En la infinita lucha por la pérdida de peso, muchas personas prueban dietas que no soportan debido a la baja ingesta calórica que, se supone, deben consumir. En ese sentido, la dieta del ayuno intermitente –en sus distintas modalidades– se ha vuelto tendencia porque promete el descenso de peso mediante el “breve” sacrificio de no comer durante determinadas horas para después, hacerlo libremente. Celebridades como Nicole Kidman, Beyonce y Hugh Jackman la siguen, y los testimonios de quienes la realizaron parecen ser positivos.
Ahora bien, ¿qué implica para el organismo ayunar? ¿Es una dieta sostenible en el tiempo? ¿Genera hábitos saludables? Esas, junto a otras interrogantes que subyacen a esta nueva “moda”, fueron evacuadas por profesionales de la nutrición en diálogo con El Observador.
Una de las formas que adopta este régimen es la denominada dieta del ayuno intermitente 8/16, que recomienda limitar a ocho horas el período en el que se ingieren alimentos por día, mientras que en las 16 horas restantes se debe ayunar.
En este caso se sugiere que durante las ocho horas “permitidas” para comer, se distribuya el total de calorías necesarias en la cantidad de comidas según prefiera la persona.
Esta dieta plantea suprimir el desayuno o la cena, para no sobrepasar el margen de ocho horas. La nutricionista Elizabeth Barcia advirtió que –aunque no lo recomienda– sería preferible omitir la cena porque suprimir el desayuno afecta el rendimiento físico y mental, y perjudica el control que, a posterior, se tendrá sobre las otras comidas.
Victoria Miqueiro –nutricionista integrante de la Comisión Directiva de la Asociación Uruguaya de Dietistas y Nutricionistas (Audyn)– dijo que los seres humanos están determinados fisiológicamente para un ayuno no mayor al nocturno. Ampliar el horario de ayuno implicaría forzar al organismo a realizar actividades sin la energía suficiente con consecuentes problemas para la salud.
Otra de las modalidades de esta dieta es la 5/2, que consiste en comer libremente durante cinco días a la semana, mientras que en los otros dos se debe reducir la ingesta a no más de 500 calorías las mujeres y 600 los hombres. Durante los días de semiayuno, se sugiere optar por el consumo de alimentos ricos en proteínas y fibras. No se pueden ingerir carbohidratos refinados.
Pero la restricción de calorías durante los dos días correspondientes podría derivar en posteriores atracones, ingestas excesivas o picoteos desmesurados de alimentos. Esto es algo sumamente dañino, por ejemplo, para quienes sufren o sufrieron trastornos alimenticios como la bulimia.
Generalizar en un número determinado de calorías (500 y 600) permitidas en una dieta sería erróneo, ya que el consumo de calorías necesarias en cada individuo depende del sexo, la edad, el estado fisiológico y la actividad que este realice.
El metabolismo basal –explicó Barcia– es la energía que nuestro organismo necesita para desarrollar actividades fisiológicas tales como respirar, mantener la temperatura corporal y cumplir con la función cardíaca, entre otras. En ese sentido, la nutricionista afirmó que esa necesidad energética que tiene el cuerpo para funcionar correctamente es superior a 600 calorías.
Según Barcia, hay un conjunto de factores que colaboran en el descenso de peso en la dieta del ayuno intermitente:
“El cuerpo humano es una máquina que necesita disponer de ‘combustible’ en forma de energía” dice la nutricionista Victoria Miqueiro.
Miqueiro explicó qué es lo que sucede en el cuerpo, durante los ayunos:
“Las dietas son una forma de alimentarse que tiene principio y fin” opina la nutricionista Estela Skapino.
No hay duda de que ingerir menos calorías de lo que se acostumbra y comer durante menos horas puede favorecer el descenso de peso. Pero, ¿qué tan efectiva es esta estrategia a largo plazo?
Los nutricionistas suelen repetir constantemente que las dietas (a menos que sean necesarias por determinadas patologías) no son efectivas para lograr un verdadero estilo de vida saludable, porque en determinado momento se abandonan y, por lo general, generan un efecto rebote.
Aprender a comer de forma consciente y placentera a la vez y sin restricciones exageradas resultaría ser la vía segura para bajar de peso, a la vez que gozar de buena salud.
Estela Skapino dijo que las dietas “son una forma de alimentarse que tiene principio y fin”; por eso aconsejó que se debe “seguir un patrón de alimentación saludable”. Este incluye el consumo diario de frutas y verduras, disminución de grasas saturadas, azúcares refinados y sodio, eliminación de grasas trans, selección de lácteos bajos en grasas, consumo semanal de pescado, frutos secos y granos enteros.
Un estilo de vida saludable incluye, además de la alimentación, la realización de actividad física, el abandono del tabaquismo y el control en el consumo de alcohol.
La Asociación Uruguaya de Dietistas y Nutricionistas recomienda que para bajar de peso se acuda a una dieta balanceada con planificación por parte de profesionales de la nutrición.
“Muchas personas se pasan años probando diferentes dietas sin éxito. No existe una conciencia general de que para mantener un peso saludable es necesario llevar una vida saludable, pero no por un período acotado o determinado de tiempo, sino para el resto de la vida”, concluyó la nutricionista Victoria Miqueiro.
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