Más de una veintena de presidentes y cancilleres de tres continentes aprovecharon la ceremonia de reasunción de Luis Abinader en República Dominicana para aumentar la presión sobre Venezuela.
Lo hicieron mediante un comunicado conjunto que fue leído por el canciller dominicano Roberto Alvarez en el que piden que –con urgencia– se publiquen las actas electorales y se produzca una “verificación imparcial” de los resultados.
Las conversaciones se habían iniciado varios días atrás y tuvieron a Uruguay como uno de los actores de relevancia, según supo El Observador por fuentes de la Cancillería.
Alvarez se comunicó con el canciller Omar Paganini y hablaron sobre la posibilidad de que los países aprovecharan la ceremonia para reunirse brevemente y tratar el tema. De esta forma, también se desactivaban otras dos iniciativas que iban camino a fracasar: un encuentro gestionado por Panamá y otro por Argentina.
Los informantes relataron que Dominicana elevó a Uruguay el “primer borrador” de la declaración y habilitó a circularla a otros en busca de adhesiones.
La gestión fue clave para que Chile se terminara sumando. Si bien Gabriel Boric es muy crítico de Maduro, el país no venía adhiriendo a otros comunicados regionales y mantenía su propia línea, más dura incluso que la que llevan Brasil, Colombia y México.
Con Lula como voz cantante, este otro grupo también endureció su posicionamiento este viernes. El brasileño habló de Venezuela como un "régimen desagradable" con "sesgo autoritario".
En el Palacio Santos interpretan que los países que no tienen un canal de diálogo con Venezuela deben “mantener y aumentar la presión”, algo que se traduce en comunicados como el emitido desde Dominicana.
El texto de este viernes está firmado por veintidós países, entre otros, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea. Señala que el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) aún no presentó las actas que sustenten la veracidad de los resultados anunciados el 2 de agosto.
Pide la “inmediata publicación” de todas las actas originales y la “verificación imparcial e independiente” de esos resultados, preferiblemente por una “entidad internacional”.
“Toda demora en que esto suceda pone en cuestión los resultados publicados oficialmente el 2 de agosto”, dice el texto.
Más allá de la declaración, en el gobierno celebraron también que la OEA pudiera sacar en la noche del viernes una resolución prácticamente similar por consenso, es decir con el apoyo de Colombia y Brasil. Semanas atrás, el organismo había fracasado en sus intentos.
La hoja de ruta de la Cancillería
El miércoles ante el Parlamento, el canciller dijo que en la región coexistían “diferentes estrategias” para buscar una solución a la crisis venezolana. “No todas son contradictorias”, adelantó.
Paganini relató que había países –entre los que estaba Uruguay– que podían ser “muy vocales” para generar presión porque no tenían “forma” de negociar, mientras que otros –como Brasil o Colombia– podían contar con un “canal discreto” aunque no creía que existiera voluntad por parte de Venezuela.
“Todos sabemos que la influencia que pueden tener sobre Venezuela, tanto Brasil, que es un país limítrofe –y Uruguay no lo es–, como Colombia, que también es limítrofe y que a su vez puede tener ciertos canales de diálogo, pueden hacerlos jugar una estrategia distinta. ¡Ojalá sirva para lo mismo!”, expresó aunque fue escéptico. “Veo al régimen huyendo hacia adelante, hacia mayor represión y más desconocimiento de todo en la maniobra del TSJ”.
Las “más oscuras” dictaduras
Ante los legisladores, el canciller dijo que la situación actual del gobierno venezolano le recordaba las “peores y más oscuras” dictaduras que sufrió la región.
Habló del rol de Venezuela con los exiliados de la dictadura uruguaya, destacó que rompieron relaciones y denunciaron las situaciones en todos los foros internacionales posibles. “Es una obligación moral y un compromiso democrático de nuestro país denunciar esta barbarie y hacer los máximos aportes para que pueda terminar”, expresó y planteó que el momento exigía ser “contundente en la condena, sin vacilar, sin justificar, sin tratar de tomar una posición neutral”.
El canciller dijo que les llamaba la atención que esa posición no fuera “una voz unánime” en Uruguay. “Esta no es una cuestión de ideología, de derecha o de izquierda, sino que es una cuestión de democracia o de totalitarismo, de derechos humanos o de represión, de libertad o de exilio”, planteó.
“Consideramos en base a la información disponible y al pronunciamiento de organismos independientes como el Centro Carter, que Edmundo González fue el triunfador y que las instituciones electorales venezolanas, dentro del marco de su ley, deberán proclamarlo como presidente electo y comenzar una transición”, dijo más tarde Paganini y aseguró que Uruguay no estaba “vulnerando el principio de no intervención”.