el año 2002 fue el de liberarnos de la aftosa y comenzar a vislumbrar la trazabilidad de los vacunos

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20 años de la oportunidad uruguaya

Al final de 2002 Canadá anunciaba que aceptaba la carne uruguaya de animales vacunados contra la aftosa
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01 de enero de 2023 a las 05:00

El final de 2022 para Uruguay puede significar muchas cosas, entre ellas una importante es que el país cumple 20 años de “la oportunidad uruguaya”. Luego de años tremendamente difíciles y de un trabajo sanitario brillante, al final de 2002 Canadá anunciaba que aceptaba la carne uruguaya de animales vacunados contra la aftosa, y tras una grave crisis financiera el país nacía a otro momento histórico en el que paradojalmente de la crisis salía fortalecido ante su población y ante el mundo.

El factor intrínseco fue el haber evitado el default a mitad de aquel año. Pero a partir de evitar el incumplimiento se empezó a construir un proyecto nuevo. Soportado en vendaval de la crisis financiera, la ganadería supo soportar el vendaval que venía provocando la aftosa desde noviembre del año 2000.

Varios aspectos históricos confluyeron para que el 2002 empezara la oportunidad uruguaya que todavía está vigente. En primer lugar, el año 2002 fue el de liberarnos de la aftosa y comenzar a vislumbrar la trazabilidad de los vacunos. Así sobre fines de 2002 el mercado ganadero se reactivó y Canadá dio una señal fundamental abriendo su mercado a la carne vacuna uruguaya con vacunación, único país en el mudo habilitado para exportar vacunando. Una medida a la que en 2003 se sumaría EEUU. La ganadería fue protagonista desde el principio de esta nueva etapa, y en 2004 la trazabilidad individual quedaba instaurada permitiendo la continua apertura de mercados: México, Corea del Sur, Japón, luego vendría China.

Otro factor clave para el nacimiento de la oportunidad uruguaya fue el envión de precios de las materias primas que desató el ciclo de crecimiento más prolongado de la historia uruguaya, empezando en 2002 y persistiendo hasta 2019.

La oportunidad uruguaya tiene un componente fundamental en un desarrollo agrícola que todavía sigue y en el desarrollo forestal.

Cruzar el 2022 implica romper con el maleficio cíclico de las grandes crisis de la economía uruguaya: 1962, 1982, 2002. Aunque en el 2022 el agro uruguayo enfrenta sequía, atraso cambiario y bajas de precios por la crisis del Covid en China, esta vez lo puede resistir a la espera de que la demanda se restablezca y las lluvias lleguen. En el comienzo de 2002 el agro se movilizó a la capital porque la crisis se le hacía imposible de resistir. En 2022 hay un abismo de diferencia, la pujanza del agro no se frena por una sequia o un dólar que baja 12% de valor arrastrando al precio de los bienes transables hacia abajo.

A lo largo de estos años a la oportunidad uruguaya se le sumaron componentes: la industria del software, un turismo mucho más sofisticado, la llegada de inmigrantes de todo tipo, el pleno empleo para los jóvenes programadores. Y el agro no ha parado. En 2002 las exportaciones del agro empezaban a despegar a fines de año, pero no llegaban a sumar US$ 700 millones. Este año superarán los 10.000 millones.

Por supuesto que la oportunidad uruguaya tiene componentes que vienen de antes de 2002. Las actitudes vanguardistas de Uruguay desde la reforma educativa vareliana podrían ser un antecedente, pero otros más recientes pero muy anteriores tienen que ver con las represas hidroeléctricas que anticiparon la necesidad de salir de los combustibles fósiles y las leyes de protección del monte nativo y de prohibición de uso de hormonas en el ganado, visionarias en cuanto a lo que serían los reclamos de los consumidores décadas más adelante.

A lo largo de estos 20 años Uruguay ha consolidado aspectos políticos de su oportunidad. Desde ese entonces tres partidos diferentes han estado en el gobierno y siempre entregando el poder de buenos modales al partido ganador. Rivalidad sin enemistad.

Que la oportunidad de Uruguay tenga 20 años de andar, haya sorteador tropiezos y momentos difíciles, incluida la pandemia, no quiere decir que no sigan existiendo diversos problemas sin resolver, ni quiere significar que el desarrollo futuro esté asegurado.

Hay riesgos nuevos y problemas diversos por resolver. Pero Uruguay mantiene ventajas apreciables sobre sus pares latinoamericanos. Ha liderado en la revolución energética y con el hidrógeno desembarcando y una emisión de bonos atados al desempeño climático del país sigue marcando rumbos en el mundo.

Avanza en medir (y minimizar) su huella ganadera, certifica lanas por su calidad ambiental, inicia una senda de transiciones agroecológicas con el respaldo científico de INIA, empieza a regar, valoriza su campo natural, recibe a empresas de software de escala global.

Al empezar el 2020 la economía estaba detenida desde el año anterior, empezaba una pandemia y el déficit fiscal de 5% del PBI era una amenaza desde hacía tiempo. El 2022 podía repetir el fatídico ciclo que se había reiterado cada 20 años.  El año del vigésimo aniversario de esta etapa histórica cerrará con un crecimiento superior al 5% y con el riesgo país en niveles notablemente bajos.

Tiene dos riesgos importantes que toda economía en transición al desarrollo enfrenta: que el crecimiento deje atrás a una porción importante de la población que no termina la enseñanza Secundaria, o que en el afán por llevar adelante políticas sociales ambiciosas el déficit fiscal, el endeudamiento y el exceso de costos derrumben el andamiaje construido.
Si se logran políticas sociales inclusivas eficaces sin sacrificar el equilibrio fiscal y perseverando en las herramientas de competitividad y mejora basadas en la construcción de una economía carbono neutral o carbono positiva en el sentido de absorber carbono de la atmósfera en los suelos y mejorar persistentemente la biodiversidad, y se baja la deserción estudiantil especialmente en los sectores sociales vulnerables, Uruguay puede pensarse
plenamente desarrollado en 2042.

Al cerrar el año celebremos estos 20 años, también cuando veamos a tres presidentes de Uruguay de distintos partidos participando de la asunción de Lula en Brasil, celebremos que hay raíces culturales profundas y saludables.

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