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2 de septiembre 2024 - 5:10hs

La bailarina María Noel Riccetto, recorrió un largo camino desde sus inicios en Uruguay hasta su ascenso en el American Ballet Theatre. Su regreso al país como primera bailarina del Ballet Nacional marcó un nuevo capítulo en su vida profesional y personal y la catapultó, aún más si fuera posible, hacia los primeros lugares de la cultura uruguaya. De todo eso y de cómo enfrenta su próxima gran aventura como madre, Riccetto dialogó con Alejandro Fantino.

Embed - Entrevista a María Noel Riccetto | Diálogos en Montevideo

Alejandro Fantino: Gracias por venir, María Noel. Estaba pensando en la cantidad de años que viviste afuera.

María Noel Riccetto: Fueron casi 15 años. Estuve en Carolina del Norte un año y poquito, y el resto en Nueva York. Me fui con 17 años, casi 18, y volví a los 32.

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AF: Mirá que me ha tocado entrevistar a gente del mundo clásico, bailarines y bailarinas, y hay como una especie de escalafones, no termina siendo militarizado el concepto, pero hay como unos escalafones, es como un mundo muy particular como vas ascendiendo, qué puesto tenés, qué lugar tenés, entonces no sé exactamente dónde te recibiste y cómo fue tu crecimiento dentro de lo clásico.

MNR: Sí, hay como una estructura. No es un régimen militar pero casi. Yo hice mi formación acá en Uruguay, en la Escuela Nacional de Danza y entré al Sodre con un contrato que se me renovaba cada tres meses, a los 15 años, estando todavía como alumna en la escuela de danza. Cuando estaba en el último año de la escuela de danza, me voy para Estados Unidos por una beca, estuve un año y medio haciendo un perfeccionamiento ahí en Carolina del Norte que hay una universidad de artes muy grande.

AF: Antes de llegar ahí, vamos por el principio. ¿A qué edad se entra a la danza? Si terminás siendo profesional de esto, ¿a qué edad se entra?

MNR: Yo empecé el ballet en una academia, en una escuelita de barrio a los seis años.

AF: Antes de arrancar, ¿qué es lo mejor para la adaptación corporal?

MNR: Es como una línea muy fina. Porque cuando vos empezás muy de chiquitito, es un juego, es como muy lúdico y corrés el riesgo de que ese niño se pueda llegar a aburrir. Siempre digo que lo importante de empezar de chico es que ese niño tenga como una conciencia corporal, que tú lo puedas colocar frente a una barra y decirle estirate y que el niño entienda. Que le digas meté la panza y que el niño meta la panza, que le digas que baje los hombros y que el niño baje los hombros. Y eso de repente a los cuatro años cuando le decís mete la panza, saca la cola, subo los hombros es como una cosa que todavía no hay conciencia del cuerpo. Tiene que haber como un equilibrio, sobre todo cuando se entra en una escuela de formación. Después en la academia de barrio, sí, todo el mundo puede bailar.

AF: En algún lugar se conecta con un profesional de deporte, ¿no? Porque tenés tomarte tu tiempo para elongar, tenés que entrenar, tenés que alimentarte bien.

MNR: El bailarín profesional es un atleta.

AF: Es buena esa definición. Terminas siendo un atleta ¿Sabes por qué te pregunto est? Porque recién antes de entrar al aire me contaste algo que tu cuerpo te pidió, “bajá un poco, relajá”. Le pasa a todos los deportistas. Hay un momento en donde es tanta la exigencia física, que tienen que aflojar.

MNR: Yo hace cinco años que me retiré y recién ahora estoy como empezando a sentir que me quiero mover otra vez. No con esa exigencia, pero sí encontrar algo en donde mi cuerpo responda sin esfuerzo. Al principio, después de dejar de bailar, bueno, empecé con el gimnasio o seguí con el gimnasio, me agarró la pandemia, entonces tuve clases por Zoom, pero nada me llenó esa parte física como lo hacía el ballet o esa clase diaria.

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AF: ¿Te quedaste viviendo en Estados Unidos?

MNR: No, me volví a los 32 para formar parte del Ballet Nacional acá en Uruguay como primera bailarina. Era un poco lo que vos me preguntabas de esos escalafones. Hice un perfeccionamiento en Carolina del Norte y cuando me mudé a Nueva York ya era con un contrato en el American Ballet Theatre.

AF: ¿Qué es el American Ballet?

MNR: Yo antes lo comparaba con el Barça, un super top. En Estados Unidos está el American Ballet y el New York City Ballet. Son privados.

AF: Y la Escala de Milán ¿también tiene su bailarín o su primera bailarina?

MNR: Son varias primeras bailarinas en el elenco. Esos escalafones se dan de la siguiente manera: tú entras a una compañía como cuerpo de baile, es donde está el mayor número de bailarines. La siguiente categoría sería bailarines solistas. Son los que en un ballet clásico hacen un solo, que tienen como una preponderancia por encima del cuerpo de baile. Y después está el primer bailarín, que es el que lleva la obra adelante, el protagonista. Mujer y hombre.

AF:A los 32 años llegaste a Uruguay después de un tiempo largo en Estados Unidos ¿Volvés porque habías sido nombrada primera bailarina acá?

MNR: Yo fui bailarina solista del American Ballet, tuve muchas oportunidades de primera bailarina. En la época en que yo estaba en la compañía venían muchos primeros bailarines invitados, por lo tanto las oportunidades que se le daban a gente que estaba por debajo de ese rango, eran menores.

AF: Quiere decir que el American Ballet, como era el Barça, estaba en la comparación con el Barcelona o el Real Madrid, invitaba a jugar un partido a un primer bailarín de Rusia o de Italia. Entonces vos que eras de inferiores de ahí no podías llegar nunca a primera.

MNR: Era cuestión o de cambiar de lugar de repente o esperar a que esa posibilidad se diera y viniera una promoción. En ese momento yo tenía 32 años, acá estaba comenzando a dirigir Julio Boca el ballet nacional y se me presentó la oportunidad de venirme como primera bailarina y bailar todos esos roles que yo siempre quise bailar. Era volver a casa, era volver a un teatro ya terminado, era volver con un repertorio, con títulos de ballet sumamente interesantes, algunos que ya había bailado, otros nuevos, era Julio Boca a la cabeza también.

AF: ¿Cuál era el lugar del ballet nacional? Porque jugabas en el Barcelona o en el Real Madrid, te volvías a Peñarol o a Nacional o a Boca o a River. Clubes muy importantes pero no vas a jugar a Real Madrid o Barcelona. Para mí es más importante Boca que Real Madrid o Barcelona, pero era volver a Uruguay.

MNR: Era poner en la balanza muchísimas cosas, el Ballet Nacional acá antes de la llegada de Julio Boca, estaba estancado. Julio transformó la compañía y la puso a nivel internacional. Era volver a mi casa, era trabajar con Julio mano a mano, era ver el teatro terminado, al Auditorio Nacional lo inauguran también por esas fechas. Ese lado de la balanza era muy positivo, además de volver a estar con mi familia.

AF: ¿Cuánto tenías de vida deportiva por delante? si te hubieras quedado afuera ¿cuánto más podías estar a alto nivel?

MNR: Creo que era lo mismo que se me dio acá, yo acá me retiré a los 39.

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AF: Lo que leí de vos y lo que vi de vos y te estudié, es que realmente sos de altísimo nivel internacional, a lo que no pude acceder porque no tengo esa información, es que a veces tiene que coincidir el alto nivel con un golpe de suerte. Que no te aparezca un alto nivel al mismo tiempo que vos. Un tipo que juega bien al tenis en polvo de ladrillo y creció en una época donde jugó Rafa Nadal y se complica. ¿Te nació un monstruo en tu época? ¿cómo tuviste que convivir?

MNR: En mi época como primera bailarina estaba una Paloma Herrera, topísima. Nunca la consideré una competencia. Yo soy muy amiga de ella, la quiero mucho, nos llevamos muy bien siendo compañeras, ahora viene de invitada a dar clases como maestra del ballet nacional desde que estoy como directora. Yo nunca tuve esas cosas de obsesión y de competencia siempre la competencia fue conmigo misma.

Tengo que empezar diciendo que yo nunca sentí que postergaba la maternidad por la carrera Tengo que empezar diciendo que yo nunca sentí que postergaba la maternidad por la carrera

AF: Lo que le debe pasar a mucha gente, muchos alumnos y alumnas que te ven bailar es “mirá lo que hace”, ¿con quién te pasó al verla?

MNR: Con Alessandra Ferri. Es una italiana que también era primera bailarina en el American en ese momento. Era muy artista. A mí siempre me movió y me conmovió el bailarín artista. No sólo el ejecutor, el que era pura técnica, sino el que interpretaba. Eso era a mí lo que me movía y creo que era lo que yo buscaba como bailarina también, ¿no? Llegar a contar una historia y que te conmoviera a vos, habiendo visto muchísimo ballet, o quizás no. Ese fue el camino en el cual profundicé. Y esta mujer era una artista, era una actriz parada en puntas de pie.

AF: Estás en Uruguay entonces desde tus 32 años. No te fuiste a más. Ahora estás al frente de la compañía. Contáme algo tuyo personal. En carreras como la tuya, tenés que dejar todo. ¿Estás casada?, ¿sos mamá?

MNR: Estoy en pareja. Voy a ser mamá. Estoy feliz. Tengo que empezar diciendo que yo nunca sentí que postergaba la maternidad por la carrera. Creo que ese clic que dicen las mujeres que existe, el de querer ser madre, me pasó el último año que estaba bailando. De decir bueno, ahora siento algo diferente. Y a los 40, como toda mujer, hablo con mi ginecólogo. Y me derivó a una doctora en fertilidad, la doctora Marisa Delepiane con la que empezamos un recorrido, un viaje, que ahora miro para atrás y digo, aquí no pasó nada, y esto sucedió todo ayer, pero fue un período de cuatro años.

AF: ¿Y cómo fue ese periodo?

MNR: Es interesante que me esté pasando esto contigo ahora, porque siempre dije que en el momento que sucediera, mi testimonio podía ayudar a que se hablen de estas cosas. Siento que la fertilidad es un tema tabú. Lo viví como con mucha naturalidad. Yo en ningún momento, en ningún momento utilicé la palabra problema. Dije: “bueno, esto es lo que me tocó”. Quizás si hubiera intentado a los 30 años hubiera sido lo mismo. Siempre tuve como una necesidad de compartirlo.

AF:¿Se sabe el sexo?

MNR: Es varón.

AF: ¿Qué te pasó cuando te lo contaron?

MNR: No podía creer. Yo soy católica o cristiana, ¿no? Yo siempre como que tuve mucha fe de que si era para mí, iba a suceder en algún momento. Y si no sucedía, era porque no era para mí. Siempre me consideré una persona muy feliz con lo que tengo. Soy una persona muy feliz y eso lo hablamos mucho con mi pareja. Estábamos como los dos muy claros de que los dos éramos muy felices antes de la llegada de esa noticia de embarazo. Lo que sí sentí es que estaba haciendo todo para que sucediera.

AF: Yo no estuve ahí porque estaba en una entrevista, llegué a mi casa y me está esperando Connie en el sillón y había un aparatito ahí que no le había prestado atención, pensé que era un termómetro. Le digo “¿estás bien amor?”. “Mirá”, me dice y vi que había dos rayitas.

MNR: Bueno, lo mío era diferente. Nosotros hicimos como cuatro estimulaciones, que nunca llegaron y una vez sola me llegaron a aspirar y después la fertilización, no prosperaron los embriones. Y nosotros fuimos por una ovodonación. La ovodonación es otro viaje en sí mismo, en donde hay que hacer un trabajo personal grande, pero en ese procedimiento está como toda tu esperanza. Por eso yo con todas las mujeres que me cruzo o logro hablar de esto, les digo que si es la forma le den para adelante.

AF: Pero hay un punto que otros lo habrán encontrado en el momento que le dan la adopción, otros lo habrán encontrado en el momento que subrogaron un vientre, otros lo habrán encontrado en el momento que sintieron que era su hija o su hijo, la hija o el hijo de la pareja o del amor de su vida…

MNR: Lo nuestro fue por un examen de sangre. Es un examen de sangre y me llamó la doctora y me dice "bueno los valores son de un embarazo", pero esto no te asegura un bebé vivo en tus brazos después de nueve meses. O sea, estás recibiendo la mejor noticia y la peor en el mismo momento. Entonces yo lloraba pero no sabía si era de emoción o de miedo, de felicidad pero con cautela. Cuando corté el teléfono me acuerdo que Nacho me dijo “ahora tranquila vamos a mantener esto entre nosotros”. Me acuerdo que lo mire y le dije pero “nos acaban de decir que estamos embarazados, no me vengas a decir como lo tengo que vivir”. Y ahí fue una emoción de los dos brutal. Después a los cuatro días te hace otro examen de sangre, y a los cuatro días llega esa primera ecografía. Es todo cronometrado. Yo soy muy creyente y tengo mucha fe, pero estoy tan asombrada... Así como me asombra el milagro de la vida, me tiene muy asombrada el milagro y los avances de la ciencia.

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AF: Si me permitís contarte una pequeñísima, pequeñísima referencia, tuve una charla con un amigo el fin de semana. Me contó la historia de un cardiólogo, un tipo de 85 años, cardiólogo ya retirado. El cardiólogo le dijo: “yo dejé de creerme el hacedor cuando un día me pasó lo siguiente entrando a hacer un trasplante de corazón: estaba por hacer un trasplante de corazón a un pibe de 32 años y la madre del pibe le dice: “doctor lo dejo a usted en manos de Dios, si Dios quiere, todo va a salir bien”. Y dice el tipo, “si Dios quiere, sí, bueno, medio agnóstico, si Dios quiere, sí, pero opero yo”. Entra a operar, cambia el corazón, empieza a funcionar el corazón nuevo de golpe y cuando se da vuelta para lavarse las manos se para el corazón. Todo un revoleo alrededor, empiezan a trabajar sobre el muchacho y se muere. Lo tapan, el médico cardiólogo pensó en la madre, se va a sacar los guantes y recordó la frase de la madre afuera. Y el tipo se da vuelta, destapa al paciente, mete la mano en el esternón que estaba abierto, y empieza a masajear al corazón. Y vive. Entonces, ¿qué te quiero decir? Me lo contó a mí el médico y me dijo finalmente, es un soplo de Dios. Es Dios, es Dios. Es fe. Es hermoso lo que te pasa, es muy lindo. ¿Qué vas a hacer con esto?

MNR: Ahora empieza otro viaje. Me di cuenta también todo lo que mi pareja había estado esperando ser padre. Entonces es hermoso verlo.

AF: Te felicito y vuelvo un segundo más a lo tuyo. ¿Cómo estás acá? ¿Qué encontraste?

MNR: Estoy contenta, me gusta mucho lo que hago. Reconozco que es difícil institucionalmente porque es un organismo del Estado, porque hay una burocracia y una lentitud a veces para que las cosas sucedan. Me prepararé también para estar ahí.

AF: ¿Dónde te movilizó bailar?

MNR: El primer recuerdo que se me aparece en la mente es el Metropolitan de Nueva York. Después una sensación similar fue cuando volví a Uruguay e hice esa primera función, siendo primera bailarina, de pisar el escenario del Auditorio Nacional y decir: “estoy acá, estoy de vuelta en mi casa, este es mi público, esta es mi gente”.

AF: Te agradezco y te deseo toda la suerte en el mundo. Muchas gracias. Y que seas muy feliz, que sean todos muy felices.

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