En las escuelas públicas de Casavalle —el barrio con más necesidades básicas insatisfechas de Montevideo— los recreos son cada vez menos ruidosos. En las aulas queda cada vez más espacio libre. Las maestras se concentran en cada vez menos alumnos. Los niños van y vienen de clase cada vez con menos hermanos. En menos de cinco años, “un abrir y cerrar de ojos en términos históricos”, la matrícula de los primeros tres grados escolares de la zona cayó 27%.
La novedad sobrepasa a la capital del país. En el interior no solo están cerrando escuelas rurales —en un éxodo hacia la ciudad que lleva décadas—, sino que en las localidades más pobladas hay cada vez menos niños. En Bella Unión se desplomó 11%, en Pando 13%, en San José de Mayo 19%. Y la lista concentra a, al menos, 224 barrios o localidades.
El Observador y sociólogo Pablo Menese accedieron a la evolución de la matrícula por grado de cada escuela del país desde 1985 hasta el cierre de 2024. Tras el análisis de los datos comprobaron una hipótesis que manejaban los demógrafos: la gran caída de nacimientos en Uruguay se explica, en buena medida, por la reducción del embarazo en adolescentes. Esas adolescentes (que antes eran madres y ahora no) habitan, más bien, en los sectores más vulnerables. Por decantación: el impacto en la baja de escolares es más notorio en los centros educativos de contextos más pobres (quintiles 1 y 2).
En 2008 surgió el programa de escuelas Aprender, un acrónimo (de esos que gustan tanto en Primaria) con el que se nuclean los centros educativos de contextos más críticos. Ese tipo de escuelas son las que más cayeron en el último lustro (más del 25%). Pero es necesaria una salvedad: muchos de esos niños pasaron a escuelas de tiempo completo, otra modalidad que también tiene su mayor concentración en zonas vulnerables y que está siendo más demandada.
“Se alinearon los planetas”
Cuando varios planetas se pueden ver en el cielo a la vez y trazan una especie de línea, los astrónomos le llaman “alineación planetaria”. Esa rareza sirvió para nombrar a eventos que suceden cuando se combinan circunstancias favorables para el éxito. En Primaria “se alinearon los planetas”.
Uruguay está ante una “oportunidad histórica: el aumento de la inversión por alumnos y repensar la escuela a un muy bajo costo”, dice el sociólogo Menese. Se refiere a que “en un país en que no se titulan tantos docentes por año, cada vez hay menos niños por docente. Eso permite que se acompañe mejor a cada estudiante, que docentes trabajen juntos, hacer más escuelas de tiempo completo, unificar escuelas para romper los guetos que persisten en Uruguay”.
¿Repetición sí o repetición no? Es una pregunta que queda obsoleta en la medida en que cada estudiante progrese a su ritmo y sea bien acompañado, casi cuerpo a cuerpo. ¿Grados escolares sí o no? Otra pregunta sin sentido si se aprovecha la chance. ¿Trabajar o cuidar al niño cuando no está en la escuela? La pregunta queda vetusta si se amplía la oferta de tiempos y calidad de los cuidados. Los planetas se alinearon.
En la siguiente tabla puede ver, escuela por escuela, la “oportunidad histórica”:
En Uruguay las escuelas están tan repartidas en el territorio que, si a un mapa se le quitan los límites administrativos, los puntitos que equivalen a estos centros educativos dibujan el contorno del país y la concentración de población.
Tanto es así que, en Montevideo, los vecinos de la periferia apenas tiene que caminar en promedio una cuadra más que los vecinos de la costa más acaudalada de la ciudad para llegar a una escuela.
Esa particularidad “uruguaya” permite dar cuenta de algunos movimientos de la matrícula escolar por razones que van más allá de la caída de la natalidad. En Ciudad del Plata, algunos balnearios de la costa de Canelones, Rocha y Maldonado hubo un incremento de las inscripciones escolares y de la oferta. ¿La razón? Más niños y más demanda.
Unas pocas escuelas (como la número 65 y número 131 de Ciudad Vieja) crecieron a fuerza de llegada de extranjeros. Otras padecieron la ida de uruguayos al exterior.
Pero “el gran cambio” de los últimos años está vinculado a la baja de nacimientos que llevaron a Uruguay a una “ultra baja fecundidad” y posicionarse como uno de los cinco países con menos hijos por mujer en edad de ser madre.
Por un momento se pensaba que esta acelerada caída de niños era la consecuencia de políticas específicas encabezadas en Uruguay (como la universalización de los implantes subdémircos como anticonceptivos de larga duración). Pero no.
El demógrafo Ignacio Pardo le llama “el patrón latinoamericano de descenso de la fecundidad”. La mayoría de países de la región —hayan o no implementado las mismas políticas que Uruguay— atraviesan un cambio reproductivo que parece obedecer más a comportamiento que a incentivos.
En Uruguay “la gran caída” inició en 2016. Esos niños que “no nacieron” hubieran ingresado a Primaria en 2022. Y al cierre de 2024 estaría acabando tercer grado. Por eso en esta investigación se tomó solo la matrícula de 1° a 3°, lo que muestra más específico el “impacto demográfico”.
Menese insiste: “Siempre y cuando los tomadores de decisión no recorten presupuestos educativos, y en lo posible si los hacen crecer, la oportunidad para cambiar el sistema llegará incluso a la educación media donde los problemas son todavía mayores que en la escuela. Eso sí: desde ya los profesores tienen que ir pensando más allá de una asignatura, en cómo enseñar macroáreas y no una disciplina muy específica para cada vez menos alumnos”.
A las medidas más inmediatas —como extender el tiempo pedagógico, contar con horas de coordinación docente o maestros que no se dediquen al trabajo clásico en el aula—, el expresidente del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, Javier Lasida, le agrega otro desafíos y oportunidad: “racionalizar” la cantidad de centros educativos. Más de 600 escuelas tienen menos de 10 alumnos. Y eso “es un problema sobre todo para los propios niños y su socialización”.
El exintegrante del colectivo Eduy21 imagina un espacio con mejores condiciones laborales para los docentes, “nuevo estatuto docente” mediante, y un cambio en las lógicas de organización escolar y toma de decisiones.
La “bala de plata”, pese a las heridas que pueda causar en su andar, ya está en el aire. Uruguay está ante un momento histórico.
¿Cómo se hizo la investigación?
El Observador accedió a la hiperbase con la que se construye el Monitor Escolar. La hoja de cálculo, con datos anonimizados, puede descargarse aquí.
El sociólogo Pablo Menese depuró y trabajó esa base, a la que le adjuntó la geolocalización de cada escuela (latitud y longitud). La información pública fue obtenida aquí.
Eso permitió construir un mapa interactivo con la matrícula general y su evolución en el tiempo que se puede conocer aquí.
La información fue analizada por variación relativa y absoluta. Sucede que la pérdida de un solo alumno puede ser insignificante para el tamaño de una escuela urbana común, pero puede ser la totalidad de los inscriptos en una escuela rural. A su vez, cada alumno es relevante en la medida que el concepto de "banco vacío" está asociado a unidades.
Por sugerencia de los demógrafos, la temporalidad que se presenta en la nota se acortó al período 2015 a 2024, de manera de capturar el momento de la "gran caída de nacimientos".
Las generaciones de niños de este período analizado, de haber cursado en tiempo y forma, al término de 2024 a lo sumo hubiesen alcanzado tercero de escuela. Por eso en la nota periodística se toma en cuenta la matrícula de 1° a 3° y no grados posteriores.
Dada que esta es una primera aproximación a una información clave para la construcción de políticas públicas, El Observador publica toda la información base en formato abierto.