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11 de diciembre 2023 - 5:02hs

Blanca, una solicitante de asilo con dos hijas a cargo, tendrá que irse el 27 de diciembre del albergue de la ciudad de Nueva York en donde vivió el último año para dejar espacio a otros recién llegados.

Esta centroamericana de 35 años, que por razones de seguridad pide ocultar su apellido y nacionalidad, trata desesperadamente de solucionar un círculo vicioso angustiante: su pedido de asilo y el de su hija mayor están en trámite y no puede trabajar porque no tiene permiso laboral ni con quién dejar a su hija pequeña, nacida hace nueve meses en Estados Unidos.

"Estoy pasando por una situación bien difícil", dice en el centro de ayuda a los inmigrantes Little Sisters of the Assumption (LSA) en Harlem, que les proporciona comida, ropa, y sobre todo asesoramiento en el complejo papeleo administrativo para su regularización.

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"No sé qué va a pasar con nosotras", dice llorando. Sólo sabe que no puede volver a su país, del que huyeron para escapar del violento padre pandillero de su hija adolescente, que ahora estudia en una secundaria de Nueva York.

Blanca es una de las 66.000 personas que solicitaron asilo acogidas actualmente en albergues en Nueva York. Según su alcalde, Eric Adams, la ciudad está gestionando "prácticamente sola" una "crisis migratoria nacional" que amenaza con "destruirla".

Desde abril de 2022 llegaron a la ciudad más de 142.000 solicitantes de asilo, la mayoría latinos, sobre todo venezolanos, pero también africanos y cada vez más chinos. Muchos llegan en buses fletados por gobernadores republicanos de los estados del sur, en protesta por la política migratoria de la administración demócrata del presidente Joe Biden.

La crisis migratoria le costará a la ciudad "US$ 5.000 millones" este año y serán necesarios otros "US$ 7.000 millones para enero", recordó a fines de noviembre Adams, para quien esto "no es sostenible" porque quita recursos de programas para seguridad, adultos mayores y jóvenes.

"Estrategia nacional"

Cincelada por sucesivas oleadas migratorias, la capital cultural y financiera estadounidense de 8,5 millones de habitantes está obligada por ley a proporcionar un techo a quien lo solicite. Para acomodar a los 3.000 nuevos solicitantes que llegan semanalmente, Adams limitó la estancia a un mes para las personas solas y a dos para las familias.

En los 210 albergues habilitados por la ciudad, después de las fiestas navideñas, miles de familias como la de Blanca tendrán que empezar de cero a buscar alojamiento. "Le tienen que dar albergue", dice Lucía Aguilar, trabajadora del centro LSA, que orienta a Blanca sobre cómo solicitar vivienda social y ayudas a las que tiene derecho porque su hija pequeña nació en Estados Unidos.

Adams, que tenía previsto viajar esta semana a Washington para tratar de obtener las ayudas federales que reclama desde hace meses, pide agilizar los permisos de trabajo y que se implemente una "verdadera estrategia nacional" para distribuir el "problema" entre los 108.000 municipios del país.

“A todo el país llegaron más de cinco millones de solicitantes de asilo en los tres últimos años y hay al menos tres millones de empleos sin cubrir”, destaca Adriel Orozco, asesor político del Consejo Americano de Inmigración, organización sin fines de lucro con sede en Washington.

Como Adams, Orozco insta a una "respuesta coordinada" del gobierno federal para aliviar el peso con el que cargan ciudades como Nueva York, Chicago, Denver, San Diego y Los Ángeles. “Para ello se requiere acuerdos en el Congreso que permitan a la administración federal ejercer un mayor papel coordinador", añade.

Más fácil obtener documentos

A principios de octubre, Adams viajó a México, Ecuador y Colombia para informar a los ciudadanos de esos países que Nueva York había alcanzado su capacidad máxima. Pese a ello, siguen llegando a la ciudad muchos solicitantes debido a la mayor facilidad que exhibe la ciudad respecto de otros estados para conceder documentos de identidad, de conducir y el permiso de trabajo.

Es el caso de Ayoub Chaikhi, de 28 años, quien tras seis meses en Texas decidió viajar a Nueva York. "Aquí dan mucha ayuda al inmigrante en el tema de los papeles", asegura. "Luego, quizás regrese a Texas o iré a Hawái", dice el joven, un marroquí que pasó siete años en Chile, donde dejó a su esposa e hijo.

Mientras espera bajo temperaturas gélidas por segunda noche consecutiva a la entrada de un centro administrativo municipal en el sur de Manhattan a que le concedan una cama bajo techo, Chaikhi no pierde el optimismo. "Resolvimos problemas más grandes, solamente hay que tener paciencia y una visión a largo plazo", recomienda con una sonrisa.

“Falta de voluntad política”

Mientras tanto, cientos de migrantes en búsqueda del sueño americano se acumulan a diario a los pies del muro fronterizo entre México y la ciudad estadounidense de San Diego, ante la incapacidad de un colapsado sistema migratorio de responder con celeridad a la creciente demanda.

Adams declaró el estado de emergencia por la crisis, que también puso en evidencia las fisuras entre los demócratas en relación con el tema migratorio. "No tenemos capacidad", dijo el mes pasado la también demócrata gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, a la cadena de noticias CNN. "Llegamos al límite, si van a dejar su país, vayan a otro lugar", agregó.

"El presidente y la Casa Blanca le fallaron a la ciudad de Nueva York", llegó a decir Adams en abril último en una rara y más expresa crítica a Washington.  En la misma dirección reaccionó el gobernador de Illinois, John Pritzker, quien está lidiando con la llegada de unos 15.000 migrantes a Chicago.

El tema, crucial para la plataforma republicana, es uno de los más candentes de cara a las elecciones presidenciales de 2024 a las cuales Biden, en busca de la reelección, llegará con un electorado defraudado.

"Votamos por los demócratas para que pudieran cumplir las promesas que hicieron, pero los resultados son decepcionantes", afirma Ruth Mendez, del Centro Jurídico de Defensores de los Inmigrantes, que asiste a diario a cientos de solicitantes de asilo.

"La administración hizo muchas promesas que rompió", afirma Robert Vivar, miembro de una organización sin fines de lucro que trabaja en varias ciudades de Estados Unidos. "Comenzando con que no construiría un pie más del muro fronterizo y ahora lo están ampliando", señala Vivar, quien destaca que demócratas y republicanos tienen algo en común: la falta de voluntad política para atender el tema.

 

(Con información de AFP)

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