​​​Sendic y la vieja "maldición" de los vicepresidentes

¿Hay indicios sobre la decisión del juzgado que lo investiga?

Hasta que no se pronuncien fiscal y juez, todo está rodeado de signos de interrogación, pero entre dirigentes frentistas que siempre están bien informados, hay convicción sobre un final amargo para el vicepresidente. El procesamiento a Sendic "paga dos pesos", expresó un influyente agente político, usando una vieja expresión de turf que identifica a la chance de probabilidad infalible (el caballo que pagaba dos pesos, devolvía la plata porque el boleto costaba dos pesos).

Eso determina que más allá del grado de sanción al herido vicepresidente, el dilema de fondo está en un posible debate sobre levantamiento de fueros para juzgarlo por algún delito, que puede superar incluso al de abuso de funciones.

Los que ven ese drama en el horizonte concluyen que sería imposible una protección en ese caso, por lo que es innecesario mantener la defensa ahora.

Por eso, el partido de gobierno vive un tiempo nuevo con el intríngulis sobre el vicepresidente de la República: la confrontación no es ideológica, no se da entre socialistas y social demócratas, sino que la pulseada es entre los racionales y los emocionales.

Los racionales consideran que el Frente paga un costo político alto e innecesario por proteger a Sendic, que su desbarranque es por su propia responsabilidad y que si no se desprenden de él, todo será peor. Que hay que sacrificar a un alfil, para mantener a la reina y defender al Rey.

Los emocionales se refugian en sentimientos, prefieren abroquelar al camarada, sienten el peso del recuerdo del "Bebe" Sendic y su lucha por los campesinos pobres, se remueven en su interior por tener que dar un triunfo a los blancos y colorados, buscan explicaciones en "maniobras" de otros, relativizan lo de gastos personales y justifican todo, con aquello del que esté libre de pecado, tire la primera piedra.

Unos dicen "adiós Sendic". Otros dicen "vamos Raúl, no te vamos a abandonar".

Las negociaciones son complejas porque compleja es la estructura rígida del Frente Amplio, con un plenario en el que pesa tanto el voto del líder más popular del Uruguay, como el de un delegado de comité de barrio que transmite vivencias de un círculo estrecho de militantes de otra época. Y la falta de liderazgos fuertes en los sectores de la coalición impide un acuerdo de "mesa chica" que sea respetado por toda la coalición y movimiento.

En tanto, un ujier jubilado del Palacio, afirmaba en ese tono sabio del que habla desde la experiencia sin chance a que le reviertan sus argumentos, que Sendic padecía de la "maldición del vicepresidente", esa que refiere a la mala suerte política de los que llegaron al poder como compañero de fórmula.

Y al repasar la historia, vemos que los únicos casos de vicepresidentes que eludieron la "maldición", fueron los que se convirtieron en presidentes por fallecimiento del titular. El resto de los vicepresidentes (cargo creado en 1934) han sido golpeados de una u otra manera.

Alfredo Navarro (1934-8) fue el primero, en fórmula con Gabriel Terra y luego de dejar el cargo no volvió al Parlamento. Le sucedió César Charlone (1938-43) como vice de Baldomir, que luego fue ministro pero no legislador. Después, Alberto Guani (1943-47) como vice de Juan J. de Amézaga, y ese fue el fin de su carrera política.

Siguió Luis Batlle Berres (1947) que estuvo poco en el cargo porque murió el presidente Tomás Bereta y él pasó a la Jefatura de Estado. Alfeo Brum (1947-51) fue el vice de Andrés Martínez Trueba y ahí quedó. Jorge Pacheco Areco (1967) fue vice por pocos meses porque asumió la Presidencia tras la muerte de Oscar Gestido. Jorge Sapelli (1972-73) vio interrumpida su vicepresidencia por el golpe de Estado y no volvió a la política.

Con la vuelta a la democracia, el vice de Julio Sanguinetti fue Enrique Tarigo (1985-90), que llegó al cargo como figura política en ascenso, pero en 1989 perdió la interna con Jorge Batlle y no tuvo continuidad.

El primer vice blanco de la historia, en fórmula con Luis A. Lacalle, fue Gonzalo Aguirre (1990-95) que era prestigioso legislador pero no pudo volver al Parlamento.

Duro final tuvo Hugo Batalla que fue vice del segundo gobierno de Sanguinetti (1995-98) y murió a mitad de período.

El vice de Batlle fue Luis Hierro López (2000-05), luego de lo cual no pudo volver al Parlamento, e incluso sufrió un feo veto cuando el actual gobierno lo quiso nombrar embajador en Perú.

El primer vice de gobierno de izquierda fue Rodolfo Nin Novoa (2005-10) y al período siguiente enfrentó un pedido de desafuero que no tuvo votos en el Senado.

Le siguió Danilo Astori (2010-15) que luego fue electo senador y a su vez nombrado ministro de Economía. ¿Su "maldición"? El costo político de una lealtad que lo golpeó en aceptar decisiones no compartidas. Su popularidad ha bajado fuerte.

El actual vicepresidente Raúl Fernando Sendic (2015) tambalea, y su suerte está echada más allá del Plenario frenteamplista. Desprestigiado y con la popularidad por el piso, en los hechos ya no ejerce como vice ni como presidente de uno de los tres poderes del Estado, y sobre su devenir en la Justicia, la duda está en qué figura delictiva le podrán adjudicar.

Lo cierto es que no hay una "maldición" escrita de la que no se pueda escapar; hay coincidencias que se repiten en cadena pero no aseguran un final amargo.

Sendic cae por errores propios y por un pésimo manejo posterior de situación de crisis, y también porque el Frente Amplio no supo ni pudo conducir el caso, sino que se dejó llevar por un viento caótico. Un viento que sigue soplando, más allá del Plenario.