El gobierno chileno de Sebastián Piñera quiere implementar una reforma laboral en la que se destaca la posibilidad de trabajar cuatro días y descansar tres a la semana. Además, plantea otras flexibilizaciones. La posibilidad de caminar hacia una reforma laboral es algo que sobrevuela el horizonte desde hace un tiempo. La interrogante es si Uruguay podría implementar una como la que pretende instaurar Chile.
“Más allá de posible, es necesario”, dijo a El Observador Neker de la Llana, socio de la consultora de recursos humanos O+H. Para fundamentarlo recordó que Uruguay ocupa un mal lugar en el pilar de eficiencia del mercado laboral del Índice de Competitividad Global del World Economic Forum.
El proyecto de ley de reforma chilena prevé, además de la menor cantidad de días trabajados en la semana, la posibilidad de establecer jornadas mensuales, semestrales y anuales pactadas a nivel individual o colectivo, o convenir alternativas de horario de inicio y término de jornada.
A pesar de que en primera instancia los cambios que hay en la reforma chilena parecen favorables a los trabajadores, hubo voces contrarias. Una de ellas surgió de una de las centrales sindicales de ese país (CUT) que calificó al proyecto como engañoso y hecho a la medida de los empleadores.
“A veces se malentiende entre generar flexibilidad y pérdida de derechos, obviamente una parte puede ver riesgos sobre lo último; siempre en los extremos pueden darse situaciones particulares”, dijo De la Llana. En ese sentido, marcó a sectores con de baja calificación laboral o con condiciones precarias de trabajo.Trasladado a Uruguay, señaló que existe una estructura desarrollada de relaciones laborales, una base institucional fuerte y presencia de sindicatos que deberían generar tranquilidad a los trabajadores.
Pero además de eso, el mercado laboral está cambiando y en sectores con fuerte demanda laboral como la tecnología de la información algunas flexibilidades son bien recibidas. “Poder establecer una jornada de trabajo, tener una mayor autogestión o generar acuerdos (laborales) más personalizados terminan brindando mayor libertad y satisfacción bien entendidas”, explicó.
Eso se observa a nivel global y también en el mercado local en el que hay empresas que transitan por ese camino. “En industrias como la TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), que tiene profesionales relevantes, hay tensión entre la oferta y la demanda en el mercado, se han estado buscando caminos que trascienden las condiciones formales y el salario”, indicó.
“Son sectores con muy buenas condiciones y eso lleva a poder encontrar soluciones de otro tipo; los profesionales las piden porque hay aportes de valor y como contrapartida se busca la posibilidad de elegir beneficios”, complementó.
Dificultades en la práctica
Más allá de acuerdos puntuales que se verifican en algunas empresas uruguayas -que ya trabajan hasta el viernes a mediodía con horas que son compensadas entre lunes y jueves- , para la gerenta del Departamento de consultoría en capital humano de KPMG, María Laura Volpi, sería difícil en Uruguay llegar a un régimen de jornadas laborales como el que se pretende en Chile.
“Algunas empresas han empezado a plantear la flexibilidad y se encontraron con limitaciones de la legislación; lo mismo ocurre con el teletrabajo”, señaló.
Expuso que varias empresas que permitieron flexibilizaciones lo hicieron a pedido de los trabajadores. “Lo demandaban los empleados, lo planteaban como una condición para aceptar el trabajo y en esos sectores se avanzó bastante; pero pensando en el general de la industria y de los puestos de trabajo parece difícil”, consideró la experta.
Volpí informó que algunas multinacionales instaladas en el país ofrecen beneficios horarios en el verano. Explicó que los viernes se trabaja media jornada durante los tres meses. “Se otorga como un beneficio ya que las horas no se compensan en el resto de la semana; después del verano se vuelve al horario habitual”, añadió.
Para De la Llana hay otro obstáculo para generar jornadas de trabajo o condiciones laborales diferentes a las actuales. “Hay empresas o sectores en los que la presencia física, el cumplimiento del horario siguen siendo aspectos sagrados”, dijo.
En caso opuesto sostuvo que actualmente hay compañías que no contratan personal por “todos los requerimientos implicados en el proceso de establecer una relación laboral”. Es por eso que sería oportuno buscar otros caminos. “Como todo proceso de cambios se van a encontrar resistencias en distintos actores y niveles; lo que está claro es que tener un contexto con más alternativas, no debería generar mayores inquietudes”, concluyó.
En Uruguay, los reclamos de los sindicatos no van tanto por acortar la cantidad de días trabajados a la semana, sino en reducir la jornada diaria, pasándola de ocho a seis horas. Esa reivindicación se pudo implementar hace algunos años en el sector de producción de bebidas en Fábricas Nacionales de Cerveza (FNC).
A partir de allí, el reclamo fue uno de los principales que impulsó el sindicato metalúrgico (Untmra). En la última ronda de los Consejos de Salarios que finalizó el año pasado, los trabajadores insistieron con esa posibilidad que finalmente no se plasmó en el convenio colectivo y quedó para futuras negociaciones.
Otros planteos en Chile
El proyecto de ley de reforma laboral elaborado por el gobierno trasandino incluye la posibilidad de adaptar la jornada de trabajo en períodos de vacaciones familiares. Se propone que las partes puedan pactar en esos períodos la prestación de servicios mediante la modalidad de trabajo a distancia o la reducción de la jornada laboral diaria.
También prevé una compensación de horas extraordinarias con días adicionales de vacaciones.
Otra propuesta es la suspensión temporal del contrato de trabajo. Si bien actualmente las partes pueden suspender el contrato de trabajo, esa opción no se encuentra regulada por ley. Con el planteo de la reforma, el trabajador podrá acordar con el empleador poner “pausa” a su relación laboral y dedicar un período de tiempo a otros intereses y necesidades, sin que eso signifique la pérdida de la fuente laboral. Por ejemplo, podrá acordarse la suspensión en el caso que el trabajador se interese por realizar un viaje para profundizar sus estudios o que se deba ausentar temporalmente del trabajo para cuidar de un familiar enfermo.
Con Diario Financiero-RIPE