Gabriel Pereyra

Gabriel Pereyra

Zikitipiú

Aquel try del brujo

Logró que donde había odio, negros y blancos entonaran al unísono una canción de dolor y esperanza
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09 de diciembre de 2013 a las 00:00

Invictus, la película dirigida por Clint Eastwood acerca de cómo Nelson Mandela aprovechó la Copa Mundial de Rugby organizada en 1995 por Sudáfrica para acercar a la población negra al equipo local de los Springboks y convertir el evento deportivo en una gesta nacional, se repitió en canales de cable internacionales estos días tras la muerte de quien ya era una leyenda en vida.

El momento más alto de la película no es precisamente cuando el capitán de los Springboks, François Pienaar, levanta la copa tras haberle ganado en el último minuto al mejor equipo del mundo, los All Blacks neozelandeses.

El resumen de ese episodio histórico, y que es de alguna forma lo que Mandela buscaba con mayor fervor que la copa, ocurre en las tribunas unos minutos antes del partido, cuando se emiten los himnos nacionales.

El himno de Sudáfrica actual es una mezcla de uno aceptado por el régimen de apartheid en su momento y por la canción Nkosi Sikelel 'iAfrika, que data del siglo 19 y su suele entonar en idioma de las tribus xhosas, a las que pertenecía Mandela.

Con algunos cambios, la canción fue himno de Tanzania, Zambia, Zimbabue y Namibia. Pero además, desde 1925 es el himno del Congreso Nacional Africano, la organización que, integrada por Mandela, terminó por tomar las armas en Sudáfrica para luchar contra el régimen racista. Para buena parte de la población blanca era el himno del enemigo.

Aquel día soleado de 1995, cuando por los altoparlantes del Ellis Park de Johannesburgo comenzaron a sonar las primeras notas de Nkosi Sikelel 'iAfrika (Dios bendiga a África, en idioma xhosa), el estadio entero la cantó, mientras Mandela permanecía callado y con la vista perdida en el vacío. La película bien podría haber concluido allí, con el himno, que será por siempre un himno a Mandela. En el minuto 21,10 de este video http://www.youtube.com/watch?v=LmQHWex_UFo sobre aquel juego se ve y escucha la parte del himno y en el 22,27 aparece Mandela, callado, escuchando su obra: sus hijos negros y blancos cantando un mismo himno.

Pero antes de que finalizara aquel encuentro histórico hubo otro episodio “musical” que el film de Eastwood recoge y que quien desconoce que efectivamente así ocurrió podría pensar que es un artilugio cinematográfico para fogonear la emoción.

Cuando faltaban pocos minutos para el final del partido, comenzó a bajar desde las tribunas otra canción que se haría famosa en aquel torneo de rugby y que resonaría luego en algunos estadios de fútbol en el mundial que Sudáfrica organizó en 2010: Shosholoza.

Esta canción la entonaban antiguamente los negros que iban a trabajar en las minas y su nombre alude al ruido que hacían los trenes que los traían a ellos y se llevaban la riqueza. La versión de la película que aparece con este post es interpretada por Overtone.

Pero en el tiempo 2.12,07 del video de aquel partido se ve y escucha a negros y a blancos cantando esta canción, nacida originalmente de un estado de opresión racial pero que el pueblo sudafricano, al influjo de Mandela, convirtió en una canto de aliento deportivo. Su letra, de profunda simpleza, era interpretada por los mineros negros como una forma de decirse a sí mismos “vayamos hacia adelante, no decaigamos”, y su traducción, según wikipedia, sería más o menos así:

Sigue adelante

sigue adelante

sobre aquellas montañas

tren de Sudáfrica

Sigue adelante

sigue adelante

sobre aquellas montañas

tren de Sudáfrica

Te vas alejando

te vas alejando

sobre aquellas montañas

tren de Sudáfrica

Una canción surgida de la explotación y el dolor, había mutado en himno de esperanza multirracial. Donde había odio, Mandela, como un brujo alquimista, instaló un espontáneo coro de negros y blancos.

Aquel día, al final, Sudáfrica también ganó en la cancha.

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