Joaquín Silva y Martín Tocar.
Guido Manini Ríos e Irene Moreira, recién investidos como senadores, bajaron de la mano las escalinatas del Palacio Legislativo para saludar a las decenas de votantes de Cabildo Abierto que les venían suplicando una foto a la distancia. El sol ya se había puesto detrás de la torre de Antel, y el batallón Florida ya había desfilado ante los ojos de los nuevos legisladores.
“¡Guido te amo! ¡Con el permiso de Irene, eh!”, gritaba una mujer al otro lado de la reja. Un hombre entrado en años lloraba de emoción y entre cada ahogo repetía todo lo que luchó para ver este día. Más atrás, dos señoras eran la sensación con una bandera que llevaba inscripta la frase más popular del excomandante en jefe del Ejército: “Se acabó el recreo”.
Luego de los besos a cada militante, el telón cruzó la barrera y los legisladores de Cabildo Abierto posaron con ella para la foto con el Palacio Legislativo de fondo. Manini y Moreira sonreían. Era la coronación del ingreso del novel partido al Parlamento uruguayo.
El famoso latiguillo que popularizó el excomdandante en jefe del Ejército había sido parafraseado por el senador del MPP Eduardo Bonomi minutos antes en el ambulatorio de la Cámara de Senadores. El exministro del Interior caminaba hacia su banca cuando se cruzó al diputado colorado, Gustavo Zubía. El exfiscal lo saludó y lo llamó "ministro todavía". Bonomi le aclaró que había renunciado al cargo este viernes. "Empezó el recreo", dijo sonriente, sin detenerse.
El nuevo diputado colorado se sentó en la Cámara de Diputados en el lugar que hasta el año pasado ocupaba el excolorado Fernando Amado, que en su reciente alianza con el Frente Amplio no logró un lugar en el Legislativo para retener su banca.
Las risas, los abrazos y el ambiente fraterno y distendido fue la tónica este sábado en el Parlamento. Uno de los primeros en llegar fue el legislador debutante César Vega, líder del Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI), que logró por primera vez en su historia tener representación parlamentaria. Apareció temprano, sobre las 13.30 horas, en su camioneta Peugeot azul, y pretendía estacionar el vehículo en la entrada de la Cámara de Senadores, donde la policía mantenía despejada la zona. "¿Puedo parar acá?", les preguntó a los agentes, quienes al reconocerlo se echaron a reír y le dijeron que su lugar quedaba en otro lado.
También hubo escenas románticas, como la que protagonizaron el expresidente José Mujica y la exvicepresidenta Lucía Topolansky. Mujica, que presidió la sesión del Senado y tomó el juramento de los legisladores de esa cámara, mencionó nombre y apellido de su compañera de vida con una cadencia que la distinguía de todos los nombres y apellidos anteriores. Todos los presentes comprendieron el guiño y soltaron la risa.
Protagonistas de otra escena de amor también lo fueron Manini Ríos e Irene Moreira. El militar retirado saludó el juramento de su esposa con un beso en la boca que se repitió al momento de ser él quien comprometió su honor a la Cámara. Continuaron juntos toda la jornada.
Y la otra pareja que acaparó la atención de todas las cámaras fue la del presidente electo, Luis Lacalle Pou, y su esposa y futura primera dama, Lorena Ponce de León. Llegaron sobre las 15.30 horas, sonrientes y, como es habitual en ellos, caminando tomados del brazo. Al ingresar al edificio, el líder de la coalición multicolor se adelantó unos pasos de su esposa y enseguida se detuvo, se dio media vuelta, y soltó: "Pará. ¿Vos qué querés hacer?". Su esposa le respondió: "Ir contigo", por lo que ambos subieron hasta el segundo piso, porque Lacalle Pou tenía en su agenda una reunión con el próximo secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, y el encuentro era en el despacho de su mano derecha.
Incluso en la solemnidad de la ocasión hubo momentos para las risas y los chistes descontracturados. Como el de los frenteamplistas Mario Bergara y Óscar Andrade, que llegaron junto a Liliam Kechichian bromeando con no saber dónde debían sentarse. “Elegí al tanteo”, comentó el sindicalista, aunque al ingresar cada uno tendría asignado su lugar.
Cuando le tocó el turno de fundamentar el voto a Martín Lema como futuro presidente de la Cámara de Representantes, quien había ocupado el cargo el año pasado, la diputada del Frente Amplio Cecilia Bottino, recordó que pese a estar enfrentados en política, había dos colores –el amarillo y el negro– que los hermanaba.
"Vamos a cumplir roles distintos. Yo voy a estar en la oposición, el diputado Lema va a estar en el partido de gobierno", dijo la dirigente del Movimiento de Participación Popular, y enseguida recordó: "Este año, además de desearle éxito en su labor, nos vamos a desear éxito mutuamente con el triunfo del cuadro que nos une, que es Peñarol".
El diputado José Carlos Mahía, de Asamblea Uruguay, también se refirió al fútbol uruguayo, pero para subrayar que, en cambio, hasta en ese terreno también estaba en filas opuestas a las de Lema. "Lo saludamos, le deseamos éxito al frente de la cámara, y saludos a su familia y sus compañeros por la decisión. Naturalmente, tenemos ideas distintas hasta en el fútbol, y ahí también le deseamos mala suerte", sonrió el legislador, tan frenteamplista como bolsilludo.
Del otro lado del edificio, el senador Juan Sartori hacía alarde del televisor que instaló en su despacho y bromeaba con ir a ver el comienzo del fútbol uruguayo.
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