Isaac Alfie en la comisión para la reforma de la seguridad social

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Alfie y la moral ideologizada

Carta del lector Inazio De Rosa
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15 de marzo de 2021 a las 05:00

Por Inazio De Rosa

En los últimos días, todos concurrimos a una catarata de críticas acaloradas desde la oposición. Toda la familia frenteamplista se congregó frente al televisor a insultar la inmoralidad y la ilegalidad del tema de Isaac Alfie y sus exoneraciones tributarias. Incluso, luego de que Alfie renunció a este beneficio, las críticas no cesaron y siguieron aumentando en número, alegando que “renunció porque el pueblo despertó”. (Realmente nadie dijo eso, pero me la inventé porque suena a frase popular que rima).

¿Pero todo esto es cierto? ¿Hay algo ilegal? ¿Algo inmoral en todo esto? La respuesta es simple: ilegal no es. No hay ninguna ley que estipule que un funcionario público cumpliendo sus funciones, no pueda percibir exoneraciones y préstamos a partir del Estado, como cualquier hijo de vecino.

Sin ir más lejos podemos recordar a principios de 2017, en el gobierno frenteamplista, el por entonces ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, percibió un préstamo de su propia secretaría de Estado.

Fueron US$ 180 mil, que el ministro se embolsó del dinero público, para su negocio privado. El escándalo estaba plantado, tal como el arroz en sus campos, pero no renunció al beneficio público, sino que simplemente dio una conferencia de prensa explicando que se lo merecía, que como cualquier hijo de vecino tenía derecho a los mecanismos del Estado para que su negocio privado pueda florecer y rentabilizarse. El tema es que no es cualquier hijo de vecino.

Tabaré Aguerre era ministro de la propia secretaría de Estado a la que le pediría el fondo. Tabaré Aguerre, y su cartera ministerial, manoseó y cambió decretos, formas de pago y demás requisitos en la reglamentación de la ley 17.663, relativa al fondo de financiamiento y recomposición de la actividad arrocera. Sí, así es. Como lo leíste. Lo referido a la flexibilización del financiamiento de su propio negocio privado fue cambiado por él mismo en 2016. Meses después, recibiría un préstamo millonario.

Si observamos las opiniones vertidas en los artículos que tratan esta noticia, extrañamente hay un gran porcentaje de militantes que defienden lo ocurrido. Alegando que es arrocero, que siempre lo fue, que puede pedir un préstamo porque tiene un negocio arrocero. Y muchas defensas más a la persona y la moral del exministro de Ganadería.

Esa es la problemática de las conjunciones de críticas y la moralidad floreciente en la sociedad hoy en día. Me quejo, pero solo me quejo de la moralidad del de enfrente, del distinto, del que no es de mi misma rama política.

Y por eso, acá respondo a la siguiente pregunta: ¿Hay algo inmoral en todo esto?

La moral es subjetiva. En ello no puedo entrar en detalles, cada uno piensa lo que quiere pensar, dependiendo si puede herir o no a su propia ideología o a la ideología del otro. Pero si me permiten acotar, para mí no es moral.

No solo no es moral que un funcionario público de alto cargo, que tiene la capacidad y la habilidad de poder cambiar lo que se permite y lo que no se permite hacer en el Estado, pueda beneficiarse de esas leyes. Pero no solo eso. No me parece moral la apertura y la liberalización económica uruguaya. Ese es el verdadero meollo de todo esto.

No estoy de acuerdo con el corporativismo de Estado, del beneficio del privilegio discriminatorio. Para ese de allá sí, para el otro no. La coartación del que se le permite rentabilizar en el mercado, y al que no se le permite, al que se tiene que conformar trabajando y pagando impuestos para que aquel que pidió el préstamo millonario pueda cumplir su sueño profesional.

De esto se sale fácilmente. De esto se sale democratizando la libertad económica. De esto se sale dándole a todos la oportunidad de estar en un mercado donde pueda cumplir su emprendimiento, donde pueda crecer económicamente solo valiéndose de sí mismo.

Pero mientras estemos en el sistema del “a ese que importa ropa de China le voy a meter impuestos al 120% del valor de lo que trae”, pero “a aquel millonario, que quiere un préstamo millonario, para seguir generando millonadas, voy a darle la plata del Estado”, mientras estemos en esto, no vamos a defender verdaderamente la moralidad, ni la libertad, ni la igualdad. 

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