Al ex primer ministro de Reino Unido, Winston Churchill, se le atribuye una frase que, según la documentación, nunca dijo: “Si no eres liberal a los 25, no tienes corazón. Si no eres conservador a los 35, no tienes cerebro”. Más allá de la discusión de la autoría —y de las alteraciones que a veces cambian conservador como sinónimo de derecha—, el sentido de fondo viene a afirmar una máxima en la estructura por edades de las sociedades de las últimas décadas: los jóvenes tienden a tener actitudes más progresistas.
Pero un nuevo reporte del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) muestra que, aunque no se puede afirmar que los jóvenes sean más conservadores que sus padres, sí está habiendo cierto corrimiento hacia posiciones más conservadoras entre los estudiantes de tercer año de educación media.
Los niveles de aceptación hacia la diversidad e igualdad de género sufrieron un retroceso entre 2018 y 2022, años en los que el Ineed les aplicó a los estudiantes de liceos y UTU las pruebas Aristas.
El gráfico a continuación, en el que usted puede seleccionar distintas afirmaciones y ver el nivel de acuerdo de los estudiantes, lo deja en claro:
El Observador ya había dado cuenta de parte de este fenómeno cuando, aprovechando la base abierta de datos de Aristas, procesó los resultados y publicó una nota titulada: “Los ricos deberían ir solo a centros educativos privados”: más de la cuarta parte de los liceales así lo cree
En aquel artículo periodístico se demostraba que los estudiantes de contextos muy favorables, en especial aquellos que asistían a colegios privados, solían tener una actitud más abierta hacia la diversidad e igualdad de género.
Pero, ¿por qué? ¿Qué hay detrás?
El nuevo informe del Ineed juega con distintas variables para acercarse a algunas hipótesis. Por ejemplo, los estudiantes de tercer año de media (hoy noveno) que son más mayores (extra edad) tienden a tener una posición más negativa sobre la diversidad e igualdad de género.
Lo mismo pasa con los varones en comparación con las mujeres. Los que residen fuera del área metropolitana. Y aquellos que tienen mayores niveles conductas externalizantes. Es la manera técnica de nombrar a aquellos alumnos que, con mayor frecuencia, sienten “ganas de romper o destruir las cosas”, o que sus compañeros "le tienen miedo”, o que se pelean con los demás para que les respeten.
Lo interesante es que cualquiera de estas asociaciones que contribuyen negativamente, se mantienen incluso cuando se controla el contexto del centro educativo y socioeconómico.
Hay otra serie de factores que tienen a contribuir positivamente en ser más abiertos a la diversidad y la igualdad de género: el sentido de pertenencia al centro educativo, la sensación de seguridad, las habilidades socioemocionales como la empatía. Pero, como había dicho el Ineed en informes anteriores, son muchos de estos factores los que se han visto deteriorados entre las pruebas de 2018 y 2022.
¿Por qué los estudiantes deberían ser más abiertos a la igualdad de género y diversidad? No se trata de un adoctrinamiento o un mandato asociado a la Agenda 2030. Es lo que establece la ley de Educación: uno de los fines de la política educativa uruguaya debe ser el de “formar personas reflexivas, autónomas, solidarias, no discriminatorias y protagonistas de la construcción de su comunidad”.
La escuela o el liceo, se supone, son lugares para quitarse prejuicios. Para entender al otro. Pero el informe de Ineed insiste en que los centros educativos no pueden hacerlo por sí solos.
“Los hallazgos sobre la relación entre expectativas educativas de los estudiantes, habilidades socioemocionales como la empatía y apoyo familiar con actitudes inclusivas subrayan la importancia de un enfoque integral que abarque tanto el entorno educativo como el familiar. Esto refuerza la idea de que la promoción de valores de igualdad y diversidad requiere una colaboración estrecha entre escuelas, familias y comunidades”, concluye el informe.