A cuatro años de los Juegos Olímpicos en Tokio, los japoneses ya están comenzando a idear cómo será la ceremonia inaugural más tecnológica de la historia. Y para ello, la empresa Star-ALE propuso un show pirotécnico nunca visto: una "lluvia de estrellas" artificial.
El proceso incluye el envío de pequeños satélites cargados con hasta mil partículas especiales, que tras ser liberadas al espacio por un aparato similar a los lanzadores de pelotas de tenis, reingresarán a la atmósfera terrestre, calentándose con la fricción y provocando el efecto en el cielo. Las "bolitas" estarán compuestas por diferentes materiales para emitir luces de diferentes colores: el calcio producirá color naranja, el cobre, el verde; y el litio, el rosado.
El fenómeno será visible en un área de unos 200 kilómetros, es decir, un espacio de visibilidad 400 veces mayor que la de los fuegos artificiales tradicionales. Las explosiones ocurrirían a unos 80 kilómetros de altura (los habituales suelen ser lanzados a unos 500 metros de altura).
El coste del espectáculo fue estimado en US$ 8.000 por cada unidad. A esto hay que sumarle el precio del lanzamiento del satélite que tendrá un coste de varios millones.
El primer satélite de prueba será lanzado en 2017.
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