Por Nicolás Lusardo
Hace 100 años hasta el cine era mudo, hoy no calla ninguno. Les années folles (los años locos). Este fue el título que los franceses dieron a la pasada década del 20. Un siglo después, da comienzo un decenio completamente diferente, pero que perfectamente podría compartir este título con su antecesor. Hace 100 años nacía la TV, Mickey Mouse y el Gran Gatsby.
Hoy, el hombre usa tapabocas por el cuello y mide 32°C de temperatura en los controles sanitarios del ingreso al centro comercial. En paralelo, se consolida el imperio dactilócrata que trajo consigo el celular, y la vorágine de ignorancia y desinformación que abunda en este artilugio cada día se torna más peligrosa. Los trogloditas ladran sin cesar sus "pensamientos", y los vierten en las emponzoñadas redes sociales, desentendiéndose por completo de la razón y el diccionario.
Nace así un mundo con millones de expertos sin diplomas ni conocimientos, con gente que grita clamando que cierren los negocios, que manden empresas a la quiebra, familias a la ruina y economías al colapso, en actos de completo egoísmo, locura, incoherencia e insensibilidad. En la vereda de enfrente, otros organizan fiestas clandestinas en escenas que pueden describirse con idénticos adjetivos.
Argentina encabeza el desastre covidista, con la mayor caída del PIB, la cuarentena más larga y con más muertos per cápita que Brasil, configurando el mejor ejemplo del fracaso de las medidas restrictivas que muchos claman con ignorancia. Nuestro gobierno, por suerte, se ha negado a seguir este camino entendiendo el fiasco y la inmoralidad que representa una cuarentena obligatoria.
En esta pandemia, uno es el responsable de cuidar a su familia, no el estado. La izquierda vernácula, por su parte, ha carecido de una postura clara sobre la situación sanitaria, a menos que oponerse a toda propuesta del gobierno pueda considerarse una posición legítima. El futuro es incierto, pero parece que estos años 20 serán -sin duda- más locos que los del siglo anterior, pues basta observar que este año China será la única economía que crecerá, representando la frutilla de la torta intoxicada que resultó ser este vesánico comienzo de década.
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