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Arrorró mi niño tecno

El sueño es la nueva obsesión de las empresas tecnológicas, que ya no solo piensen en apps para monitorear signos vitales mientras se duerme, sino en luces que manipulan la melatonina y hasta camas inteligentes que se adaptan a cada persona
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17 de enero de 2015 a las 05:00
Salud, dinero y amor. El santo grial de la vida moderna está siempre en la mira de la tecnología. La salud, y en particular el sueño, es uno de los nuevos favoritos de las empresas que intentan vendernos más apps, más dispositivos y hasta camas inteligentes con la promesa de que dormiremos más, descansaremos mejor y aprenderemos a mejorar nuestra “higiene onírica”.

La tecnología está en cada recoveco de nuestras vidas –invadiendo, dicen los críticos–, pero también nos ayuda. Las investigaciones confirman que cada vez dormimos menos y peor. Incluso si una persona logra dormir sin interrupciones de siete a ocho horas (lo indicado por los médicos para recuperar la energía perdida durante el resto del día y renovar los procesos mentales), es altamente posible que no descanse lo suficiente.

Las múltiples pantallas que usamos en el día –celular, PC, tableta, TV y más– son responsables de algunas de las complicaciones del sueño. Un reciente estudio realizado en el Hospital Brigham (Estados Unidos) confirmó que la luz artificial que emiten estas pantallas inhibe la generación de la hormona melatonina, lo que deriva en problemas para conciliar el sueño, entre otros.

Pero, aunque la tecnología quita, también da. El último show en el que se presentaron las novedades tecnológicas que se vienen, la famosa feria CES 2015 que se realizó en Las Vegas, confirmó que el sueño es rentable, al menos para los desarrolladores que allí mostraron nuevos productos que prometen mejorar el sueño.

Bandas y luces


Luces LED de colores, colchones inteligentes, monitores para las camas de los niños, pulseras que monitorean variables del sueño y hasta un auricular especial que ayuda a dormir son algunos de los nuevos productos. Los costos varían desde lo gratuito (como sucede con algunas apps) hasta casi US$ 4.000 por una smart bed que hace casi de todo para que el usuario concilie, mantenga y salga del sueño: desde apagar la luz hasta prenderla para despertarlo, según su ritmo biocircadiano, es decir, el reloj biológico que regula las funciones fisiológicas del organismo para que sigan un ciclo regular que se repite cada 24 horas, y que coincide con los estados de sueño y vigilia.

La mayoría de estos nuevos dispositivos –algunos de gran complejidad tanto en su desarrollo como en su propio uso– se basan en la recolección de datos que luego se analizan para que el sistema, o el propio usuario, pueda sacar conclusiones sobre sus hábitos previos, durante y luego de las horas de sueño. Estos aparatos monitorean el ritmo cardíaco, la respiración y los movimientos del cuerpo, entre otras variables.

Jawbone y Fitbit son dos pulseras que están en el mercado desde hace tiempo. Permiten monitorear solamente los movimientos de quien duerme, pero no su respiración y ritmo cardíaco, aunque estas compañías ya están trabajando en las mejoras.
Estos aparatos monitorean el ritmo cardíaco, la respiración y los movimientos del cuerpo, entre otras variables

Microsoft Band y Basis Peak, en cambio, sí recolectan estos datos. Con la información, estos dispositivos intentan decidir en qué etapa del sueño está la persona: liviano o profundo. Ninguna de estas bandas se encarga de vigilar las ondas cerebrales que, según los expertos, constituyen el dato más importante para entender cómo dormimos y por qué no descansamos lo suficiente.

No siempre es cómodo dormir con una pulsera o con una banda que atraviesa el pecho. Por eso varias empresas han desarrollado monitores y aparatos que se ubican cerca del usuario pero que no interfieren con su cuerpo.

Entre las novedades de los últimos meses está Aura, un dispositivo que integra un aparato para usar al lado de la cama y un sensor que se ubica debajo del colchón. El sistema monitorea los ciclos del sueño a través de los movimientos de quien duerme, agregando la respiración y el ritmo cardíaco. Al mismo tiempo, el aparato que se ubica al lado de la cama se encarga de tomar datos como la temperatura, los sonidos y los niveles de iluminación del cuarto. Y hasta genera ambientes diferentes a partir de colores e intensidades de luz.

Basada en este cuadro de datos, que puede verse en una aplicación para iOS, Aura “aprende” a despertar al usuario en el menor momento de su ciclo. Al abrir los ojos, el usuario encontrará en esa aplicación gráficos en los que puede ver los diferentes ciclos de su sueño así como el tiempo que durmió, cuánto le llevó conciliar el sueño y hasta cuántas veces se despertó durante la noche (aunque no sea consciente de ello).

En la misma línea, los franceses de Holi desarrollaron lámparas inteligentes que –según se publicitó en la CES 2015– ayudan a conciliar más rápidamente el sueño, a mantenerlo en profundidad durante más tiempo y a despertar con calma. Esto lo logran siguiendo los ritmos biológicos del cuerpo y, de nuevo, utilizando la melatonina como referencia.

S+, de ResMed, también funciona a partir de un monitor externo que se coloca cerca de la cama y que monitorea todo lo que se describió antes. Beddit, por su parte, hace algo similar a Aura, pero a la mitad de precio (US$ 300 contra US$ 150): provee de una tira que es un sensor que se ubica debajo del colchón. Todos los datos de la noche los descarga en el smartphone, a través de una app para Android o iOS.

La novedad de este producto sobre su competencia es que genera consejos para mejorar el sueño, que van desde la dieta hasta el tipo de actividad física que debe realizar la persona.

Camas con cerebro


La obsesión por el sueño y, sobre todo, por monitorearlo, también llegó a las propias camas y colchones.

La compañía estadounidense Sleep Number desarrolló el sistema SleepIQ, que recolecta todos los datos vitales para entender el sueño, pero lo hace directamente a través de sensores ubicados en el colchón, en las llamadas cámaras Dual Air.

El sistema aprende así de los hábitos, malos o buenos, de quienes duermen en esa cama, para ir adaptando, por ejemplo, la dureza del colchón (diferenciado por lados). Luego define un “número de sueño” ideal para cada persona.

Sleep IQ agrega, como el resto de los productos, una app con todos los datos de esas noches de complejo sueño. Y, además, es una especie de diario en el que se pueden introducir factores que, eventualmente, afectan la capacidad para dormir como, por ejemplo, si antes se miró televisión, se tomó una taza (o más) de café o se practicó ejercicio. Todas estas maravillas se ven contrarrestadas por un precio pesado: hasta US$ 4.500.

Pero a la hora de controlar el sueño o intentar mejorarlo no basta con monitorearse a uno mismo, sino a veces a toda la familia y, en particular, a los niños.
Un colchón costoso no es suficiente para solucionar problemas serios del sueño. Este tipo de dispositivos son buenos para identificar un problema o para entender mejor la forma en que se duerme, pero a la hora de diagnosticar un problema hay que consultar con un especialista", dijo Clete A. Kushida, director médico del Centro para las Ciencias del Sueño de Stanford

La empresa francesa Sevenhugs presentó en la CES2015 un sistema basado en transmisores que se instalan en cada cuarto y se comunican con un controlador y una aplicación. Se llama Hugone y monitorea y controla la temperatura y humedad de cada ambiente de la casa, además de las condiciones del aire. Además, se puede conectar con luces y termostatos inteligentes para manipularlos en beneficio del sueño y paz familiar.

Donde la tecnología no llega


Estos nuevos productos permiten monitorear el sueño de mil y una formas, pero no aportan nada cuando se trata de disfunciones tales como la apnea, el llamado síndrome de piernas inquietas y hasta el sonambulismo. En esos casos no hay más remedio que ir al médico y comenzar tratamientos.

Tal como dijo al New York Times Clete A. Kushida, director médico del Centro para las Ciencias del Sueño de Stanford, “un colchón costoso no es suficiente para solucionar problemas serios del sueño. Este tipo de dispositivos son buenos para identificar un problema o para entender mejor la forma en que se duerme, pero a la hora de diagnosticar un problema hay que consultar a un especialista”.

A fin de conciliar el sueño, los más tradicionales recurrirán al tilo, a la leche tibia o a la música zen para ambientar el dormitorio. Pero quienes ya dejaron colar la tecnología en sus dormitorios deberán investigar si el mismo mal les sirve como remedio. Para probar tienen una gama de dispositivos que hasta puede resultar abrumadora.




Dispositivos destacados


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Holi

El sistema incluye una luz LED programable que se comunica con una app. Cuando emite un tono rojo ayuda a que el usuario segregue melatonina. A la mañana siguiente, la luz cambia de tonos azules a blancos para un despertar ideal. De US$ 99 a US$ 299. holimotion.com

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Aura

Incluye un dispositivo para ubicar al lado de la cama y un monitor para colocar bajo el colchón. Una app recoge datos. US$ 299,95. withings.com/us/withings-aura.html

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Rest on

Utiliza un sensor que se instala en la cama (una especie de cinturón que no toca el cuerpo) para monitorear el tiempo de sueño, ritmo cardíaco y respiratorio, así como movimientos del cuerpo. US$ 151. sleepace.cn

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HugOne

Incluye monitores que toman medidas de la temperatura, humedad y calidad del aire de cada ambiente. El sistema puede conectarse con termostatos y luces inteligentes; también graba y analiza datos del sueño. Será lanzado en el próximo otoño. US$ 139. seven-hugs.com

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Sleep Number

Son camas inteligentes que cambian su firmeza de acuerdo a los datos que recogen del sueño de sus ocupantes, a través de sensores ubicados dentro del colchón. De US$ 2.400 a US$ 3.600 sleepnumber.com

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