Cristina Guerra Marmolejo - The Conversation
La sexualidad es una preocupación importante en las personas, independientemente de su sexo o género. Generalmente el ciclo de la respuesta sexual concluye en el orgasmo. Por eso, vivir en una sociedad hipersexualizada y no tener orgasmos asiduamente parece un sacrilegio. Pero, ¿realmente es esto un problema?
Diferentes estudios demuestran que la definición de orgasmo no es fácil, ya que es algo que se vive de forma muy subjetiva. A grandes rasgos, se puede decir que es una sensación pico variable y transitoria de placer intenso, que crea un estado de conciencia alterado acompañado de contracciones rítmicas e involuntarias de la musculatura pélvica, con una inducción de bienestar y alegría. Toda persona que ha vivido un orgasmo puede reconocerlo, aunque la definición fuese otra. Pero, cuando no se da, ¿qué ocurre? Nos encontramos ante un trastorno del orgasmo. Este se define como la dificultad permanente o recurrente, el retraso o la ausencia de alcanzar el orgasmo después de una estimulación sexual suficiente, que causa angustia personal. Es lo que se conoce como anorgasmia.
Las causas pueden ser muy distintas de unas personas a otras, pues en el orgasmo influyen factores psicológicos, culturales y físicos.
Dentro de los factores físicos podemos encontrar trastornos hormonales, como la disminución de los niveles de testosterona, la influencia de medicamentos o cualquier lesión o alteración tanto de los genitales como de las partes del cuerpo implicadas en la respuesta sexual. También influye la edad o las enfermedades crónicas.
Por otro lado, los factores psicológicos, al igual que en otras disfunciones sexuales, están muy presentes en la anorgasmia. Los trastornos depresivos y los de ansiedad disminuyen el deseo y la excitación y a su vez se incluyen en este grupo experiencias sexuales previas negativas, historias de abusos y maltratos o experiencias traumáticas o de pérdidas. Asimismo, cosas más leves como el miedo a dejarse llevar o la ansiedad por el rendimiento sexual puede hacer que la persona no consiga llegar al orgasmo.
Por último, pueden intervenir los factores culturales. Entre ellos, la falta de comunicación o intimidad, juegos eróticos insuficientes, encuentros sexuales que acaban antes de que la mujer se excite suficiente o problemas en la relación.
Pero también existen otros problemas culturales, principalmente en el caso de las mujeres, en el que la respuesta sexual se encuentra influenciada por un condicionamiento cultural negativo a lo largo de los siglos, una educación sexual escasa o una actitud negativa hacia el sexo.
Pero identificar las causas no es tan sencillo. La anorgasmia no suele ser debida a un factor únicamente, sino al conjunto de varios .
Los tipos de tratamiento dependen mayoritariamente de las causas de la anorgasmia. Los más frecuentes son los tratamientos psicosexuales y los farmacológicos. Los farmacológicos dependen, en gran medida, de cada persona. Entre los más habituales, se encuentra principalmente el uso de la testosterona.
Por otro lado, la opción mas recomendada para anorgasmias causadas por factores psicológicos y culturales son las terapias psicosexuales en las que se busca aportar información para contrarrestar los mitos y se favorece la autoestimulación y la masturbación dirigida, personal o en pareja. También se emplea la juguetería erótica, como succionadores de clítoris y los masturbadores masculinos vibratorios.
Basado en lo anterior, puede decirse que la anorgasmia ha sido considerada cultural y científicamente durante mucho tiempo una disfunción sexual de las mujeres, aunque se ha visto que los hombres también pueden sufrirla.
Podemos decir que para que sea considerado un problema deben darse dos características imprescindibles: que no se produzca el orgasmo a pesar de una estimulación sexual adecuada y que cause angustia a la persona. Si tiene dudas pero no cumple estos dos requisitos, entonces probablemente no es su caso.
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