Eran las 4:30 de la madrugada del 28 de febrero y Adriana dormía, pero Eduardo estaba despierto y "lúcido". Recuerda todo. Pasaron Minas y a los pocos minutos, en medio de una lluvia torrencial, el ómnibus de Núñez que iba por Ruta 8 con destino a Melo comenzó a irse hacia un costado hasta que cayó.
Cuando se tomaron el ómnibus de Núñez en la terminal Tres Cruces, Eduardo y Adriana pensaban que iban a llegar a Melo en la madrugada para visitar a unos familiares, y para disfrutar el Carnaval de esa localidad. Sin embargo, el accidente del coche que dejó a cuatro personas fallecidas y cerca de 30 heridos cambió sus planes.
El hombre acaba de pasar por una cirugía plástica en la oreja, que recién sintió herida cuando llegó a una policlínica, y la mujer sufrió varios golpes en distintas partes del cuerpo. Representados por el abogado Javier Riffaud, ambos afirmaron a El Observador que quieren que la empresa de transporte "pague por lo que sucedió" y piensan ir "hasta el final".
El primer momento del accidente
Eduardo afirmó que el ómnibus de Núñez partió a las 00:40 de Tres Cruces, diez minutos después de lo estipulado, y en medio de una intensa lluvia. Según la pareja, el conductor del coche viajó sin guarda.
Al principio de la entrevista telefónica, Adriana aclaró que del momento del accidente ella no recuerda nada porque "iba durmiendo", pero Eduardo estaba "bien despierto".
Al poco tiempo de pasar Minas "como pedrada", Eduardo comenzó a ver que el ómnibus "empezó a ir contra una banquina". Para el hombre esto es una prueba de que el chofer "se durmió".
Se enteró, días después, que el chofer había llegado de Rocha poco antes de comenzar su nuevo viaje hacia Melo, y cree que "no lo habían dejado descansar". Como informó El Observador, el conductor fallecido había realizado dos viajes en las horas previas al accidente: un viaje de ida y vuelta de Montevideo a Aguas Dulces, con poco menos de seis horas en el medio.
Durante ese lapso el hombre se quedó en un inmueble del balneario de Rocha que Núñez tiene para que los choferes descansen, pero el abogado Rafael Silva, defensor de 10 pasajeros, denunció que el hombre no pudo descansar por las malas condiciones de la casa, y pidió a los ministerios de Transporte y Trabajo que investiguen si la compañía infringió las normativas laborales.
Eduardo volvió a hablar del ómnibus. Recordó como el ómnibus se iba a un costado a toda velocidad, hasta que desbarrancó y terminó de costado al lado de la ruta. "Se te da vuelta todo", explicó el hombre, que en las primeras escenas que tiene en su mente del momento solo ve "oscuridad" y luego a su señora "arriba de donde van los bolsos", con el ómnibus acostado sobre el costado de la ruta.
Adriana, en cambio, no sintió el accidente, y lo primero que vio fue "el ómnibus dado vuelta". En cuestión de segundos, salió por una ventana y terminó tirada en el pasto, bastante golpeada.
La actitud heroica
La ventana por la que salió Adriana había sido abierta por su esposo, que rompió el vidrio para que él y su pareja pudieran salir. El hombre la acompañó al pasto, pero algo le despertó adentro.
Él siente que fue un impulso. Volvió al ómnibus y comenzó a ayudar a sacar a la gente de adentro. Se acuerda de "mucha gente asustada, llorando", también de muchos heridos de cuya condición no dio detalles. "Rompí varios vidrios", agregó.
No sabe cuánto tiempo estuvo así ni a cuántas personas ayudó. Tenía una herida profunda en la oreja, y algunas personas se lo advirtieron. "Me decían y yo seguía".
No fue el único. Eduardo destacó que en la ruta se armó "una trancadera bárbara" porque muchos autos que pasaban pararon y sus ocupantes se pusieron a ayudar en lo que pudieran, junto a otros pasajeros menos heridos que también dieron una mano.
Minutos después llegaron los primeros médicos, relató Adriana. Eran dos, que "pasaban, le preguntaban a un pasajero qué tenía, y seguían". Al rato comenzaron a llegar las patrullas de la Policía, un carro de Bomberos y más ambulancias.
Fue en ese momento, más o menos a los 30 minutos del choque, que Eduardo paró y se fue con su esposa, todavía entre el pasto y el barro. Para ambos el tiempo de respuesta fue rápido, más considerando que "estaban en el medio de todo", entre Lavalleja, Treinta y Tres y Cerro Largo.
El mensaje misterioso, la vuelta a Montevideo y el miedo que queda
Fueron varias las ambulancias que llevaron, en distintos viajes, a todos los heridos a distintos centros de salud, y también a los cuatro fallecidos. Eduardo y Adriana, como la mayoría de los pasajeros, terminaron en la pequeña policlínica de José Pedro Varela, la más cercana al lugar del accidente. Recién allí a Eduardo le "cayó la ficha" de todo lo que había sucedido.
La mujer destacó que "la atención" del personal de la salud "fue muy buena", y marcó que "hacían lo que podían". Además, valoró que muchos médicos de distintas partes comenzaron a llegar al lugar para ayudar en la atención.
En ese lapso, Adriana indicó que recibió un mensaje de WhatsApp en el que alguien le ofrecía sus servicios de abogado para defenderla en el caso. "No le respondí porque no tenía foto de perfil".
Su actual abogado, Javier Riffaud, denunció semanas atrás a El Observador que "varias víctimas fueron llamadas por distintos estudios jurídicos" casi de inmediato luego del accidente, por lo que entiende que sus datos fueron compartidos "sin autorización".
El defensor quiere que Fiscalía investigue cómo los estudios llegaron a estos datos, ante la posibilidad de que los responsables hayan incurrido en un delito de "relevamiento de información".
Después de estar unas horas en Varela, donde recibieron primeros auxilios, el matrimonio fue trasladado al hospital de Treinta y Tres, donde le realizaron distintas placas a Adriana para descartar posibles fracturas, ya que tenía varios golpes en distintas zonas del cuerpo.
"Imaginate que esto pasó a las 4:30, pensábamos llegar a Melo en la madrugada, y terminamos llegando a Montevideo a las once y media de la noche", lamentó Adriana.
Días después a Eduardo un cirujano plástico le operó la oreja. Ambos están bien, con algunos dolores.
Más allá de eso, también les quedó el miedo. Adriana no se quiere volver a subir a un ómnibus de carretera. Eduardo se animaría, pero no en uno de Núñez. Trabaja en una empresa de camiones, conoce a gente del rubro, y sabe que es "un desastre".