales y de seguridad a nivel global.
La principal forma en que Altman modifica la geopolítica reside en la carrera global por la supremacía de la IA. Al liderar el desarrollo de modelos avanzados como GPT, OpenAI y, por extensión, Altman, están impulsando la frontera de lo posible en la inteligencia artificial. Cabe destacar que parte del equipo fundador de OpenAI y figuras clave en su desarrollo inicial trabajaron previamente con Elon Musk, lo que subraya la interconexión de las élites tecnológicas y el origen compartido de muchas de las iniciativas disruptivas que hoy moldean el futuro.
Esta competición estratégica entre naciones, particularmente entre Estados Unidos y China, busca dominar una tecnología que se percibe como la clave del poder económico y militar del futuro. Las capacidades que Altman y su equipo desarrollan impactan directamente en la competitividad de las naciones, la productividad laboral y la creación de nuevas industrias, generando una reconfiguración del poder económico global.
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El director ejecutivo de Open AI, Sam Altman, rechazó en X la oferta de Musk.
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Un desarrollo significativo en la influencia geopolítica de Altman es el contrato de 200 millones de dólares que OpenAI cerró el 18 de junio de 2025 con el Departamento de Defensa de EE.UU. Este acuerdo, en el marco del proyecto "OpenAI for Government", busca desarrollar capacidades de IA de vanguardia para mejorar operaciones administrativas y de defensa, incluyendo salud militar, programas de adquisición y ciberdefensa.
Esta iniciativa forma parte de una mayor colaboración entre empresas tecnológicas y el gobierno de Donald Trump, con el objetivo de convertir a EE.UU. en líder mundial en el sector de la IA, lo que se refuerza con el megaproyecto Stargate, por 500.000 millones de dólares, para impulsar infraestructuras avanzadas de IA dentro del país. Altman ha expresado públicamente su compromiso con las iniciativas de seguridad nacional, reflejando el creciente interés de OpenAI por contribuir al desarrollo de infraestructuras tecnológicas y de inteligencia para el gobierno estadounidense, en un entorno de intensa competencia con China.
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El jefe de OpenAI, Sam Altman, presentó GPT-4 Turbo.
Además, Altman es una voz prominente en el debate sobre la gobernanza y regulación de la IA a nivel internacional. Ha viajado por el mundo, reuniéndose con jefes de estado y líderes políticos para discutir tanto el potencial transformador de la IA como sus riesgos existenciales. Su insistencia en la necesidad de marcos regulatorios y de seguridad global para la IA demuestra su influencia en la conformación de políticas públicas que podrían definir la cooperación o la confrontación entre países. Es un actor clave en la discusión sobre cómo mitigar los peligros (como la desinformación, la autonomía en sistemas de armas o el control sobre infraestructuras críticas) mientras se maximizan los beneficios.
Un aspecto emergente y crucial de la influencia de la IA, impulsada por figuras como Altman, es su impacto medioambiental. El entrenamiento y la operación de los modelos de IA de gran escala requieren una cantidad masiva de recursos energéticos, lo que conlleva un consumo significativo de electricidad y agua para la refrigeración de los centros de datos. Este consumo energético plantea desafíos para la sostenibilidad y la huella de carbono global, convirtiéndose en un factor en la competencia por los recursos y la presión sobre la infraestructura energética de las naciones.
El trabajo de Altman y OpenAI también plantea cuestiones fundamentales sobre la ética y el control de la IA. La capacidad de crear contenido indistinguible del humano, de automatizar tareas complejas o incluso de influir en procesos cognitivos, abre un nuevo frente en la geopolítica de la información y la soberanía tecnológica.